Así desarmó el fiscal las excusas de Orleans: “¿Necesitaba Juan Carlos I su ayuda teniendo 80 millones en Lucum?”
Juan Carlos I obligó a Corinna a devolverle 3 millones por los vuelos privados que había pagado Zagatka
Juan Carlos I cobró a través de Zagatka una comisión de 4,2 millones de OHL por un proyecto en México
El interrogatorio de Bertossa a Orleans sobre el ‘pelotazo’ de los terrenos de la Riviera Maya
Juan Carlos I pagó los 65 millones a Corinna desde una ‘offshore’ a nombre de sus testaferros Fasana y Canonica
La declaración de Álvaro de Orleans ante Yves Bertossa, el 10 de octubre de 2018, llegó a sacar de sus casillas al representante de la Fiscalía del Cantón de Ginebra. Tal era el cúmulo de imprecisiones y rodeos por parte del primo de Juan Carlos I que el procurador helvético se vio obligado a reprobar las divagaciones del interrogado.
El clímax llegó cuando Orleans le comentó que se sintió entristecido al enterarse de que Corinna se había servido de la Fundación Zagatka para pagar sus viajes en jet privado: «Yo consideraba que la financiación de dichos viajes constituía una ayuda a mi familia». Bertossa no pudo reprimirse y le soltó un zasca a Orleans: «¿Tenía Juan Carlos I necesidad de su ayuda con 80 millones en Lucum?»·.
Se refería a la supuesta donación que había recibido Juan Carlos I, el 8 de agosto de 2008, en una cuenta de la Fundación Lucum en la banca suiza Mirabaud para ingresar 65 millones de euros (100 millones de dólares) que, supuestamente el anterior Rey de Arabía Saudí Abdalá bin Abdulaziz, le había donado de manera desinteresada.
La Fundación Lucum fue constituida en el paraíso fiscal de Panamá por dos de los testaferros suizos del ex monarca: Arturo Fasana y Dante Canonica. Según los datos societarios del registro mercantil panameño, Fasana figura al frente de la sociedad como presidente y Canonica, como secretario.
Álvaro de Orleans aguantó el golpe y contestó: «Ignoraba que tuviera ese dinero en Lucum. Se trata de una gran sorpresa para mí. Históricamente pertenezco a la rama familiar que, gracias a sus actividades en la industria italiana, dispongo de más medios económicos».
Una carta de Juan Carlos I
Y el primo del Rey emérito siguió aclarando el asunto de los viajes en los jets privados: «Una vez aparecieron los artículos de sus viajes en la prensa española, pude hablar con el Rey, quien me respondió con una carta de la cual le dejo una copia».
La carta, que forma parte de la investigación de las diligencias P/4783/2018 de la Fiscalía del Cantón de Ginebra, pasaba a convertirse en uno de los «archivos adjuntos del anexo».
Pero Bertossa siguió profundizando en las contradicciones de Orleans y contraatacó con otra pregunta: «¿Por qué razón le escribió M. Fasana, el 1 de diciembre de 2010, indicándole que el reembolso debía ser efectuado dado que esos viajes habían sido, única y exclusivamente, realizados por Corinna y/o los miembros de su familia?».
Orleans se mantuvo enrocado en su versión: «Según entendí, el reembolso fue únicamente de los gastos de viaje de Corinna Sayn Wittgenstein».
Como adelantó ayer OKDIARIO, la entonces compañera sentimental de Juan Carlos I, se vio obligada a reembolsar en la cuenta de la Fundación Zagatka 3 millones de euros que, según Orleans, había adelantado los pagos de sus viajes en aviones privados.
En su declaración ante el fiscal Bertossa, el primo del Rey emérito aseguró: «No me preocupé en saber quién pagaba los otros viajes, que fue un error por mi parte. Mi asistente debió suponer que yo estaba de acuerdo en pagar dichos gastos, lo que no era el caso. El Rey realizó numerosos viajes más. Cuando me di cuenta de que dichos viajes estaban todos financiados por la Fundación ZAGATKA, me di cuenta de que tenía que decirle al Rey que esta situación no era correcta».
Según el Príncipe Orleans: «Finalmente, pedí el reembolso de dichos viajes porque supe que Corinna Sayn Wittgenstein también había disfrutado de dichos viajes y que no me correspondía pagar sus gastos».
El chasco de pagar 3 millones
Pero quien habló con Corinna para que devolviera el dinero fue el propio Juan Carlos I. El reembolso se produjo a finales de 2010, cuando las relaciones entre Corinna y el ex monarca pasaban ya por un distanciamiento. La princesa alemana, que había sido convencida por el propio Rey para que viajara en aviones privados por seguridad y discreción, se llevó el gran chasco de tener que devolver los 3 millones de euros.
Orleans pagaba los jets privados de Air Partner a través de una cuenta del Credit Suisse de Ginebra, perteneciente a la Fundación Zagatka. En los contratos con la compañía aérea británica figuraba el primo de Su Majestad (SM) como titular, pero le delataba el domicilio consignado en el documento: «Prince Álvaro J de ORLEANS-BORBÓN. Palacio de La Zarzuela. 28071. Madrid. Spain». El domicilio real de Juan Carlos I.
El noble español con residencia fiscal en Mónaco pagó, entre otros, el chárter que condujo al Rey emérito a Bahrein y Emiratos Árabes Unidos, en abril de 2016, en un Bombardier de la compañía británica Air Partner, por el que el primo de Juan Carlos pagó 125.000 euros.
En la comisión rogatoria que remitió el fiscal anticorrupción, Luis Pastor, a la Procuraduría del Cantón de Ginebra solicitaba a sus colegas suizos «las declaraciones prestadas por Dante Canonica, Arturo Fasana, Corinna Zu Sayn-Wittgenstein y Álvaro Jaime de Orleans Borbón».
El fiscal español mantenía que Canonica y Fasana, «tal y como se relata en su comisión rogatoria» -se refería a otra del mes de agosto de 2019, cumplimentada por Bertossa- habrían sido «las personas encargadas de crear la estructura con la finalidad de recibir la donación del Rey de Arabia».
Así mismo, el representante de la Fiscalía Anticorrupción señalaba a Álvaro de Orleans, según la respuesta del procurador de Ginebra, como «otra de las personas utilizada por Juan Carlos I para ocultar parte de las comisiones recibidas».
OKDIARIO ha tenido acceso, en exclusiva, a una copia de la primera y, hasta ahora última, declaración de Álvaro de Orleans ante Bertossa (10-10-2018), en la que el familiar de Don Juan Carlos se limitó a responder las preguntas con ambigüedades, excepto cuando el procurador helvético le puso sobre la mesa los documentos de la investigación.