MEMORIAS

El ex monarca lamenta que Sofía no le visite en Abu Dabi: «No quiere complicar el reinado de mi hijo»

Juan Carlos I Sofía

Juan Carlos I abre a sus 87 años como nunca antes la puerta a su intimidad matrimonial en Reconciliación, las memorias escritas por Laurence Debray y recién publicadas en Francia por la editorial Stock. En ellas, el antiguo monarca relata con tono melancólico —y al mismo tiempo hipócrita— el deterioro de su relación con la Reina emérita Sofía y el peso emocional que le provoca su ausencia en Abu Dabi, donde reside desde 2020. «No quiere visitarme para no complicar el reinado de mi hijo», afirma.

Juan Carlos confiesa que da por hecho que Sofía no viaja a visitarle para no incomodar a Felipe VI. «Entiendo que ella no quiere complicar el reinado de mi hijo», asegura. El ex monarca describe cómo la distancia entre ellos se ha acentuado con el tiempo, especialmente desde su salida de España.

El Emérito evoca un episodio reciente: mientras él pasaba unos días en Madrid, Sofía regresaba de Miami enferma de Covid. «Casi no la he visto», admite. Cuenta también que le propuso reunirse en Ginebra para celebrar sus 60 años de matrimonio, pero nunca obtuvo respuesta. «Imagino que ella pensaba que no había nada que celebrar, lo cual me da mucha pena. Su presencia a mi lado cuenta para mí», afirma reconociendo sus «torpezas» durante el matrimonio.

Un 60 aniversario sin celebración

Según relata, los actos familiares fueron mínimos. Sofía, dice, también rechazó organizar una celebración formal por su aniversario de bodas: «Quizá cree que ya no hay nada que celebrar». Aun así, el Emérito dedica palabras especialmente afectuosas a la madre de Felipe VI: «Sigo muy unido a mi mujer, que conserva toda mi admiración y mi afecto. No hay nadie igual a ella en mi vida y así seguirá siendo, aunque nuestros caminos se hayan separado desde mi marcha de España».

Juan Carlos dedica largos pasajes a ensalzar la figura de Sofía, a quien llama cariñosamente Sofi. La define como «una reina remarcable e irreemplazable» y «una mujer excepcional que encarna la nobleza de alma».

Asegura haber intentado siempre, «a pesar de mis torpezas», velar por su «bienestar y comodidad», y sostiene que la Reina emérita tendrá un lugar «bien merecido» en la historia de España, equivalente al que ocupa en su propia vida: «El más alto».

El Emérito reconoce que 60 años de convivencia conllevan «altos y bajos, alegrías y penas, fases de acercamiento y de alejamiento». Pero admite que la ausencia de Sofía en Abu Dabi «le pesa». También recuerda la complicidad de los primeros años: «En Sofía tuve a una compañera comprensiva y solidaria», escribe. Y celebra que, gracias a ella, a pesar de sus continuas ausencias, pudieron construir «un hogar seguro y agradable».

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