El etarra que bombardeó con granadas un cuartel de la Guardia Civil sí será candidato de Bildu el 28M
Viguri participó en el atentado contra la casa cuartel de Llodio en el que milagrosamente no hubo víctimas
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Entre los 37 condenados por pertenecer a ETA que siguen adelante en la carrera electoral por EH Bildu, tras la presunta renuncia de los 7 que tienen delitos de sangre, hay más de media docena cuya labor para la banda hizo posibles atentados mortales. E incluso uno, José Ángel Viguri, candidato de EH Bildu por Ayala (Álava), fue autor de un ataque con 10 granadas contra una casa cuartel de la Guardia Civil. Un atentado que se saldó sólo con heridos por un fallo de cálculo.
Buscaban una masacre de guardias civiles en Llodio (Álava), pero fallaron. Viguri, uno de los 37 candidatos que no ha renunciado a ir en las listas de Bildu ni piensa hacerlo, formaba parte del Comando Araba a finales de los años 80.
El 13 de marzo de 1988, el comando de Viguri se acercó a la casa cuartel de Llodio (a 15 kilómetros del pueblo donde ahora se presenta). Eran las 10 de la noche cuando comenzaron a escucharse las detonaciones de las granadas de carga hueca Jotake (diseñadas por ETA y llamadas así por la inscripción etarra en muchas bombas: «dale duro»); las lanzaron a apenas 50 metros de distancia de la casa cuartel, donde se alojaban 20 familias de miembros de la Guardia Civil. Había más de dos docenas de niños viviendo en el edificio.
De las 10 granadas utilizadas, sólo ocho llegaron a estallar. Pero, además, lo hicieron con poca puntería: la mayoría cayeron sobre una sala vacía, anexa a otra edificación, donde un grupo de guardias civiles estaba viendo la televisión ya fuera de servicio.
Uno de los proyectiles lanzados pudo causar una enorme tragedia, ya que hizo impacto justo en el domicilio de un capitán de la Guardia Civil que vivía junto con su mujer y su hija de seis meses en la casa-cuartel. El cuarto donde dormía habitualmente la pequeña quedó totalmente destrozado, pero no hubo que lamentar heridos ni víctimas porque la familia se encontraba fuera aprovechando un permiso del padre. De entre el grupo de guardias civiles próximo al lugar de los impactos, varios resultaron heridos. El comando de Viguri, tras cometer el ataque, huyó en un taxi robado.
A Viguri se le condenó por asesinatos frustrados a 51 años por aquel atentado fallido que pudo terminar en masacre. Pero además se le sumó una condena de 14 años por acoger y refugiar en su casa a miembros de ETA.
Sin perdón
En 2011, Viguri fue sometido a una operación quirúrgica por un cáncer de próstata, tras lo que exigió a Instituciones Penitenciarias su puesta en libertad condicional, alegando que la cárcel podía influir negativamente en la enfermedad que padecía. El Ministerio del Interior de Jorge Fernández Díaz desestimó el recurso al considerar que no se encontraba en estado terminal.
Tampoco la Fiscalía se inclinó por ponerle en libertad, alegando, además, que no había manifestado «signos inequívocos de haber abandonado los fines y medios de la actividad terrorista». «En la actitud, conducta y comportamiento del interno no existe indicio alguno que evidencie la desvinculación actual de la banda terrorista, no se desprende que el penado se haya desvinculado de la organización terrorista o de su entorno, ni tampoco que haya formulado declaración de rechazo y/o abandono de su pasado delictivo, o petición de perdón a las víctimas de sus delitos», sentenciaba la Fiscalía en 2012.
Colaboradores
Tanto EH Bildu como el PSOE de Pedro Sánchez han dado por zanjada la polémica por la inclusión en las listas abertzales de hasta siete terroristas de ETA condenados por asesinatos y otros 37 por pertenencia a la banda. La promesa de estos siete candidatos de que no asumirán el cargo si son elegidos, sin embargo, esconde el papel de otros siete miembros de ETA que no fueron directamente condenados por participar en asesinatos, pero cuya labor para la banda fue estrictamente necesaria para que los comandos culminaran sus atentados con éxito.
Los siete candidatos que presuntamente han renunciado a asumir su cargo si son elegidos -aunque sí irán en las listas del 28M- anunciaron su decisión a través de una carta enviada a Gara. En la misiva criticaban que la mayoría de esos 44 candidatos señalados lo eran en base a que «fueron condenados bajo la estrategia de ‘todo es ETA’, que persiguió actividades estrictamente políticas». Lo mismo intentó defender Arnaldo Otegi en su comparecencia de este pasado martes, alegando los 37 restantes de esa lista, los que no han renunciado al no tener delitos de sangre, no tienen motivos para ser apartados de las listas.
Sin embargo, pese a que parte de esos 37 candidatos fueron condenados por su participación en movimientos ilegalizados que seguían a rajatabla los dictados de la cúpula de ETA, como SEGI, EKIN o Gestoras Pro-Amnistía, en esas listas de Bildu hay al menos siete condenados a los que la justicia relacionó directamente con las actividades criminales y asesinatos de la banda. Personas sin las que su colaboración, ETA no habría podido o habría tenido más difícil matar a sus objetivos.