Alimentación

Ataques de hambre: consejos y trucos para gestionarlos

ataques de hambre
Cómo tratar y cómo gestionar los ataques de hambre
Blanca Espada

Todas las dietas que funcionan están diseñadas para inducir una brecha de energía entre cuánto comes y cuánto consumes diariamente. Entre los muchos modelos alimentarios, quedan excluidos aquellos que tienen una estructura bizarra y que imponen reglas absolutamente imposibles de cumplir y más cuando nos asalta un ataque de hambre, algo que podemos sentir en cualquier momento pero que parece que de forma especial suele ocurrir cuando estamos a dieta. Sin embargo, gracias a los trucos y consejos que os vamos a dar podremos controlar gestionar cualquier ataque de hambre que tengamos.

Ataques de hambre: consejos y trucos

Reducir al extremo la ingesta calórica tiene el efecto de inducirnos a ataques de hambre incontrolables que en algunos casos además suelen ocurrir de noche, algo que al margen de la dieta puede deberse a efectos o cuestiones psicólogicas por lo que ante esta situación, lo mejor es acudir al médico para que nos ayude con una terapia con medicamentos.

Pero al margen de este tratamiento, puede ser útil adoptar algunas estrategias:

  • Estructurar una dieta basada en cinco comidas (desayuno, dos meriendas, comida y cena) para ingerir más calorías en la primera parte del día;
  • Elimina el café u otras bebidas con cafeína ;
  • No tomes bebidas alcohólicas antes de irte a dormir (el alcohol aparentemente puede favorecer el sueño pero el sueño que sigue a su abundante consumo no es de buena calidad);
  • Mejora la higiene del sueño : se trata de imponerse a no trabajar después de cenar, evitar usar ordenadores u otros aparatos electrónicos, ver películas o escuchar música que alerten a nuestro sistema nervioso (la música clásica estaría bien en lugar de la música rock y un buen libro podría estar la alternativa a una película llena de adrenalina).

Consejos para controlar los ataques de hambre

Además de esas estrategias mencionadas, debemos saber que todos estamos genéticamente inclinados a no resistir las tentaciones de alimentos porque nuestros genes han sido seleccionados por el hambre. Los mecanismos que regulan el hambre son más potentes que los que inducen la saciedad. Aquellos que experimentan esta dificultad cada vez que se ponen a dieta están dispuestos a culparse por todo. Se convencen de que tienen poca fuerza de voluntad.

Por otro lado, cuando decidimos ponernos a dieta lo hacemos con la corteza prefrontal que es la parte racional de nuestro cerebro . También es la parte más costosa de todos los mecanismos cerebrales. Si estamos cansados ​​y hambrientos (como cuando nos obligamos a hacer mucho deporte y comer poco) la corteza prefrontal funciona mal y nos convertimos en víctimas de la parte impulsiva que reside en las zonas más profundas de nuestro cerebro. Es por eso que aprovechar la fuerza de voluntad a veces no funciona .

Cuando se trata de dieta, no vale la pena ser tan estricto como un soldado pretoriano. En este caso, el riesgo de caer en la ortorexia es elevado: se trata de una atención patológica a las normas dietéticas , a la elección de los alimentos y a sus características.

Por ello, debemos procurar seguir la dieta indicada sin obsesionarnos y en el momento que «flaqueemos» y tengamos ganas de salir corriendo a llenar la nevera. Podemos entonces elegir estas otras estrategias a implementar cada día:

  • descansar y conservar la energía (ritmo de sueño-vigilia conservado, estrategias de manejo del estrés , distribución óptima de calorías);
  • asegúrate de no tener a mano los típicos alimentos reconfortantes;
  • permitirse una derogación de la dieta de vez en cuando (los patrones cíclicos que alternan más días bajos en calorías con días de mayor libertad están bien).

Con ello, lograrás controlarte aunque si tu problema tiene más que ver con la ansiedad que con la dieta, es mejor como ya hemos comentado, que visites un médico.

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