La guerra de los dos Pedros en España
La Guerra de los Dos Pedros es un ejemplo de cómo los conflictos dinásticos y territoriales pueden dar lugar a guerras prolongadas y devastadoras.
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En el tercer tercio del siglo XIV, la Corona de Aragón y Castilla se enfrentaron en una guerra naval que, aunque no fue la última, sí fue la más importante. La misma terminó siendo conocida como la Guerra de los Dos Pedros, debido a que ambos reinos eran gobernados por monarcas con dicho nombre: Pedro IV el Ceremonioso de Aragón y Pedro I el Cruel de Castilla.
Los recursos que se destinaron para la contienda, las ramificaciones internacionales que obtuvo y las consecuencias del resultado final de guerra de los dos Pedros, convirtieron a este conflicto en el más relevante de la Baja Edad Media peninsular.
Las causas de la guerra
Las causas de la contienda eran numerosas y muy complejas. La primera de ellas respondía al interés de Castilla por recuperar los territorios que tuvo que ceder a Aragón en la frontera de Murcia, desde el reinado de Fernando IV. Otra de las causas principales de este conflicto fue, sin duda, el apoyo castellano al opositor del rey aragonés Fernando de Aragón, pues se generó un ambiente muy inestable y de constante desconfianza entre ambas coronas.
A todo lo anterior se le sumó la inestabilidad interna en la corte de Castilla tras la muerte de Alfonso XI en 1350 y su sucesión por Pedro I. Este era el único hijo varón dentro del matrimonio, pero el monarca había mantenido una relación ilegítima con Leonor de Guzmán, quién le dio nada menos que diez hijos.
Los hermanastros de Pedro, en especial el mayor, que era conde de Trastámara, creó un partido opositor al heredero de la corona, pero finalmente derrotado.
La actitud de Pedro I, quien era tachado como tirano, también provocó que otros nobles rebeldes huyeran a la corona de Aragón. Por otro lado, la presencia de los conocidos como Infantes de Aragón en la Corte castellana era un foco de inquietud para Pedro IV. Esta situación se produjo en el contexto internacional de la Guerra de los Cien Años y en las relaciones entre los dos reinos y Génova.
La primera fase de la guerra (1356-1361)
La guerra duró una década, pero no fue un enfrentamiento continuo: tuvo distintas fases con treguas y paces esparcidas entre ellas. El primer golpe lo ejecutaron los ejércitos castellanos, quienes tomaron la ventaja con la conquista de Alicante y Tarazona, la victoria en Gibraleón o expedición naval contra Barcelona e Ibiza.
Poco a poco y gracias a la intervención de Enrique de Trastámara, las conquistas se fueron igualando. Una prueba de ello fue la victoria aragonesa en la batalla de Araviana (Soria), el cual constituyó el primer enfrentamiento campal de dos grandes ejércitos en la guerra. La misma fue compensada con la posterior derrota en Nájera.
En 1361 tuvo lugar la infructuosa Paz de Terrer, Zaragoza, localidad fronteriza en la zona de Calatayud. Ante dicho acuerdo, Castilla renunció a casi todas sus exigencias territoriales en la Corona de Aragón, mientras que Pedro IV tuvo que prescindir del apoyo de Enrique de Trastámara.
La segunda fase de la contienda (1362-1369)
Tras el incumplimiento del Tratado de Molviedro (1363), Castilla ejecutó una ofensiva en el Reino de Valencia que llevó al monarca aragonés a solicitar ayuda a Francia. La intervención de las Compañías Blancas dirigidas por Beltrán du Guesclin hizo que la contienda se trasladase a Castilla, donde inició una guerra civil entre los partidarios de Pedro I y los de Enrique de Trastámara (quien se había proclamado rey de Castilla en Calahorra en 1366).
Esta situación obligó a Pedro I a contratar los servicios de Eduardo, el Príncipe de Gales, para enfrentarse a la acometida francesa. En la segunda batalla de Nájera (1367) las tropas de Enrique de Trastámara fueron derrotadas por los arqueros ingleses, por lo que el Conde tuvo que huir a Francia.
Cuando las relaciones entre Pedro I y los ingleses se enfriaron, Enrique se lanzó nuevamente a la conquista de Castilla. En marzo de 1369 se produjo la batalla definitiva en Montiel (Ciudad Real), en la que Pedro I fue derrotado. En su desesperación, Pedro I ofreció dinero, tierras y títulos al comandante francés Bertrand du Guesclin, quien aceptó y concertó un encuentro con el rey.
En dicho encuentro, también apareció Enrique. Ambos hermanastros se enfrentaron, y Enrique terminó asesinando a Pedro I, poniendo fin a su turbulento reinado. De esta manera concluía la Guerra de los Dos Pedros y comenzaba el cambio dinástico en la Corona de Castilla.
Conclusión
Este enfrentamiento no solo fue una lucha por el control territorial, sino que también reflejó las complejidades de las relaciones políticas y sociales en la Europa medieval. La historia de Pedro I y Pedro IV nos recuerda la importancia de la diplomacia y las alianzas en la política de la época, así como las consecuencias devastadoras de la guerra. Este conflicto sentó las bases para futuros enfrentamientos entre los reinos ibéricos y marcó un periodo de inestabilidad política que afectaría a España durante años.
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- Historia de España