"LA LARGA MARCHA. DE RAJOY A CASADO"

Graciano Palomo: «Casado manda en el PP, Cayetana ya lo ha notado y va a haber más decapitaciones»

El libro desvela aspectos desconocidos de la moción de censura que acabó con Rajoy y del tránsito al PP de Casado

"Rajoy rompió un vaso de cristal con la mano cuando Soraya le dijo que habían presentado la moción"

“Casado no gusta a los poderes económicos porque lo quieren genuflexo ante Sánchez para que le apruebe los presupuestos"

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«Pablo Casado manda en el PP, Cayetana ya lo ha notado y va a haber más decapitaciones». Es el pronóstico de Graciano Palomo, autor de «La larga marcha. De Rajoy a Casado», que en pocas semanas ya está en la tercera edición.

¿Qué pasó en el restaurante Arahy la tarde-noche de la moción de censura contra Rajoy? ¿No había más solución que encerrarse a beber durante horas para evitar que Sánchez ganara? Son las preguntas que muchos votantes de la derecha y el centroderecha en España se han hecho en estos dos años de Gobierno Frankenstein de Pedro Sánchez. La imagen del bolso de Soraya en el escaño de Rajoy aquella tarde y, a pocos metros, en el escritorio del Congreso, Cospedal dando una rueda de prensa por su cuenta, auguraba el final de la historia. Rajoy, mientras, en el Arahy, con los suyos, de whisky en whisky hasta la derrota final.

Parece que ha pasado una eternidad de aquello y que Sánchez lleva desde siempre en nuestras vidas, pero sólo han sido dos años. Con Sánchez sentado en el trono de La Moncloa (ahora ya con Iglesias), el PP inició aquel 1 de junio de 2018 una larga marcha, cuyas claves y secretos desvela Graciano Palomo en su libro. «El PP estuvo a punto de desaparecer -cuenta- y Casado de retirarse. Se iba a vivir a París. Había firmado un contrato».

Graciano Palomo, cuyos ojos han visto casi todo en el periodismo y la política, advierte sobre Pablo Casado: «Cuidado con el Bambi de la derecha, que tiene colmillos de acero». «Será presidente -dice- aunque no gusta a los poderes económicos porque lo quieren genuflexo ante Sánchez». Y advierte: «En el PP manda Casado, Cayetana ya lo ha notado y va a haber nuevas decapitaciones».

Cuenta Graciano Palomo que este libro «de historia, novelada, con personajes y hechos reales» le ha supuesto un «desgarro interior». «Yo soy hijo de la transición y de la Constitución y veo, por información que no tiene el pueblo llano, el común de los mortales, que realmente está en peligro el periodo más grandioso de la historia de España desde Felipe II para el progreso del pueblo español y para las buenas gentes que hicieron posible el milagro de la transición».

Graciano Palomo ha conocido y tratado a todos los presidentes desde Adolfo Suárez. Ante los ojos del periodista, «que se limita a describir lo que veo», han pasado todos los poderes políticos y económicos más influyentes de los últimos 45 años. Ahora se adentra en «los secretos de la derecha española».

El libro describe un momento difícil de creer, pero real y contrastado por el autor. El momento en que Soraya cuenta a Rajoy que el PSOE había registrado la moción de censura. «Rajoy, el hombre de hielo, el hombre impasible, rompió un vaso de cristal sólo con la presión de la mano».

Ahí comienza esta «larga marcha» cuyos ejemplares han comprado en La Moncloa para ver si pueden «rascar» algo…

Pregunta.- ¿Qué cuenta «La larga marcha»?

Respuesta.- Es un libro de historia, de los acontecimientos singulares que vivimos todavía y que han cambiado abruptamente la historia de España. La moción de censura rompe el marchamo de la España de Rajoy, destroza al centro derecha y, en el conjunto del centro derecha y la derecha, se inicia un rumbo a lo desconocido. Pero, sobre todo, la moción abrió la puerta a lo que nadie pensaba que iba a venir: lo que Rubalcaba llamó el Gobierno Frankenstein. Todo este proceso concluye con la pandemia (a la que dedico 60 páginas con información relevante) y a la apertura de un periodo constituyente, que es en lo que estamos. El libro está escrito como una novela, donde los personajes y los hechos son reales .

P.- ¿Qué fue exactamente aquella moción de censura contra Rajoy?

R.- Aquello fue una simbiosis judicial, política y mediática. Judicial porque cinco líneas de la sentencia sobre Gürtel del juez José Ricardo de Prada son la base en la que se apoya la moción. La tendencia de este juez es conocida de todos. Ha sido conferenciante en ‘herriko tabernas’. De Prada tuvo el apoyo clave de Baltasar Garzón para muñir una moción de censura donde Pablo Iglesias, mientras, llevaba la voz cantante de la negociación con las fuerzas secesionistas. De ahí que reclamara todo aquel poder en RTVE, el CNI , ministerios… Porque él había sido el que había convencido a ERC y a los nacionalistas catalanes. Luego estuvo la parte mediática con aquella feroz campaña de la sentencia de Gürtel haciendo especial incidencia en ese párrafo, que luego fue declarado ‘fake’ por la Audiencia Nacional y retirado de la sentencia por el Tribunal Supremo. Todo ello llevó al PNV a defenestrar a Rajoy, aunque no todos estaban de acuerdo. Andoni Ortuzar quería mantenerlo, pero Urkullu no, apelando al escándalo mediático que se vivía.

P.- Es decir, que la moción no fue algo tan casual como que un juez introduce una frase en una sentencia…

R.- No, no, para nada. Yo creo que el Gobierno de Rajoy pierde en realidad antes del juicio, cuando la izquierda judicial consigue que no estén Enrique López y Concha Espejel en el tribunal de Gürtel y consiguen meter al juez De Prada, que lo tenía todo absolutamente claro desde el principio.

P.- Y, ¿no había otra solución más que encerrarse en un restaurante a beber hasta que aquello acabara?

R.- Aquello fue la peor cara del presidente Rajoy y de su Gobierno. En realidad, Rajoy nunca pensó que presentarían la moción de censura porque en su cabeza no cabía que el PSOE pactara con Bildu, con ERC, con los catalanes… para sacar la moción de censura. Parece mentira en un personaje con esa trayectoria política y, sobre todo, tan desconfiado. En realidad, cuando se registra la moción en el Congreso, ya no hay marcha atrás y ya no podía disolver. Y si hubiera dimitido y hubiera nombrado a Soraya o a Cospedal, que seguían a la greña, no hubiera servido para nada porque no hubiera salido y hubiera habido un candidato alternativo de la mayoría parlamentaria de la moción.

P.- Cuentas en el libro el momento en que Rajoy se entera de que el PSOE ha registrado la moción en el Congreso.

R.- Cuando el 25 de mayo está reunido el Consejo de Ministros presidido por Rajoy, en un momento dado suena una alerta en el teléfono encriptado que el director del CNI, el general Sanz Roldán, había regalado a la vicepresidenta de Soraya Sáenz de Santamaría. Le avisaban de que el PSOE había registrado la moción de censura. Soraya le enseñó la pantalla con la noticia al presidente Rajoy, que estaba al lado. Y el hombre de hielo, el hombre impasible que no se inmutaba por nada, abrió la jarra, se sirvió agua, cogió el vaso y de la presión de la mano lo rompió. Tres ministros me lo han confirmado y solo uno desmentido, el que estaba al final de la mesa del Consejo.

P.- ¿En qué momento y por quién surge la idea de que Casado pueda sustituir a Rajoy?

R.- Hay un hecho clave que es la boda de Bermúdez de Castro en Boadilla del Monte. Allí están todos y allí se visualiza la lucha encarnizada interna por el poder porque Rajoy ya ha dicho que se va. Ahí, Casado, que es un hombre del PP que se ha llevado bien con Aznar y con Rajoy, decide abandonar la política. No le gustaba lo que veía y esas luchas cainitas. En aquella boda tiene palabras muy fuertes que describo en el libro a Teodoro García Egea, que está entado al lado. «Esto es indignante», le dice. «Somos una panda de impresentables y si el pueblo español y nuestros votantes nos vieran nos correrían a gorrazos». Había una nueva generación de dirigentes en el PP con experiencia, pero que seguían en el banquillo porque Rajoy era muy conservador. Encabezados por Echániz, García Egea, González Terol… entendieron que era un momento crítico. El PP pudo desaparecer y ellos pensaron que había que cooptar un nuevo líder de una nueva generación. Se lo dicen a Casado, pero él, en principio no lo ve porque ya le había prometido a su mujer irse a vivir a París. Casado había firmado un contrato con una importante multinacional industrial de origen indio. El domingo anterior al cierre de candidaturas para el congreso del PP, paseando a los niños por el Retiro, Teodoro García Egea, va con su tablet y le dice: «Con la pelea que hay entre Soraya y Cospedal, te aseguro que vas a ganar». Casado no se lo cree, pero García Egea le pone el iPad, le da los datos… y Casado, que es un animal político, como se ve estos días, escuchó a Teorodo, se fue a comer con su mujer y le dijo: «Te voy a pedir que me des esta oportunidad». La mujer le dio el OK, se olvidó del contrato con la multinacional en París, se presentó y ganó.

P.- Y, ¿se ha arrepentido en estos dos años?

R.- No. Arrepentirse no porque tiene el alma castellana, pero lo ha pasado fatal.

P.- Todo hubiera cambiado si Feijóo se hubiera presentado…

R.- Sí. Y, además, no hubiera habido discusión, pero exigió a Rajoy venir a Madrid bajo palio. En el libro describo el almuerzo que tienen en Santiago Rajoy y Feijóo donde el presidente gallego se insinúa. ¡Imagínate! Un almuerzo entre dos gallegos… Rajoy le dijo: «Alberto, debes presentarte en el bien entendido que yo no te lo he pedido…». Y ahí lo dejó. Si se hubiera presentado no habría habido más candidaturas porque fueron todos en peregrinación a buscarle. En el libro cuento las cuatro razones por las que Feijóo finalmente no se decidió.

P.- ¿En el PP de Casado manda Casado?

R.- Sí. Y la prueba del carbono ha sido la decapitación de Cayetana. Y hay otras decapitaciones más en ciernes en el PP… En Casado se hace bueno el dicho castellano de… “Dios me libre de los mansos, que de los violentos me libro yo”. Ojo con el Bambi de la derecha, que luego tiene colmillos de acero.

P.- ¿Y el discurso de la moción de censura?

R.- Yo creo que fue la respuesta al discurso agresivo de Vox contra su liderazgo. Lo decidió junto con su mujer, que es una persona muy importante en su orientación política. Decidió dar un golpe de mano. Para mí, el discurso no fue ninguna novedad porque ese es Casado. Casado es un chico de 38 años, un liberal de pura cepa, que se siente identificado con las tres grandes damas europeas: la señora Merkel, la señora Lagarde y la señora Van der Leyen… que, por cierto, me consta que fueron muy decisivas a la hora de plantear ese golpe mano contra Vox.

P.- ¿Las referencias personales a Santiago Abascal eran necesarias?

R.- Hay que leer la letra pequeña. La gente no sabe que Abascal había planteado, en realidad, una OPA hostil contra el liderazgo de Casado. Había tocado a dirigentes del PP y en la enorme maquinaria de Vox en las redes los ataques eran continuos. Algunos diputados de Vox con desprecios, con aire de superioridad contra el PP. Casado decidió que hasta ahí llegó el agua.

P.- ¿Casado está bien rodeado?

R.- Por unos sí y por otros no. Pero Casado consulta con unos y con otros. Casado es el único personaje que puede ser presidente del Gobierno -y yo creo que lo será si hay elecciones- que escucha más que habla. He conocido a todos los demás desde Suárez hasta hoy y el que más escucha y más pregunta es Casado. Y pregunta a todos. Por ejemplo, no puedo decir el nombre porque no quiero crearle problemas, pero hay un señor que sale mucho por las radios, por televisión, que es de izquierdas, que fue alto cargo del PSOE y que es uno de sus asesores. Es fácil de colegir. Está en el entorno castellano.

P.- ¿A los poderes económicos les gusta Casado?

R.- No. No les gusta porque no hace lo que le piden…

P.- Y, ¿qué le piden?

R.- Le piden que secunde a Sánchez y que esté en posición genuflexa ante Sánchez; que apoye los presupuestos de Sánchez, los estados de alarma de Sánchez… De hecho, un señor tan inequívocamente pijo y de derechas como el señor Garamendi, de la CEOE, convocó al Comité Ejecutivo el otro día y le puso a parir en aquella reunión.

P.- Acusan a Casado de haberse olvidado de la batalla cultural e ideológica frente a la izquierda y de haber vuelto al marianismo y el arriolismo: quedarse quieto hasta que la crisis se lleve a Sánchez por delante, como hizo Rajoy con Zapatero…

R.- Yo creo que no. El centrismo y la moderación, que es desde donde se gobiernan las grandes potencias del mundo libre, no significa sumisión ni ideológica, ni estratégica ni progubernamental. Yo creo que no. La defensa de la unidad del estado no es un concepto ultraderechista. Va en la esencia progresista. ¿La defensa de las libertades es patrimonio de la izquierda? ¿La cultura del mérito es patrimonio de la izquierda? ¿La moderación es patrimonio de la izquierda? Yo creo que está dando y va a dar la batalla ideológica, pero como decía Cánovas del Castillo: «En política, lo que no es real, es mentira».

P.- ¿El caso Kitchen condiciona su manera de hacer oposición?

R.- Yo creo no. Eso para el PP está amortizado.

P.- ¿Casado ha leído el libro?

R.- Sí lo ha leído, pero no dice nada sobre si le ha gustado o no.

P.- ¿Y Rajoy?

R.- Rajoy también lo ha leído, me consta, pero dice menos.  Así es Rajoy. No dice nada nunca. Escribió un libro en el que no dice nada y fue un best seller. Este un país muy raro. Un presidente del Gobierno al que lo echan, escribe un libro en el que no cuenta nada y es un best seller. Cuento en el libro el día en que Carmen Martínez Castro le dijo que Casado había nombrado portavoz parlamentaria a Cayetana Álvarez de Toledo. Se quedó meditabundo como es él y echó mano de la sorna gallega: “Pues ya solo queda que nombren secretario general al que me dio la bofetada en Pontevedra».

P.- ¿Cómo puede haber un cambio cuando haya elecciones?

R.- Sólo habrá una manera. Que vuelva a unirse la derecha y el centro derecha. Lo demás son brindis al sol.

P.- Pero tal cual quedaron las cosas en la reciente moción de censura entre Casado y Abascal…

R.- El pueblo español, los ciudadanos, la sociedad española, que, en mi opinión, es mayoritariamente de centro derecha y derecha, está por encima de sus líderes. Yo creo que el Gobierno de Sánchez no va llegar a 2023 y, si hay oportunidad de votar, lo veremos. Divididos es imposible.

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