Fracaso estrepitoso de sus gurús con Sánchez
Cuentan que el lunes, en pleno debate, el gurucillo Redondo, nervioso al parecer, no dejaba de enviar mensajes a periodistas más o menos proclives con esta insistencia: «Mirad, mirad; estad atentos a los anuncios del presidente». Pues bien, uno de los receptores de la consigna diría luego: «¿Es que el país va a llenar de votos al PSOE porque Sánchez adelante que va a nombrar vicepresidenta a Calviño?». Pues realmente no. Al aún presidente le prepararon una comparecencia con tres recomendaciones: los susodichos anuncios, una apuesta por su porte presidencial y, la más comprometida: «No entres al trapo». Cumplió con la primera que no ha suscitado, según todos los sondeos, el menor interés entre los aburridos espectadores del debate. Como Pedro Sánchez carece de pudor político ofreció volver a impedir la celebración de referendos ilegales. En este punto se mostraron débiles sus oponentes. Casado sí le recordó que fue el PSOE y él como diputado de infantería el que laminó del Código Penal esta posibilidad, pero ni él, ni tampoco los otros dos rivales insistieron en que hace muy poco tiempo, después del verano, el propio Sánchez impidió de nuevo que una propuesta como la que presentó en el debate se aprobara en el Parlamento. Y es que, como dice el europarlamentario García-Margallo: «Los socialistas se caracterizan por decir una cosa y la contraria y añadir que las dos son verdad».
De su porte presidencial, en opinión de uno de los periodistas que se cartearon con Redondo, también salió Sánchez malparado. Su desdén con los colegas que le increpaban, su repetido ademán de concentrarse sólo en las fichas que le habían preparado y, sobre todo, sus gestos, entre irritados y desdeñosos, no le depararon precisamente una gran aureola presidencial. Todo lo contrario. «Fue -me dicen- a cumplir un enojoso trámite, a enfrentarse a los demás candidatos como haciéndoles un favor». Una mala impresión que ni siquiera él quiso corregir entre otras cosas porque, como suele indicar un ex-ministro socialista: «La cabra siempre tira al monte».
La tercera recomendación de sus asesores le estalló literalmente en el cuerpo. No responder, echar balones fuera a las repetidas preguntas de Casado y en menor medida de Rivera sobre su intención de volver a pactar con los independentistas, dejó claro que él hará todo lo posible por seguir en la Moncloa y que para ello se coligará hasta con el peor diablo de los filoterroristas de Bildu. Pedro Sánchez les deparó así al PP, a VOX e incluso a Ciudadanos una oportunidad de oro para denunciar en estos escasos días que restan de campaña, la decisión de Sánchez de componer si llega el caso otro «Gobierno Frankestein». En el PP festejaron así este regalo político: «Vamos a aprovechar a diario la negativa de Sánchez» y añadieron: “Nadie puede entender que no se niegue a pactar de nuevo con los mismos que el mismo día y a la misma hora, estaban cercando al Rey en Barcelona”.
Por lo demás, la única virtud que se reconoce a los entrenadores de Sánchez fue el aplazamiento vergonzoso de la publicación de las cifras del paro de octubre. Revisadas las entregas anteriores todas se hicieron en los dos primeros días de cada mes; así sucedió, sin ir más lejos con los datos del pasado septiembre que se difundieron el día 2 y no en el 5 como en esta ocasión. La artimaña le ahorró al aún presidente el bochorno de tener que justificar la presencia de cien mil españoles más en las listas del desempleo, algo que no se cotejaba desde hace nada menos que siete años. Su ruin martingala no ha bastado sin embargo y en opinión las fuentes de este cronista, para ocultar el estrepitoso fracaso de los gurús de Pedro Sánchez. «Ha empeorado su imagen, ha concitado aún más antipatías».