Historia
Adolf Hitler

¿Sabías que Hitler quiso ser artista? Así rechazaron su solicitud

La carrera artística de Adolf Hitler es un capítulo poco conocido en la historia, pero su relevancia nos invita a reflexionar sobre el impacto del arte

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  • Francisco María
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Antes de convertirse en el dictador de la Alemania nazi, Adolf Hitler soñaba con ser el artista más grande del mundo. En contra de las inspiraciones de su difunto padre de convertirse en funcionario, el joven Hitler de 18 años dejó su ciudad natal de Linz y se mudó a Viena, la capital del Imperio austrohúngaro, para cumplir su sueño de hacerse pintor. Sin embargo, el tiempo y el esfuerzo que Hitler dedicó al arte no rindieron sus frutos, pues fue rechazado varias veces.

Un sueño de juventud

Desde que asistía a la escuela, Adolf Hitler tuvo claro que quería ser pintor. Pero su padre, quien era funcionario de aduanas, tenía otros planes para él: quería que cursara una carrera en la oficina de aduanas. Por ello, decidió inscribirlo en una escuela convencional en lugar de la escuela de arte, lo que hizo que su relación se fracturara aún más.

Después de la muerte de su padre en 1903, el joven Hitler, que sólo había aprobado la asignatura de dibujo, decide abandonar la escuela para seguir su propio camino. En los años siguientes, intentó buscar algún trabajo relacionado con la pintura, mientras garabateaba en sus cuadernos, pero sus intentos fueron en vano.

Un rechazo tras otro

En 1907, Hitler decidió trasladarse a Viena, con el apoyo de su madre, para ingresar a la Academia de Bellas Artes. Convencido de su talento, presentó el examen de admisión, pero fue rechazado. A pesar de aprobar la prueba, sus habilidades de dibujo eran “insatisfactorias” según el comité de admisiones.

En el otoño de 1908, con una técnica más depurada, Adolf volvió a postularse para la Academia de Bellas Artes, pero nuevamente lo rechazaron. Incluso, se le prohibió presentarse otra vez al examen de acceso en el futuro. Este último rechazo fue un golpe muy duro para él, pues estaba convencido de su talento. Al respecto, Hitler afirmó en su manifiesto autobiográfico que el rechazo lo golpeó “como un rayo caído del cielo”.

La falta de originalidad era una de las fallas que los evaluadores veían en sus dibujos, pues estaban repletos de edificios. Sin embargo, el rector le aconsejó intentarlo en el campo de la arquitectura, ya que era muy bueno dibujando detalles arquitectónicos con gran precisión. El problema era que, con su mal expediente académico, no podía aspirar a entrar en una escuela de arquitectura.

Vida bohemia en Viena

Tras haber sido rechazado, Hitler decide quedarse en Viena para seguir intentándolo y evitarse la humillación de volver a casa como un fracasado.  Durante gran parte del siguiente año, apenas tenía para comer, pues su única fuente de ingreso provenía de barrer nieve, cargar maletas en la estación de tren o la construcción. Se mudó de una habitación alquilada barata a otra, e incluso vivió en un refugio para personas sin hogar por un tiempo, pero nunca dejó de pintar.

Durante esos años, Adolf realizó más de 1000 dibujos, pinturas y acuarelas, muchos de los cuales le sirvieron para ganar dinero. De hecho, logró vivir una temporada exclusivamente pintando cuadros y postales de la ciudad (curiosamente, la mayoría de sus clientes eran tiendas de comerciantes judíos). Mientras se dedicaba a pintar durante el día, estudiaba sus libros por la noche.

Con el pasar del tiempo, el joven pintor frustrado comenzó a interesarse por la política, mostrando gran admiración por el entonces alcalde de la ciudad, Karl Lueger, quien era conocido por su retórica antisemita. De hecho, fue durante su estancia en Viena que Hitler le dio forma a su visión antisemita del mundo.

El fin de un sueño frustrado

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Hitler terminó postulándose como voluntario y luchó en el frente occidental, hasta que fue ascendido a cabo. En este tiempo, volcó toda su ira y decepción del fracaso alemán en la pintura. De hecho, dibujó algunas escenas para el periódico del Ejército, incluyendo varias caricaturas, así como paisajes cerca de las trincheras.

En general, las obras de Hitler durante la guerra se basaron en paisajes rurales y urbanos desolados o en ruinas y en material militar como tanques, pero con un estilo mucho más caótico y descuidado. Posiblemente, el desgaste mental que la guerra provocó en él y la dificultad por conseguir materiales para pintar fueron los principales motivos de este cambio.

Como era de esperarse, la derrota de Alemania lo marcó profundamente, tanto como para dejar a un lado su sueño y dedicarse a la política. De hecho, dejó de dibujar casi por completo, algo que resulta evidente en la calidad de sus últimas obras.

Reflexiones finales

La carrera artística de Adolf Hitler es un capítulo poco conocido en la historia, pero su relevancia nos invita a reflexionar sobre el impacto del arte en nuestras vidas y en la sociedad. Nos recuerda que el potencial creativo, si no se canaliza de manera positiva, puede transformarse en algo destructivo. La historia nos enseña que los sueños no cumplidos pueden tener consecuencias impredecibles, y es fundamental fomentar el arte y la creatividad en lugar de permitir que el resentimiento y la frustración tomen el control.

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