Invasión rusa de Ucrania

La raspútitsa: el letal enemigo de Hitler que ahora frena a las tropas de Putin en Ucrania

Putin Ucrania
Un carro Panzer alemán en 1941 y un carro ruso en Ucrania en 2022.
Pelayo Barro

Cientos de vehículos de transporte rusos, carros de combate y camiones con lanzadores de artillería están atrapados en el lodo que estos días cubre los campos ucranianos. Un fenómeno meteorológico bien conocido que suele darse en estas fechas en Ucrania, cuando el deshielo de las nieves invernales se junta con las primeras lluvias primaverales. Esa infiltración de agua en el terreno recibe el nombre de raspútitsala estación del fango, y se está convirtiendo en uno de los grandes enemigos de las tropas de Vladimir Putin en el avance de su invasión. El Ejército de Adolf Hitler lo sufrió en sus propias carnes en 1941, cuando sus blindados quedaron atrapados en Ucrania durante la invasión fallida de la URSS.

Vladimir Putin parece haber olvidado el mito del temible ‘general invierno’, término acuñado por los historiadores para explicar las causas de por qué ningún gran imperio ha conseguido llevar a buen puerto una campaña militar contra Rusia en su territorio. El lodo y el frío frenó a la artillería de Napoleón en 1812 e hizo lo mismo con la Wehrmacht durante la llamada Operación Barbarroja que emprendió Hitler en 1941.

Un vehículo de la Alemania nazi estancado en el barro.

La historia se repite

Las imágenes de carros de combate Panzer de la Alemania nazi tragados por el lodo en Ucrania en el otoño de 1941 se vuelven a repetir en 2022, pero sus protagonistas ahora son los carros de combate T-90, la artillería antiaérea Pantsir-S1 y los 9K22 Tunguska. La a priori indestructible y letal apariencia de este armamento ruso queda desmitificada con las decenas de imágenes que comparten los soldados ucranianos de blindados semienterrados en el barro. Centenares de millones de dólares en material tragado por la tierra.

Las grandes cantidades de agua almacenadas en el terreno licúan la tierra. Una vez que la panza del vehículo toca tierra, sus orugas se entierran en el fango y pierden tracción. La única solución que le queda a sus tripulaciones es abandonarlos. En el caso de los T-90 rusos, su carro más avanzado, ni siquiera los 1.000 caballos de potencia de su motor diésel sobrealimentado son capaces de sacarles del aprieto.

Las causas

El fenómeno de la raspútitsa es bien conocido entre los analistas militares. Sin embargo, es la vulnerabilidad de las fuerzas armadas rusas ante este mar de lodo lo que ha sorprendido significativamente a los expertos. Y ya se barajan varias causas.

La primera de ellas pasa por un mal mantenimiento de las orugas y los neumáticos que utilizan los vehículos rusos. Los analistas han señalado, gracias a imágenes de los convoyes detenidos en campo abierto, que los blindados y camiones calzan neumáticos de fabricación china Huanghai YS20. Imitaciones de las gomas todoterreno especializadas que fabrica Michelin para el Ejército estadounidense y otros aliados de la OTAN.

Pero además, el problema del lodo para el Ejército ruso se agrava ante la práctica inexistencia sobre el terreno de vehículos de recuperación (ARV). Se trata de camiones con grúa y personal militar especializado en sacar del barro blindados atrapados. Ante esa falta de material, los rusos recurren a soluciones improvisadas como llevar troncos adosados al vehículo para formar rampas en caso de atasco.

Camiones militares rusos en Ucrania.

Por si fuera poco, las tropas rusas se enfrentan a otro enemigo que suele ser demoledor en una guerra: la improvisación. Los analistas coinciden en señalar que Rusia esperaba alcanzar sus objetivos en pocos días, por lo que descuidó sus líneas de suministro y aprovisionamiento logístico. Así, las largas columnas de blindados comenzaron a sufrir escasez de combustible y munición hasta quedar en muchos casos inoperativas.

Además, la resistencia ucraniana se ha afanado insistentemente en atacar esas líneas de suministro, puestas en marcha días después del inicio de la invasión. Los convoyes de camiones cisterna cargados de combustible son uno de los objetivos principales del Ejército y la resistencia ucraniana.

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