Maite Araluce, nueva presidenta de la AVT: «Creo al Gobierno, pero nos la ha colado varias veces»
Al frente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) desde una semana, Maite Araluce no duda, en principio, del compromiso del Gobierno de no cambiar la política penitenciaria tras la disolución de ETA, pero después de habérsela «colado» varias veces, las víctimas no permitirán que las vuelvan a traicionar.
Porque, como subraya Araluce en una entrevista con EFE, el colectivo no va a consentir que el Gobierno de Mariano Rajoy abra alguna «rendija» a los terroristas. De ser así, las víctimas volverían a salir a la calle.
«En principio no tengo por qué dudar de que la política penitenciaria no va a cambiar, creo al Gobierno y además tengo la necesidad de creerle, pero obras son amores y tampoco vamos a pecar de ingenuos porque no sería la primera vez que se nos dice una cosa y luego…», advierte Araluce después de escuchar junto a otras 24 víctimas, la promesa de Rajoy de que no se cederá con los etarras ni se permitirá que legitimen su trayectoria de terror.
Y añade: «Siempre hemos dicho que ni un día más pero tampoco un día menos, que cumplan lo que tengan que cumplir porque estamos en un estado de Derecho. Y los beneficios, los que marca la ley, de forma individualizada, caso a caso, no algo común a todos para que se escapen por una rendija todos».
«Campaña de blanqueo de ETA»
La nueva presidenta de la AVT admite que «tiene tajo» por delante para vigilar, no solo que estos compromisos se cumplen sino también que el relato de la historia no se desvíe ni un ápice de la verdad.
No le asusta la difícil tarea porque no llega de nuevas y tras siete años en distintos cargos de responsabilidad del colectivo, asegura que da el paso de ocupar la presidencia en este momento «como un acto de responsabilidad personal. «Creo que es algo que debía hacer, por dar la voz a todos los que no están».
Entre ellos, su padre y presidente de la Diputación de Guipúzcoa, Juan María Araluce, asesinado en San Sebastián el 4 de octubre de 1976 junto con su conductor y los tres policías nacionales que eran sus escoltas. Ella tenía 15 años y, tras la ley de amnistía, se tuvieron que ir de San Sebastián.
Toda una juventud y vida marcada, dice, antes de lamentar que la condición de víctima «no prescribe», por lo que la última «campaña de marketing, blanqueo y humillación» de ETA, incluida su carta de perdón selectiva, le ha revuelto el estómago, algo que ella, como muchas víctimas recriminaron a Rajoy en La Moncloa el jueves por consentir que la foto del final de la banda no fuera la de unos asesinos derrotados.
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