El pueblo argelino derroca al dictador Buteflika sin derramar sangre
Tras cinco semanas de movilizaciones gigantescas, el pueblo argelino ha conseguido echar al presidente Abdelaziz Buteflika, símbolo principal de la corrupción de un régimen tiránico y depredador. Las decenas de millones de argelinos que han invadido calles y plazas en todo el país han empujado al Ejército a dar un ultimátum a Buteflika y su camarilla, y a desalojarle del poder presidencial.
Hace 20 años, Abdelaziz Buteflika fue traído por el Ejercito de su exilio dorado en los Emiratos Árabes Unidos donde se refugiaba para huir de la Justicia acusado de haber robado miles de millones de dólares de la ‘caja B’ del ministerio de Asuntos Exteriores que había dirigido 17 años. El mismo Ejército que le colocó en el sillón presidencial, le ha obligado hoy a dimitir, presumiblemente tras una negociación en la que estaría en juego una cierta impunidad parea su entorno familiar.
La caída del autócrata no cierra la crisis en Argelia. “Lo más difícil es lo que viene ahora”, estiman los internautas que inundan las redes sociales en Argelia. Ante el nuevo escenario se abren dos posibilidades:
Por un lado, que el Ejército se atenga al pie de la letra a la actual Constitución, y permita que la presidencia interina del país pase a manos del presidente del Senado, Abdelkader Bensalah o uno nuevo designado apresuradamente, dejando intactos e irrevocables el actual Gobierno y las dos asambleas parlamentarias, la Cámara de representantes y el Consejo de la nación. En este caso, el presidente interino tendría como única misión organizar las próximas elecciones presidenciales, que culminarían con una nueva figura a la cabeza del Estado. Esta sería la solución de continuidad del sistema, que viene siendo rechazada unánimemente por la población en las multitudinarias manifestaciones desde el 22 de febrero.
O bien, que el Ejército se siente a la mesa de negociaciones con los representantes de la movilización popular, con la sociedad civil y los partidos políticos – algunos de ellos aun deben ser legalizados -, y elijan una ‘comisión presidencial de transición’ encargada de preparar las futuras elecciones con total trasparencia y apertura. En este caso, algunas personalidades ya se han pronunciado en favor del mantenimiento del actual gobierno y de los órganos parlamentarios “para llevar tareas técnicas” y evitar un vacío de poder.
Proceso electoral
Una cuestión crucial que ya se está planteando es quién y cómo va a controlar el proceso electoral del que tiene que salir un nuevo jefe de Estado, un nuevo Gobierno, y un nuevo poder legislativo. En este punto, “la calle debe tener la última palabra”, declaran a ATALAYAR algunos exponentes de la movilización.
El Ejército que ha asumido la responsabilidad histórica de obrar como portavoz del pueblo movilizado no es el que condujo la Guerra de liberación anticolonial. Los pocos combatientes que quedan de la guerrilla que durante siete años se enfrentó al Ejército francés apoyado por la OTAN, están, salvo contadas excepciones, en la sociedad civil. El actual Ejército se formó después de la Independencia. Pero su resonancia con el pueblo es muy profunda. La consigna coreada por cientos de miles de ciudadanos de ‘Ejército&pueblo, hermano&hermano’, ha sido determinante en este capítulo de la crisis.
El pueblo argelino ha salido reforzado, superando divisiones tribales, lingüísticas y religiosas; el Ejército también, manteniendo su cohesión interna y soldando su unidad. La participación del jefe de la Guardia Republicana, el general Benali Benali, en la reunión del Estado mayor que ha decidido sacar al presidente Buteflika, es más que un símbolo. Era conocida la rivalidad entre los generales Benali y Gaid Salah, y además la Guardia Republicana dependía como cuerpo armado de seis mil hombres con material pesado, de la Presidencia de la república. El general Benali no estaba sometido al mando del general Gaid Salah y, sin embargo, participó en la reunión junto a los generales de cuerpos de fuerza, jefes de regiones militares y principales mandos del ministerio de Defensa. Esta imagen está siendo muy bien valorada por los ciudadanos, que ven a sus Fuerzas Armadas intactas, unidas y firmes. Desde hace ya varias semanas el pueblo estaba convencido de que el Ejército no iba a salir a pararlo, a reprimirlo. Pero ahora ve que además está decidido a llevar el proceso hacia adelante.
Queda un largo proceso por delante. La Justicia, que ha ganado su independencia a pulso, va a tener un gran quehacer. Las libertades democráticas de reunión, de prensa, de manifestación, ya son una conquista irreversible. La manifestación prevista para este viernes 5 de abril, será decisiva para calibrar si el Ejército se decanta por una solución de continuidad abierta al progreso, o por una solución de ruptura con el sistema. Ambas son posibles, y, en cualquier caso, Argelia ya ha franqueado el ‘rubicón’ y abierto un nuevo capítulo en su historia.
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