El Foco de María Zabay

Mario Alonso Puig: «Vivir con desesperanza, preocupados o tristes mata neuronas”

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La mente, tan compleja como poderosa, puede afectar directamente a nuestra salud, dependiendo de los pensamientos que tengamos. Lo concluyó la Universidad de Harvard después de severos estudios que afirmaban que entre el 60% y el 80% de las enfermedades que padecemos se deben a factores emocionales. Y es que la psique puede ser nuestro mayor enemigo si nos centramos en lo negativo o nuestro gran aliado si hacemos una interpretación positiva de lo que nos sucede. El fascinante poder de la mente. Todo depende de nosotros, de cómo interpretemos lo que nos ocurre, de cómo nos miren, de lo que acontece a nuestro alrededor; ese todo, esos detalles que componen nuestro día. Esa interpretación nuestra nos dibujará una sonrisa o empañará de angustia, tristeza y devaneos que afectarán directamente en nuestra felicidad.

Fue el Nobel de medicina Santiago Ramón y Cajal quien descubrió que todo ser humano puede ser escultor de su propio cerebro si se lo propone. Tan bonito como sencillo y complejo al mismo tiempo. Podemos moldear nuestra realidad y, por ende, nuestra actitud y nuestros estados emocionales, lo que significa que también intervendremos en nuestra salud, porque los procesos mentales afectan a los procesos fisiológicos. Como nos indica Mario Alonso Puig, médico fellow en cirugía por Harvard University Medical School, dedicado desde hace años a investigar cómo desplegar el potencial humano (especialmente en momentos de desafío, incertidumbre y cambio), «la esperanza y la ilusión favorecen la formación de nuevas neuronas. Vivir con desesperanza, preocupados o tristes bloquea la neuroplasticidad y mata neuronas». Cuando una persona no tiene paz interior activa el sistema nervioso simpático que, en funcionamiento de manera permanente, dispara numerosas enfermedades.

Una clave para estar bien emocionalmente: la quietud, el silencio. Pero también hacer deporte, alimentarnos bien, conversar, pensar en positivo y buscar una mirada contemplativa, no la juzgadora. El arte de la escucha tiene mucho que ver con la quietud, con el silencio mental en el que los juicios (a los que estamos tan nefastamente acostumbrados) se quedan aplazados.

Sin duda, juega un papel crucial la inteligencia intrapersonal, la que nos permite saber lo que nos pasa para poderlo gestionar. También es clave para nuestra felicidad cómo nos vean los demás porque las personas nos comportamos de acuerdo a cómo nos miran y nos tratan. Es el conocido efecto Pigmalión. Dependiendo de cuál sea la percepción que tengan de nosotros, nos sentiremos más seguros o menos porque nuestras neuronas espejo y las neuronas von ecomo son capaces de leer el sentir que las otras personas tienen hacia nosotros, lo que opinan de nuestros, si les parecemos admirables, sin interés o lastimosos. Por eso, la neuroplasticidad, el ser capaces de moldear nuestros pensamientos, de no dejar que nos afecten los juicios ajenos, es el constructor más potente de sosiego y felicidad.

Y, si de felicidad hablamos, necesitamos como defendió (y demostró con su propia experiencia) el neurólogo, filósofo y psiquiatra austriaco, Viktor Frankl, encontrar sentido a nuestra existencia. Hoy nos adentramos en el maravilloso mundo de la mente…

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