Parece una morcilla normal y corriente, pero se hace en muy pocos sitios de España y no gusta a todo el mundo
Este manjar de dioses sólo existe en Extremadura y, si sabes qué lleva, sales pitando
Ni Burgos ni León: esta es la mejor morcilla de España según ‘The New York Times’
El embutido que desconcierta a los turistas cuando descubren su ingrediente principal
Cuando se habla de embutidos en España, la variedad es tan amplia como sabrosa. Chorizo, longaniza, lomo, jamón… Cada uno con su sello. Y, cómo no, también está la morcilla, esa pieza oscura y compacta que tanto gusta en parrillas, guisos o simplemente a la plancha.
Aunque es prácticamente imposible confundirla con otro embutido, existe una versión que, a simple vista, puede pasar por una morcilla de toda la vida. Pero basta un bocado para notar la diferencia. Es más intensa, con un sabor que no todos están dispuestos a repetir.
Esta es la morcilla que no le gusta a todo el mundo
El embutido que no convence a todo el mundo es la morcilla de cordero. Una rareza que apenas se elabora en unos pocos rincones del país y que no es la favorita de la mayoría. A simple vista, se parece mucho a la clásica de cerdo: misma forma, misma textura. Pero basta con probarla para notar que el parecido se queda en lo superficial.
La morcilla de cordero tiene variantes según la región. En el País Vasco se conoce como buzkantzak y se hace con sangre de oveja. En Extremadura, se elabora con mantos y sangre de cordero, sin aditivos. También hay versiones adaptadas para potajes, combinando esta morcilla con otras más suaves.
Mientras que la morcilla común se elabora con sangre de cerdo, grasa, arroz o cebolla, la de cordero cambia. Su base es la sangre y, en muchos casos, también carne y grasa de cordero. Por ello, el sabor, el aroma y hasta la sensación en boca es totalmente diferente.
Es más potente. Tiene ese toque rústico que recuerda a recetas antiguas, de campo. No tiene la suavidad ni el dulzor que aporta la cebolla en la de cerdo. O te encanta o no quieres volver a verla.
Aunque no hay una receta única, en algunas zonas se le añade pan rallado o arroz para darle más cuerpo, y especias como comino o pimentón para redondear el sabor.
En otras, se prepara tipo «bola», una morcilla gorda, casi esférica, que se cuece entera y luego se corta en rodajas gruesas. Esa versión, bastante popular en comarcas del norte, suele acabar en barbacoas familiares o como tapa contundente en bares de pueblo.
Cómo se prepara la morcilla de cordero
La forma de prepararla no es muy diferente a la de otras morcillas. Se puede hervir durante una media hora larga hasta que la tripa esté bien asentada. También se puede asar a la parrilla o freír en sartén hasta que coja ese dorado que tanto gusta.
Como tapa funciona muy bien, cortada en rodajas finas. Pero si se mete en un guiso, el resultado es aún mejor. Con legumbres, en un potaje de cordero o incluso en una caldereta.
También se puede saltear en sartén con cebolla y pimentón durante unos minutos, a fuego medio, hasta que quede dorada por fuera y jugosa por dentro. Así gana aún más sabor y funciona como un entrante potente o como parte de un plato principal.
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