Israel aprueba construir 2.500 viviendas en Cisjordania en pleno idilio con la nueva Casa Blanca

Trump-Netanyahu
Donald Trump y Benjamin Netanyahu en imágenes recientes (Foto: Reuters).

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca es un hito para el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Por fin se las puede ver con un presidente republicano en Washington, después de haber coincidido primero con Bill Clinton en su primera etapa (1996-1999) y con Barack Obama en la segunda (2009-…). Y ‘Bibi’ no quiere perder el tiempo, como demuestra que sólo cuatro días después de la jura en las escalinatas del Capitolio, ha anunciado la construcción de 2.500 nuevas viviendas para colonos israelíes en el territorio de Cisjordania.

El Partido Republicano suele presentar menos matices en la indisoluble alianza de Estados Unidos con Israel y Trump, incluso, ha presentado unas credenciales aún más halagüeñas para la única democracia de Oriente Próximo anunciando insistentemente su intención de llevar la embajada de su país desde Tel Aviv, capital económica israelí, a Jerusalén, la capital política –aunque disputada con los palestinos–.

El ministro de Defensa de Israel ha sido el encargado de hacer este anuncio que promete enrarecer aún más las relaciones del Ejecutivo de Netanyahu con la Autoridad Nacional Palestina. En realidad, lo único que ha hecho Israel es cumplir con lo prometido: esperar a que se produjera el relevo en la Presidencia de EEUU para hacer el anuncio oficial y poner en marcha el proyecto de nuevas colonias en las tierras que los israelíes llaman Samaria y Judea –»no hay nada más judío que Judea», defienden los colonos–.

Pero es cierto que éste es el anuncio más ambicioso al respecto de los últimos años. «El ministro de Defensa Avigdor Lieberman y el primer ministro Benjamin Netanyahu decidieron aprobar la construcción de 2.500 unidades habitacionales en Judea-Samaria para responder a las necesidades de alojamiento y de la vida cotidiana», dice el comunicado oficial.

Hay que recordar que el pasado mes de diciembre, la Administración Obama dejo por primera vez solo a Israel ante una resolución de condena del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que censuraba el proyecto de nuevas colonias. Netanyahu llamó la atención ante lo que para él era una maniobra de «venganza» de Obama tras ocho años de cohabitación difícil entre ambos dirigentes. La Presidencia del demócrata ha virado la tradicional política exterior de EEUU, que mientras cerraba el acuedo mnuclear con Irán –máximo enemigo de Israel– dejó de interesarse tanto por Oriente Próximo y centró sus intereses en el Pacífico.

El Consejo aprobó una resolución que buscaba el fin de los asentamientos israelíes en territorio palestino, gracias a la abstención de Estados Unidos, que abandonó su tradicional veto sobre los asuntos que afectan a la nación judía.

El texto, una iniciativa egipcia, debía haberse votado un día antes, pero se pospuso ante los llamamientos del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, que querían evitar que llegara a votarse.

Trump quiere reenderezar la política exterior de Washington a posiciones más tradicionales, y acaba de sacar a su país del Tratado Transpacífico de Libre Comercio negociado por Obama durante todos los años de su Presidencia y firmado recientemente. Y cuando a finales de diciembre Obama le pasó factura a Netanyahu, el entonces ‘sólo’ presidente electo demostró su vehemencia en la defensa de Israel, y volvió a anunciar su proyecto de llevar la embajada de EEUU a Jerusalén, pese a las advertencias, incluso por carta, de Abu Mazen, máximo dirigente palestino, de que «una decisión como ésa incendiará Oriente Próximo».

Si por el humo se sabe dónde está el fuego, el anuncio de Israel este martes no hace sino anticipar que la tensión, a la vez que EEUU, puede regresar a la región.

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