Nadie quiere atribuirse la muerte del líder terrorista de la rama de Al Qaeda en Siria
Es curioso lo que está ocurriendo con la muerte de Abu Omar Saraqeb. En una guerra nadie dudaría en apuntarse la muerte de un enemigo en un bombardeo, y más si es un terrorista sanguinario inmerso en un conflicto con innumerables frentes e intereses cruzados. Siempre será difícil y en la inmensa mayoría de ocasiones imposible determinar qué bomba mató al líder terrorista de la rama de Al Qaeda en Siria, el antiguo Frente Al Nusra (hoy conocido como Frente Fateh al Sham), de modo que a nadie extrañaría que una coalición u otra se quisiera poner la medalla. Sin embargo, está ocurriendo lo contrario. Todos se borran…
En la tarde de este viernes, ha sido el Pentágono el que ha negado que haya tenido algún papel en la muerte del comandante Saraqeb, que fue abatido en un ataque aéreo cerca de Alepo. Junto al líder del Frente Fateh al Sham también fallecieron otros líderes rebeldes que estaban reunidos con él en la noche del jueves.
«No fue un ataque de EEUU», dijo el capitán Jeff Davis, portavoz del Pentágono. «Lo que haya pasado allí, no fue algo que hecho por los militares estadounidenses», agregó.
La coalición liderada por Washington realiza bombardeos diarios en el norte de Siria, pero su objetivo es el grupo Estado Islámico (ISIS) y se mantiene al margen de los violentos choques de Alepo, donde rusos y fuerzas gubernamentales sirias enfrentan a los rebeldes.
«No tenemos ninguna razón para estar en Alepo, no es donde está el ISIS», dijo Davis. Un oficial de defensa estadounidense utilizó después unos términos curiosamente peyorativos para referirse al ataque en declaraciones a la AFP apuntando a que Rusia es el «principal sospechoso».