Los autobuses vuelven a Alepo para retomar la evacuación de civiles

Alepo
Autobuses camino de Alepo (Foto: AFP).

Decenas de autocares empezaron a entrar este domingo en el último reducto rebelde de la ciudad siria de Alepo para reanudar la evacuación de miles de civiles y combatientes insurrectos, que esperan hambrientos y ateridos.

«Los autocares empezaron a entrar en los barrios de Zabdiya, Salaheddin, Al Mashad y Al Ansari en el este de Alepo bajo supervisión de la Media Luna Roja y del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) para sacar a los terroristas que quedan y a sus familias», indicó la agencia oficial siria Sana. El régimen utiliza la palabra «terroristas» para referirse a los rebeldes.

La evacuación de Alepo quedó interrumpida el viernes por divergencias sobre el número exacto de personas que debían ser evacuadas de Fua y Kefraya, dos localidades chiitas controladas por el régimen y asediadas por los rebeldes en la provincia vecina de Idlib, en el noroeste de Siria.

Según el acuerdo alcanzado entre Turquía, apoyo de los rebeldes, y Rusia e Irán, aliados del régimen, esta evacuación debía coincidir con la de Alepo. Pero los rebeldes aceptaron dejar salir a 1.500 personas de Fua y Kefraya, mientras que Teherán reclama la salida de 4.000 individuos. Una fuente militar confirmó este domingo la entrada en vigor de un nuevo acuerdo y, según la televisión estatal, 100 autocares llevarán a cabo la evacuación de Alepo.

Un responsable rebelde confirmó por su parte un nuevo acuerdo para evacuar Alepo, Fua y Kefraya en dos etapas. «En una primera etapa, saldrá la mitad de la gente sitiada en Alepo, en paralelo a la evacuación de 1.250 personas de la localidad de Fua», explicó. A continuación, «otras 1.250 personas de Kefraya saldrán al mismo tiempo que el resto de los habitantes deAlepo», dijo.

Y, por último, otros 1.500 individuos abandonarán Fua y Kefraya, mientras el mismo número de personas dejarán Zabadani y Madaya, dos ciudades rebeldes cercadas por el régimen en la provincia de Damasco. En Alepo, miles de civiles han pasado la noche entre las ruinas de los edificios, a la espera de abandonar la ciudad. Sin agua ni comida, agotadas, sobreviven comiendo dátiles.

En el último hospital del sector rebelde, las condiciones son penosas. Se ven enfermos y heridos acostados por el suelo, no hay agua ni comida y apenas se puede calentar el edificio, donde las temperaturas rondaron los seis grados bajo cero durante la noche. Un fisioterapeuta, Mahmud Zaazaa, aseguró que sólo quedaban «tres médicos, un farmacéutico y tres enfermeros» en la zona.

 

 

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