¿Es el vino realmente un afrodisiaco?
Antes de dar una respuesta a esta interesante pregunta, repasemos el origen del término afrodisiaco. Tiene su nacimiento en Afrodita, hija de Zeus, que era la diosa griega del amor y la belleza. Desde entonces llamamos así a todo alimento o producto que, supuestamente, aumenta el deseo sexual.
¿Cuál es el origen de la asociación vino y sexualidad?
Pues seguimos con la historia greco-romana, que es el origen de todo este lío. ¿Te acuerdas del dios griego Dionisio y su equivalente romano Baco? Ambos se representaban bajo la figura de un joven coronado con una hiedra, y en la mano un racimo de uvas o una copa. Baco era además el dios de la vegetación y fue quien enseñó a los mortales a hacer vino.
Las fiestas en honor a Baco se llamaban bacanales. Y el vino era el protagonista absoluto en estas celebraciones. Inicialmente solo asistían mujeres y posteriormente se abrieron a los hombres. Estas fiestas se celebraban cinco veces al mes. Además de beber, también se bailaba y todos iban vestidos con pieles de animales.
Pero estos banquetes se hicieron cada vez más desenfrenadas e incluso en ellos se planeaban crímenes y conspiraciones políticas. Por esta razón un decreto del Senado en el año 186 a. C. las prohibió, salvo excepciones que debían ser aprobadas por dicha cámara. A pesar del grave castigo aplicado a quienes practicaran estas fiestas, se siguieron llevando a cabo durante mucho tiempo.
La evidencia científica
Se han llevado a cabo numerosos estudios para conocer la posible influencia del vino en el deseo sexual. Hay uno que merece la pena ver en detalle. Porque en este caso el análisis se centró en las mujeres. Hablamos del que fue llevado a cabo por la Universidad de Florencia. Los directores del centro trabajaron con 800 voluntarias entre 18 y 50 años. Las mujeres se clasificaron en tres grupos, según su consumo de vino: las que tomaban entre una y dos copas de vino al día, las que bebían menos de una y las abstemias. ¿Y aquellas féminas que tomaban más de dos al día? Fueron excluidas para evitar casos de ebriedad.
Bien, pues dichas mujeres completaron diversos cuestionarios para medir su índice de deseo sexual. Y así llegaron a una respuesta concluyente: el grupo con más deseo fueron las mujeres que tomaban entre una y dos copas diarias.
A qué se debe el efecto afrodisiaco
En este campo, como en todos, hay varias hipótesis de las razones por las que el vino es afrodisiaco. En cualquier caso todo parece indicar que es gracias a ciertos componentes como los flavonoides. Estos mejoran la actuación del endotelio, que facilita la vasodilatación arterial. También el etanol tiene un papel importante. Este estimula la parte del cerebro llamada hipotálamo que controla los niveles hormonales y sensaciones varias como la relajación. Por esta razón cuando uno se toma una copita de vino se encuentra la mar de bien.
¿Y cuál es mejor, el blanco, rosado o tinto?
El vino tinto. Este tiene más componentes que afectan al sistema cardiovascular y por tanto mejoran el flujo sanguíneo del aparato genital. Siempre que se tome con moderación claro, porque si no su efecto en la sexualidad es precisamente lo contrario.
Llegados hasta este punto tenemos que decir que hay científicos que afirman que los afrodisiacos no existen. En cualquier caso el vino es desinhibidor, ayuda a socializarnos y muchas veces una cosa lleva a la otra. Quizás el efecto vino y deseo sexual no tenga una relación directa pero sí indirecta. Degustar una botella es una experiencia sensual en la que interviene el olfato, la vista y el gusto. Es una seducción como cualquier otra. Vale, el mejor afrodisíaco en una buena compañía. Pero por si acaso, acompañemos la intención con un buen vino.
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