Arranca la cuenta atrás para las elecciones presidenciales en Francia con el auge de Le Pen

Elecciones en Francia
Marine Le Pen y Emmanuel Macron, candidatos a la Presidencia de Francia. Foto: AFP
  • Álvaro Escalonilla | Atalayar.com

Aún quedan más de 365 días para la celebración de las elecciones presidenciales en Francia. Aunque la carrera por ocupar El Elíseo ya ha dado comienzo. En primera posición parte el actual presidente de la República, Emmanuel Macron, todavía favorito en las quinielas. Tras de sí arrastra una larga nómina de perseguidores que tratan de sortearle en la próxima curva. ¿Pinchará Macron o conseguirá renovar el impulso reformista que le hizo llevarse la pole en 2017?

El líder de La République En Marche (LREM), la plataforma política creada expresamente para lanzar su candidatura en las elecciones presidenciales hace cuatro años, ha estado al volante durante la crisis de la COVID-19 y su gestión de la pandemia ha sido cuestionable. Como era previsible –y como le ha sucedido a otros líderes políticos a nivel global– el desgaste en su imagen le ha llevado a perder enteros en detrimento de otros candidatos.

El virus en Francia se ha cobrado un total de 5,4 millones de contagios y más de 102.000 fallecidos. Macron, el jefe de Estado más joven de la V República, decidió echar el cierre a finales de marzo ante el repunte de casos y decretó el confinamiento durante el mes de abril. Los ciudadanos franceses tienen prohibido desplazarse más de 10 km de su domicilio salvo casos excepcionales, aunque las restricciones vencen el próximo 2 de mayo.

Por su parte, la campaña de vacunación avanza con celeridad. Casi 18 millones de franceses han sido vacunados, según datos del Ministerio de Sanidad. De esa cifra, hasta 13 han recibido al menos una dosis y los 5 millones restantes han completado el proceso de inmunización con la inoculación de la segunda dosis. La vacuna de AstraZeneca también ha generado rechazo, sin embargo, Francia es el país de la Unión Europea con mejores números de inmunización después de Alemania y el tercero en todo el continente.

Macron mantiene el liderazgo en las encuestas, y se ha mostrado resistente ante los envites de la oposición. Las revueltas provocadas por los denominados chalecos amarillos entre 2018 y 2019 alteraron el orden público y lanzaron un órdago al presidente. Las protestas se apaciguaron, y el propio Macron entonó el mea culpa tras señalar que “infravaloró el impacto a la clase media” con la subida de impuestos a los carburantes. Un ejercicio de autocrítica poco habitual.

Alcanzar la reelección de cara a las próximas elecciones se antoja cada vez más complicado para el actual jefe de Estado. Además, el ex ministro de Economía durante la presidencia de Hollande aún no ha revelado si volverá a presentarse. “Pase lo que pase, presidiré hasta el último cuarto de hora, ya sea sobre la seguridad, la economía y la industria, las reformas, la educación, el medio ambiente. Es lo que les prometí a las francesas y los franceses, lo que les debo”, declaró en una entrevista a Le Figaro publicada el pasado lunes.

La amenaza Le Pen

De entre la larga nómina de adversarios, Macron tendrá que hacer frente de nuevo a la líder de Reagrupamiento Nacional (RN), Marine Le Pen. La heredera de la extrema derecha francesa se quedó cerca del Elíseo en las presidenciales de 2017 y se ha erigido en la única alternativa plausible a Macron. El actual presidente derrotó a Le Pen en la segunda vuelta con una diferencia de 10 millones de votos, arropado por el resto del electorado, después de aplastarla en el debate electoral. Un lustro después, todas las miradas estarán puestas en el mismo cara a cara.

Le Pen mantiene su puesto de diputada en la Asamblea Nacional y el férreo liderazgo del partido. Pese a no haber explotado con eficacia la crisis de la pandemia y la discutible gestión de Macron, la candidata conserva el apoyo de una cuarta parte del electorado francés. Además, las encuestas la sitúan más cerca de una futura victoria en las urnas. Los dos últimos sondeos Ifop para Journal du Dimanche y Elabe para BFMTV muestran un duelo evidente entre Le Pen (25/28%) y Macron (24/27%).

La candidata de extrema derecha es favorita de cara a la primera vuelta, sin embargo, la clave de su victoria pasa por frenar el voto masivo en contra. En caso de llegar con opciones a la segunda vuelta, la movilización será determinante: si la población reacciona en masa será para respaldar a Macron, tal y como pasó hace 5 años, mientras que la abstención podría beneficiar a la líder de Reagrupamiento Nacional.

La renovada atención al terrorismo y al radicalismo islamista a raíz del atroz asesinato del profesor de Historia, Samuel Paty, a manos de un refugiado checheno explica su creciente popularidad. Por este motivo, Macron ha puesto en marcha una campaña contra el tráfico de drogas y la inseguridad ciudadana presentada esta misma semana en un barrio marginal de Montpellier para contrarrestar el efecto Le Pen. Él mismo ha reconocido que quiere abrir un debate nacional en relación al consumo de estupefacientes, y ha mostrado su firme respaldo a la Policía.

La beligerancia del Elíseo contra el islamismo radical, anunciado por Macron, se ha materializado en la ley contra el separatismo islamista. Entre las medidas destacan la persecución de la radicalización en internet, la reducción de la educación desde casa y el bloqueo de la financiación extranjera a mezquitas locales. A raíz de este movimiento, algunos analistas han advertido un cierto acercamiento a las posturas de la extrema derecha, sin embargo, este análisis parece equivocado, pues los ahora votantes de Le Pen ven en Macron a un producto europeísta y con un perfil blando.

Una derecha laminada y una izquierda sin ideas

La base electoral del presidente parece haberse desplazado hacia la derecha desde su llegada al poder en 2017. La intención del presidente con este movimiento es atraer al votante de derecha que aún no ha visto en él una figura de autoridad, pero que a su vez rehuye del extremismo del Reagrupamiento Nacional. Es en este plano donde entra el líder de Les Républicains (LR), Xavier Bertrand, el tercero en discordia del bloque de la derecha, quien también se ha mostrado crítico con la gestión de Macron en materia de seguridad. Entre los puntos fuertes del actual líder de la región de la Alta Francia destaca su habilidad para tender puentes y su perfil alejado del establishment.

El debate político de los últimos meses ha vuelto a girar en torno al tema de la seguridad ciudadana. También es objeto de disputa la cuestión de la inmigración. Sin embargo, los temas principales de la campaña, a un año vista, parecen apuntar en la dirección de la recuperación económica tras los estragos de la COVID-19 y, sobre todo, la batalla de las instituciones contra la amenaza del islamismo.

En este espacio de confrontación, la mitad del tablero político parece hallarse sin ideas. La izquierda francesa está noqueada y ninguno de sus candidatos parece representar, a falta de un año para las elecciones, una alternativa sólida al actual presidente. El líder del partido Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, ha sido el primer aspirante de la izquierda en anunciar su candidatura y encabeza el bloque de la izquierda con una intención de voto que ronda el 10%. Aunque sus posibilidades descienden si no consigue aunar a las izquierdas.

Detrás de Mélenchon se encuentra la actual alcaldesa de París, Anne Hidalgo, una de las últimas supervivientes de renombre en el partido tras el terremoto Macron. Criticada con dureza por la oposición como socialista impostada, los últimos sondeos le atribuyen una aceptación rayana al 46%. Si se presenta –como revelará en otoño– sus posibilidades de llegar a la segunda vuelta son del 8%, aunque aumentarían si convergen con los Verdes, el partido liderado por el eurodiputado ecologista Yannick Jadot y con una intención de voto del 5%, que pretenden estar al volante de la candidatura.

El índice de aprobación de Macron no supera el 40% desde el comienzo de la pandemia y su gestión de la misma ha sido objeto de duras críticas por parte de la oposición. Sin embargo, el presidente afronta el gran reto: liderar a Francia e iniciar el proceso de recuperación de la mayor crisis social y económica en décadas provocada por la devastadora crisis sanitaria. Su actuación en los próximos meses promete ser determinante, bien para impulsar su liderazgo o bien para desbaratar su reelección.

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