El viaje del rey Fernando de Aragón en el que se disfrazó para casarse de incógnito con Isabel
El casamiento se celebró en Valladolid sin la aprobación de Enrique IV y con una bula papal falsificada
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Este jueves se conmemora el aniversario de la boda del rey Fernando con la por entonces princesa Isabel, en una antigua casa de Juan de Vivero, hombre enfrentado con el hermanastro de Isabel, el rey Enrique IV de Castilla. Todo un enlace emocionante, para el cual Fernando tuvo que emprender un viaje de incógnito haciéndose pasar por un mulero, para llegar a Valladolid desde Zaragoza.
Los prometidos corrieron grandes riesgos en la celebración de esta audaz y secreta boda, que los convertiría, pocos años después, en el matrimonio católico más universal de la historia.
La infanta Isabel tenía 18 años cuando llegó a la casa de Juan de Vivero, el 30 de agosto, a la espera de que acudiera su prometido Fernando, un año menor que ella, para celebrar el casamiento, a espaldas de su hermanastro, el rey de Castilla, Enrique IV. Su estancia en Valladolid, Isabel la excusó ante el rey Enrique, con la visita de la tumba de su difunto hermano Alfonso.
Pues, como decimos, el enlace no contaba con el consentimiento del rey, después de que Isabel hubiera rechazado dos candidatos propuestos por él, Alfonso V de Portugal y Carlos de Valois. Algo clave en el conflicto sucesorio, ya que, en los pactos de Guisando, Enrique había accedido a nombrar sucesora al trono a Isabel si éste elegía a su esposo, algo que la heredera no aceptó.
Sin embargo, el padre de Fernando, el rey Juan II de Aragón, propuso a su hijo como candidato para Isabel, a cambio de brindar apoyo a la joven aspirante al trono de Castilla. Isabel que se disputaba la corona con Juana, la hija de Enrique IV, eligió a Fernando, quien ya era corregente, y siguiendo el consejo del arzobispo de Toledo. Una decisión que encolerizó a Enrique IV, quien mandó detener Isabel.
Es por ello que el joven Fernando partiría, una noche de septiembre, desde Zaragoza, de incógnito y disfrazado de mulero, en compañía de dos mensajeros llegados de Castilla, el maestresala Gutierre de Cárdena y el cortes Alonso Palencia.
El trayecto hasta llegar a Castilla era muy arriesgado por la amenazada a ser capturado por los nobles partidarios de Enrique IV. Fernando pasó por Ariza, Monteagudo, Verdejo, Gómara, Osma y Gumiel hasta llegar a Dueñas, el 9 de octubre de 1469. Por su paso, se le irían sumando hombres, hasta llegar a Dueñas escoltado por un cortejo de doscientos. En esta localidad, Fernando se alojó en una fortaleza del conde de Buendía, suegro de Juan Vivero, quien daba hospedaje a Isabel.
En la medianoche del 14 de octubre, se produjo el ansiado encuentro entre ambos, viéndose la primera vez cuatro días antes de celebrar el matrimonio. El joven Fernando llegó a Valladolid, y entró al interior del palacio de Vivero, donde le esperaba su prometida. Según cuentan las crónicas, conversaron durante más de dos horas, se repartieron los regalos protocolarios y firmaron la promesa formal de matrimonio, que se oficiaría los días 18 y 19 de octubre.
Como era habitual en aquellos tiempos, después de la noche de bodas, entraron en la alcoba nupcial varios testigos al compás de trompetas, flautas y timbales, quienes mostraron a la multitud la sábana manchada de sangre, como prueba virginal de Isabel.
La bula papal falsa
Pocos recuerdan ya que Isabel y Fernando se casaron con una bula papal falsa, debido a que el papa Paulo II se negaba a conceder legitimidad al matrimonio, arguyendo que ambos eran primos lejanos en cuarto grado, dado que eran bisnietos de Juan I de Castilla y Leonor de Aragón.
Lo cierto era que este papa no quería tomar partido en el conflicto sucesorio por la corona de Castilla, con la que Isabel estaba enfrascada con su hermano, cuyas tensiones desencadenarían en una guerra civil por la sucesión, entre 1475 y 1479, de la que saldría victoriosa Isabel y Fernando, ya convertido en rey de Aragón.
Por lo que, para poderse casar, los pretendientes presentaron una bula papal firmada supuestamente por su antecesor, Pío II, muerto hace cinco años. Un papa que había permitido matrimonio entre primos hasta el tercer grado. Para ello, los futuros reyes católicos, contaron con la estimable ayuda de Antonio Jacobo de Véneris, el artífice de la falsificación.
Tuvo que pasar dos años más, hasta diciembre de 1471, cuando Sixto IV regularizó la situación, con la conocida como Bula de Simancas. Toda una estratagema orquestada por los Borgias.
Sixto IV envío como legado pontificio al cardenal navarro Rodrigo Borgia, quien se convertiría en 1493 en papa, con el nombre de Alejandro VI. Este cardenal entregó la bula que legitimaría el matrimonio a cambio de conceder a su primogénito Pedro Luis Borgia, la ciudad de Gandía y el título de duque, si lograban prevalecer en el trono, como así fue.
El por qué Fernando ya era rey
Fernando será ya rey cuando se case con Isabel, aun princesa de Asturias. La razón se debe a que un año antes del casamiento, en 1468, fallece la madre de Fernando, la castellana Juana Enríquez.
En ese momento, se decidirá nombrar al joven corregente del reino de Aragón y del reino de Sicilia, para fortalecer su futuro matrimonio con Isabel en una ceremonia oficiada en la Catedral de San Salvador de Zaragoza, conocida popularmente como la Seo. En 1979, Fernando ostentará en solitario la corona del reino de Aragón, a l muerte de su padre, el rey Juan II.
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