El presupuesto de Trump prevé eliminar USAID, la agencia de ayuda al desarrollo

Donald Trump
Donald Trump. (Foto: AFP)

Una de las prioridades del magnate de la construcción que hoy ocupa la Casa Blanca está pasando oculta entre las enormes polémicas mediáticas: Donald Trump quiere hacer desaparecer USAID, la agencia de ayuda al desarrollo de Estados Unidos. ‘America first’ es el eslogan de Trump, y a fe que lo quiere aplicar.

Ya ha tenido que guardarse su reforma sanitaria para mejor ocasión. Y este mismo martes, el Congreso le ha echado atrás los primeros 1.400 millones de dólares para iniciar la construcción del muro en la frontera de México. Las dos principales promesas de Trump se han topado con la realidad: es el legislativo el que decide sobre el dinero y por mucho que el presidente quiera aprobar unas políticas, si éstas no van acompañadas de fondos, no hay más que discutir.

El plan se enmarca en las prioridades de gasto que el presidente republicano anunció al poco de tomar posesión: menos dinero para el tercer mundo y más para los militares; menos atención a los programas de apoyo a los pequeños países aliados que apuntalan la posición de EEUU en cada rincón del mundo y más para reforzar la política exterior del Departamento de Estado.

Es precisamente este ‘ministerio’ el que, según publica la revista Foreign Policy, se hará cargo de la estructura de USAID a partir de 2018. De la exigua estructura que le quede, si Trump consigue sacar adelante sus planes.

En un documento interno de 15 páginas [consúltelo completo aquí], calificado de «sensible pero no clasificado»—es decir, que no es secreto pero que no se debe filtrar—, la Administración Trump detalla su cálculo de recorte de fondos programa por programa y país por país a partir del año que viene. Lo que quede de USAID dispondrá de un 60% del presupuesto que tiene este año. Y sus prioridades dejarán de ser de asistencia y desarrollo para ser de política exterior y geoestrategia.

Presupuesto ya o cierre de la Administración

La clave es que el presupuesto debe aprobarse antes de este viernes. Si no, un minuto después de la medianoche, EEUU no tendrá un solo centavo para hacer frente a sus obligaciones, ni de las nóminas de los empleados públicos, ni siquiera al pago de la deuda.

Paradójicamente, ésta es la ocasión de los demócratas para devolverle a los republicanos aquel cierre presupuestario de 2013, cuando centenares de miles de trabajadores debieron quedarse en sus casas porque las oficinas  de las instituciones públicas en las que estaban empleados habían cerrado sus puertas. Fue la mayoría republicana en el Congreso, entonces, la que lo provocó, bloqueando un presupuesto de Barack Obama. En este caso, el voto demócrata se inclina por esta misma opción su Trump no depone su actitud. Pero también el de muchos legisladores republicanos.

Los senadores y representantes de los estados limítrofes con México pertenecientes al partido por el que se presentó Trump a las presidenciales no ven con buenos ojos la construcción del muro. En el objetivo de «tumbar el Obamacare», Trump se topó con las reticencias de unos 30 representantes republicanos, bien por considerar que el presidente se quedaba corto en su reforma bien por temor a enfadar a los votantes de su circunscripción. Su negativa se unía a la de toda la bancada demócrata.

Republicanos contra el recorte en ayudas

Y lo mismo debe pasar en el caso de USAID. Los demócratas lo rechazan de plano e incluso el ex aspirante presidencial Lindsay Graham, senador republicano por Carolina del Sur, ha calificado el presupuesto de Trump «muerto desde su llegada» al Congreso.

Andrew Natsios, ex director de USAID durante el Gobierno del republicano George W. Bush, ha considerado como «un innegable desastre a largo plazo» esta decisión de Trump. «Predigo que pagaremos el precio de estos recortes y decisiones políticas pobremente pensadas y diseñadas de un modo poco inteligente», ha concluido en declaraciones a la citada revista.

El dinero ya no ayuda al desarrollo, sino a la política

El documento prevé para África eliminar toda ayuda al desarrollo de países como Burundi, República Centroafricana; toda la ayuda al desarrollo a Etiopía, Ruanda o Senegal y a todos los programas regionales en África.

En Europa, desaparecen todos los programas o se reconvierten a otras partidas proclives a que los fondos tengan objetivos más políticos que de desarrollo.

En su patio trasero, Latinoamérica, Donald Trump deja claras sus preferencias políticas y a quién quiere castigar. Cuba se queda a cero. Lo mismo que Brasil, Ecuador, Nicaragua, Venezuela

El caso más evidente del viraje del dinero de USAID hacia la diplomacia es el de los países de Oriente Próximo, donde la Administración Trump deja claro que sus intereses son geoestratégicos y no de apoyo a los programas de ayuda a la protección de la salud, el desarrollo de la educación o el crecimiento del empleo y económico de los países afectados. Así, los fondos dedicados a Irak crecen en un 144% —de 122,5 millones de dólares a 300 anuales—; los de Libia, en un 130% —de 10 millones a 23—; y los de Siria, en un 50% —desde los 100 millones en 2017 a los 150 previstos para 2018—.

Al contrario, países necesitados de apoyo para su democracia emergente como Túnez, ven recortadas sus asignaciones en un 33% y los 15 millones de dólares que recibía Marruecos en ayuda al desarrollo desaparecen para convertirse en 10 millones de apoyo económico directo a su Gobierno.

Los fondos de cooperación regional y multilaterales en Oriente Próximo, simplemente desaparecen o se quedan en cifras ridículas.

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