Sentimiento unánime entre los madrileños que este lunes han tenido que salir de casa para pedir al Gobierno que, con la máxima urgencia, se declare Madrid como zona catastrófica. Esto supondría la canalización de ayudas a la capital, para paliar los efectos de la borrasca Filomena, y que las compañías aseguradoras agilizasen los pagos de las indemnizaciones. Los comercios, que este lunes no han podido abrir con normalidad, son los principales peticionarios de estas ayudas.
Además, las calle de la capital siguen intransitables, lo que hace muy difícil a los comerciantes de la zona centro abrir sus respectivos locales. Solo los más valientes, como algunas cafeterías que acogen a los congelados viandantes, han osado levantar la persiana en este gélido lunes de enero.