Ley de "Memoria Democrática"

El duque de Calvo Sotelo: «Mi abuelo está en la Historia de España y eso no hay ley que lo cambie»

El duque de Calvo Sotelo:
José Calvo-Sotelo y Olry de Labry.
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

La llamada Ley de «Memoria Democrática» con la que Pedro Sánchez -en su pacto con Bildu- pretende reescribir parte de la Historia de España suprimirá 33 títulos nobiliarios y grandezas de España otorgados por Francisco Franco entre 1948 y 1978. Entre ellos, el Ducado de Calvo Sotelo, creado el 18 de julio de 1948, a título póstumo, para el político José Calvo Sotelo, asesinado por los socialistas durante la II República española.

«Es una ley innecesaria y de parte, es embustera porque falsea el relato histórico hasta niveles inaceptables y nace con el error, que lo agrava todavía más, de que el único apoyo que tiene es el de Bildu», lamenta José Calvo-Sotelo y Olry de Labry (San Sebastián, 1948), actual duque de Calvo Sotelo. «Nace también con la promesa de su futura derogación» -el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo ha prometido que así lo hará cuando llegue a La Moncloa- «así que, prácticamente, nace muerta», añade en conversación con OKDIARIO, el nieto de quien fuera ministro de Hacienda entre 1925 y 1930. Recuerda, rotundo, que la Historia no se reescribe y que «aquí existió la Transición, un acuerdo político mayoritario que tuvo el elogio de todos».

Asesinato

En una simbólica coincidencia, Pedro Sánchez vio aprobada su ley en el Congreso de los Diputados -gracias al apoyo de los cinco diputados proetarras- sólo un día después del aniversario del asesinato de Calvo Sotelo. Fue en la madrugada del 13 de julio de 1936 cuando Mario Cuenca, guardaespaldas del dirigente socialista Indalecio Prieto -presidente del PSOE entre 1948 y 1951- le pegó dos tiros en la nuca.

Familiar, defensor de las tradiciones, religioso y fiel a sus convicciones. Así se recuerda a este político, una de las figuras clave de la Historia española del siglo XXI y uno de los oradores más brillantes y combativos frente a la anarquía del Frente Popular. Nacido en Tuy (Pontevedra), su destacada trayectoria académica en Derecho le permitió pronto ascender en la política. Primero, en las filas del partido maurista, como diputado; después, como gobernador civil de Valencia y más tarde, como responsable de Hacienda del Gobierno de Primo de Rivera. La llegada de la República le llevó al exilio pero la amnistía de 1934 le permitió regresar a España y, tras su vuelta, destacó otra vez por su liderazgo entre los sectores más conservadores. Sus intervenciones en el Congreso eran centro de atención por su profunda carga emocional y su firme oposición al Gobierno. Poco antes de su asesinato, pronunció la célebre frase «es preferible morir con gloria a vivir con vilipendio» -en la memoria del parlamentarismo- y, tras la cual, a Dolores Ibárruri -la Pasionaria- se le atribuyó una amenaza fatal: «Este hombre ha hablado por última vez». Sólo un mes después, los socialistas acabaron con su vida. Tras ese suceso se produjo el golpe de Estado.

«Es cierto que la Pasionaria pronunció aquellas palabras. En casa siempre se ha pensado que aquello fue algo preparado, previsto y que sólo hacía falta un pretexto que camuflara aquella barbaridad, y fue la muerte del teniente Castillo en las calles en un enfrentamiento con los falangistas», relata el actual duque de Calvo Sotelo.

El 12 de julio de 1936, José Castillo -teniente de la Guardia de Asalto y militante socialista- fue asesinado a tiros. Se clamó la venganza por su muerte. Desde el cuartel al que pertenecía partieron varias camionetas policiales con guardias de Asalto y milicias socialistas. Se dirigieron a distintos domicilios, entre ellos, el de José Calvo Sotelo, en el número 89 de la calle de Velázquez.

«A mi abuelo le habían cambiado los escoltas dos días antes. Y, cuando llegó este grupo de milicianos en la furgoneta 17 de Pontejos con el capitán Condés comandando el grupo, los escoltas no hicieron nada. Este grupo subió a la casa de mis abuelos y se lo llevaron».

Calvo Sotelo se tranquilizó cuando Condés se identificó como oficial de la Guardia Civil. Le engañó diciendo que debían ir a la Dirección General de Seguridad y se despidió de su familia. Pero, cuando apenas llevaban recorridas dos manzanas, Cuenca le disparó los dos tiros. El fallecimiento se produjo en el acto. Los ocupantes del vehículo, desconcertados, se dirigieron entonces al Cementerio del Este y arrojaron cruelmente el cuerpo sin vida del político a las puertas del depósito de cadáveres. Allí se lo encontrarían al día siguiente.

«Dentro de lo grave que es la ley, la supresión del título es un adorno. Ha recibido mucha atención, pero es como cuando el sabio apunta a la Luna y lo que miramos es el dedo. La supresión es casi irrelevante. Es un gusto que se da Sánchez para demostrar poder. Una decisión innecesaria, pero muy dolorosa para los afectados», admite José Calvo- Sotelo y Olry de Labry.

¿Qué sentimiento provoca en la familia? «La resignación es obligatoria porque no tenemos espacio de recurso. En mi caso y de mi familia es especialmente doloroso que los socialistas actuales, que son los herederos de los que asesinaron a José Calvo Sotelo y que recibieron después impunidad por parte del partido, sean los que suprimen el reconocimiento a los asesinados por sus abuelos. Calvo Sotelo es una figura política que no tuvo relación con Franco, ni pudo vivir un minuto del franquismo. En la familia hay sensación de desazón, de injusticia. Es un ataque muy bárbaro a la memoria de quien fue víctima de sus abuelos».

Pese a todo, el actual duque de Calvo Sotelo tiene claro que la supresión del título no afectará en nada al reconocimiento a su abuelo. «La realidad es que él nunca fue duque. Murió sin serlo y, probablemente, sin pretensión de serlo. Y José Calvo Sotelo, sin ser duque, está en la Historia de España y contra eso no se puede ir. Se ganó ese lugar por su trayectoria personal y política, conocida y reconocida. Esa realidad es la auténtica memoria y eso no hay ley que pueda modificarlo».

Añade que «cuando Sánchez ni siquiera sea un mal recuerdo, Calvo Sotelo seguirá ocupando un lugar de referencia en la Historia del siglo XX. Y eso a mí me da tranquilidad. Le quitan una distinción pero no podrán quitarle su sitio en la Historia. Es lo que yo comento a la familia. Es un agravio, un ataque innecesario, porque son los mismos nietos de quienes le asesinaron quienes le quitan el título, pero el sitio de Calvo Sotelo está en la Historia».

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