Vicente Gil: «Sánchez ha convertido el Gobierno de España en un estercolero ético que justifica incluso a Hamás»

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La manifestación de Barcelona y el ataque terrorista a gran escala de Hamás a Israel han puesto al descubierto -más si cabe- la bajeza moral de nuestro Gobierno, convertido por Sánchez en un estercolero ético donde da igual la amnistía a un golpista, la salida de violadores, los indultos a los corruptos de los ERE o la justificación de los asesinatos de civiles israelíes por Hamás.

¿Qué se puede esperar de una banda liderada por un mentiroso patológico, un narcisista y un traidor a la democracia como Pedro Sánchez? De ahí para abajo nos encontramos a Yolanda Díaz y compañía manifestando regocijo incluso por una organización terrorista como Hamás con la excusa de la «causa palestina», convertida -para desgracia del pueblo palestino- en un multimillonario negocio de corrupción política y económica sustentando por la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania o de puro terrorismo yihadista con Hamás en Gaza. Los miles de millones que Occidente envía al pueblo palestino habrán servido, seguro, también, para financiar la carnicería de este fin de semana.

Después de haberse plegado a ETA/Bildu, el Gobierno de Sánchez no ha podido caer más bajo. Y no es sólo Podemos. Es, también, la bajeza moral del PSOE, como se ha visto en su iracunda reacción a la masiva manifestación de Barcelona. Iceta, Bolaños, el PSC, etc… se han lanzado a desacreditar a los miles y miles de ciudadanos que se manifestaron el domingo contra la amnistía a un delincuente golpista como Puigdemont. Han dicho que los manifestantes son «nostálgicos de la confrontación y el enfrentamiento».

La manifestación del domingo estuvo repleta ciudadanos de derecha e izquierda, catalanes y de otros sitios de España. Y también de catalanes llegados allí en los años 50 ó 60, convertidos en «charnegos» de forma despectiva por el nacionalismo catalán xenófobo, racista y nazi (de derechas y de izquierdas). Generación tras generación, progresivamente, les han denigrado y recluido física, social y emocionalmente en un ghetto, como los judíos en la Alemania nazi. Esta es la realidad de Cataluña. Como la del País Vasco.

«Mi yerno me llama emigrante», me decía ayer en el Paseo de Gracia una mujer trabajadora, currante aún pese a su edad, llegada de Andalucía a Cataluña en 1962. «A mí me gritaron el otro día en el Metro: ¡Vete a tu puto país!», me contó otra señora llegada en 1956 desde Extremadura. Casadas con catalanes ambas. Toda su vida allí para terminar así: en el fascismo que no vieron ni con Franco.

Quienes se sienten españoles en Cataluña, defienden la Constitución, quieren el español para sus hijos en las escuelas y quieren, sobre todo, vivir en paz y expresarse con libertad, viven acosados y hostigados por el nacionalismo y la Generalitat y su día a día es un sinvivir. Aislados en las catacumbas de la persecución social y política. El PSOE y el PSC (ausentes ayer de la manifestación; presentes hace 6 años) son cómplices del fascismo que gobierna en Cataluña y con el que ahora se alían por 7 votos renegando de todo lo que dijeron. Ellos sí son fascismo puro y no Vox.

Bolaños e Iceta, que no son más que unos pobres hombres, se permiten insultar a estas señoras trabajadoras y a millones de catalanes para justificar su bajeza moral de rendirse ante unos golpistas y unos partidos como Junts o ERC a quienes -hasta hace pocos meses- el PSOE consideraba «racistas y xenófobos».

Pero el brutal ataque terrorista de Hamás a Israel ha desnudado, si cabe, más al Gobierno, especialmente a la parte comunista que lidera ese personaje para masas iletradas llamado Yolanda Díaz. Las declaraciones o tuits de Díaz, de Ione Belarra, Irene Montero, Isa Serra y el resto de basura ideológica que puebla el Gobierno de España, dan asco mientras vemos a niños israelíes encerrados en jaulas como animales o entregados a niños palestinos para que les peguen, o vemos el secuestro, humillación y asesinato sistemático y masivo de mujeres llamándolas (los terroristas) «concubinas» y «esclavas». Su destino dramático está claro: ser violadas por esas bestias.

Los aliados de Hamás están en el Gobierno de España. Y no desentonan con un Bildu lleno de terroristas o Junts, Esquerra y el PNV. Sí. El PNV también. ETA hubiera acabado con la amnistía del 77 si Arzallus no hubiera ido a Francia a convencerles de que siguieran matando. Aquella amnistía, de verdad, la de 1977, al PNV y al nacionalismo catalán de Pujol no les convenía. Ahora, la de Sánchez les viene mejor.

El crimen, la violación de mujeres, el secuestro y asesinato de niños. Esto es lo que, en estas horas, aplaude la izquierda española. Pero peor. Esto es lo que aplaude ante la comunidad internacional el Gobierno de España, que preside ahora mismo la Unión Europea. Este es el papelón que el felón de Sánchez nos hace pasar a todos por unos miserables votos para su investidura.

Pedro Sánchez ha sido incapaz de poner orden en su gobierno ante semejante barbarie y prefiere callar porque su permanencia en Moncloa depende, no sólo de los filoterroristas de Bildu o de los golpistas de Cataluña. Depende también de esa amalgama de comunistas y extrema izquierda que lidera Yolanda Díaz en su mundo de cohetes y horizontes. Yolanda «suma» al Gobierno más bajeza moral. Es tan mentirosa que ha dicho, sin ruborizarse, que, aquí en Madrid, los padres del colegio de su hija le agradecen que fuera a ver a Puigdemont…

A esta izquierda española retrógrada, su simpatía por Hamás les viene de tradición política: la del crimen y el asesinato. Así nos llevaron a una guerra civil. No hace ni 10 años, en 2014, Yolanda Díaz se mostraba partidaria en la televisión pública de Galicia de instaurar la república cortándole la cabeza a los reyes y cosas así. Entonces, Yolanda Díaz era morena y vestía ropa barata. Ahora vive en un ático de lujo del ministerio de Trabajo y viste ropa de marca que le pagamos todos.

Esta es la imagen que damos ante el mundo en estas horas críticas para todos. Porque Europa tiene un gravísimo problema que no quiere ver. Las escenas de manifestaciones de júbilo en favor de Hamás -permitidas con naturalidad en nuestras calles- en Inglaterra, Alemania, Francia, Suecia, Bélgica, Canadá… o España también, entre otros muchos países occidentales, sólo exhiben, como la punta de un iceberg, una mínima parte del problema.

Hay una invasión en marcha, lenta pero continuada, por la vía demográfica y migratoria, entre otras, del islamismo radical (en sus diversas versiones) y de ideologías totalitarias que son la versión 4.0 del comunismo. Al humillar los cadáveres de sus víctimas, los terroristas de Hamás no gritaban: ¡Viva Palestina libre! Gritaban: ¡Allahu Akbar!

Es una invasión consentida por el papanatismo occidental, de intereses diferentes, pero unidos en el objetivo de derrocar nuestras democracias. Se aprovechan de nuestras libertades para destruir desde dentro nuestros valores.

Pero Europa no lo quiere ver, mientras nosotros preferimos tener perros a niños… y ellos tienen niños a mansalva gracias a nuestro Estado del Bienestar y al uso de la mujer como arma de reproducción masiva, despreciando su dignidad y sus derechos. Esto ya ocurre en muchos barrios y ciudades de España también ya, aunque no queremos verlo, como les pasó a franceses, belgas o suecos. Hamás ha exhibido como un trofeo a esa chica alemana medio desnuda y asesinada. Eso es lo que apoya Yolanda Díaz y refrenda, con su silencio, Pedro Sánchez.

El mismo «Festival por la Paz», con numerosos extranjeros llegados de Europa donde esa chica fue asesinada, invadido por terroristas palestinos llegados en parapente, es la expresión de la estupidez occidental. De la idiotez de confrontar con flores y buenas palabras al Mal. A bestias que son -simplemente- animales.

Este lunes, en Barcelona, había banderas LGTBI en una manifestación de apoyo a los palestinos. ¿Por qué no van una temporadita a vivir a Gaza o Cisjordania con su bandera LGTBI y a expresar por las calles libremente su sexualidad? Porque saben cuál sería su destino. En Barcelona, sin duda, es fácil manifestarse en favor de Hamás.

Hay una guerra entre el Bien y el Mal. Oriana Fallaci, cuyos ojos de reportera vieron tanto, la describió en La rabia y el orgullo. Pero no queremos verlo. Este es el mundo idiota en el que vivimos, donde se puede morir asesinado por terroristas islamistas en un festival por la paz. Es la decadencia de Occidente en directo.

Aquí puedes ver el espacio de LA ANTORCHA completo.

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