Entrevista al actor y director de teatro

Boadella: “A los independentistas hay que vencerlos, que noten la fuerza del Estado»

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Albert Boadella, junto al muro de su casa en Jafre, Gerona. (EFE)

Albert Boadella (Barcelona, 1943) es actor, director y dramaturgo. Creador del grupo de teatro Els Joglars, en su medio siglo de carrera artística ha montado más de treinta espectáculos, películas y series de televisión, labor que ha alternado con la enseñanza y la literatura. Tras ocho años al frente de los Teatros del Canal en Madrid, ha vuelto a los escenarios con su obra ‘El Sermón del bufón’ ,y actualmente prepara una ópera sobre Picasso que se estrenará en 2018.

A lo largo de su trayectoria, y con el común denominador de su defensa de la libertad y de su crítica al dogmatismo, Boadella se ha distinguido siempre por sus críticas al poder. Catalanista y antifranquista en su juventud, la madurez y Pujol le llevaron a constatar el “virus” nacionalista que el expresident, afirma, «inoculó» en la sociedad catalana. Porque es él, Jordi Pujol, “el gran organizador de esta trama cuyas consecuencias vemos ahora». Los actuales dirigentes de Cataluña “sólo le han hecho el trabajo”, asegura. Boadella alerta de que con la reforma constitucional que se anuncia se quiera hacer tragar una nueva “píldora de la desigualdad” a los españoles, y denuncia a los “tibios”, políticos y periodistas del resto de España que han sido “colaboradores necesarios en el crimen”.

Pregunta.- ¿Habrá votación el 1-O?

Respuesta.- Creo que tendrían que ir a votar con la tarjeta sanitaria en la mano, lo que añadiría un aspecto indicativo importante para los españoles a nivel de lo que allí está sucediendo. Porque verían que estamos ante una epidemia. Una epidemia con un contagio muy atrayente, que es el estímulo de los instintos primarios, como el instinto de pertenencia que tienen todas las personas, a un trozo de teritorio, a una casa. Creo que si realmente el Gobierno de España aplica la ley, no tiene por qué votarse, pero si marea la perdiz se va a votar aunque sea dentro de las casas.

P.- ¿La realidad la pueden recuperar si les tocan la cartera o la nómina?

R.- En una situación normal, sí. Pero la de Cataluña no lo es. Puede más el instinto o el impulso de pasar cuentas con el enemigo común y tradicional que cualquier idea sensata, incluso material. Se ha inducido a la gente a una catarsis contra ese enemigo común que es España, y que según ellos es responsable de todos los males, materiales territoriales y de todo tipo que sufren los catalanes desde hace veinte siglos. Es es el problema.

P.- Esta semana la Generalitat se inventaba unos ‘reyes catalanes’, en una nueva manipulación de la Historia de España. ¿El ‘procés’ está montado sobre una gran falacia?

R.- Sí, es un ejemplo, pero todo eso no importa. Porque la fantasía es mucho más atractiva que la realidad. La realidad no se puede hacer a medida, y significa tener responsabilidades propias de lo que sucede y siempre nos conlleva un cierto dolor. En cambio, la ficción es formidable: porque te cuentan la Historia como te gustaría que fuera, y entonces tiene todas las posibilidades de triunfar. Por tanto, es lógico que eso haya sucedido. Pero el problema es ¿a quién se le ocurrió montar ese tinglado autonómico, permitiendo además el traspaso de la Educación a las comunidades autónomas, y que como Cataluña lo han aprovechado para adoctrinar desde el parvulario? ¿A quién se le ocurrió esta genial idea? Hubiese sido mucho más practico traspasar los tanques.

P.- ¿Es reversible esa situación?

R.- Lo que ocurre es que hay dos generaciones educadas en el odio a España, y ese es el problema esencial. No lo sé, pero habría que ponerles un electroshock muy fuerte y con los suficientes voltios para sacarles de la enfermedad. Así que dudo que a corto plazo esto sea recuperable.

Una farsa con fondo trágico

P.- Como hombre de teatro, ¿con qué tipo de género definiría lo que estamos viviendo?

R.- Es que no llega ni a farsa. Es un entremés, aunque podríamos hablar también de esperpento. Pero, en cualquier caso, como en todos los esperpentos, (y a pesar de que uno pueda reírse de ciertas cosas y de sus muchas ridiculeces), con un fondo que es trágico. Porque afecta a la vida de mucha gente.

P.- ¿Se ha roto una trama de afectos sentimentales entre España y Cataluña?

R.- Hace un siglo se creó esta inducción a lo que yo entiendo por ‘bajos instintos de pertenencia’, que es lo que se llama finalmente nacionalismo. Y esa trama de afectos, en el último siglo ha funcionado con sordina, puesto que Cataluña ha creado problemas constantemente, en alguna ocasión, incluso se intentó independizar. Siempre ha estado en una posición inarmónica respecto del resto de España. ¿Por qué? Porque la enfermedad no es nueva, aparece a final del siglo XIX con la emergencia de los nacionalismos, que reventaron en una guerra mundial espantosa con millones de muertos en Europa. Y Cataluña, a partir de entonces, fue siempre con esta rémora. Sí, se puede hablar de una trama de afectos, lógica, que ha sido rota. En los años 75-80 cuando se votó la Constitución, los ciudadanos estaban más calmados. Hasta la llegada del ‘mesías Pujol’, que organiza todo.

“Pujol es el autor de este golpe magistral organizado durante 35 años, los de ahora son unos sinvergüenzas que le han hecho el trabajo”

P.- Nadie habla de Pujol ¿ está desaparecido?

R.- Me parece lógico porque los actuales le han hecho el trabajo y han montado el número. Pero el creador de la estructura de todo es Pujol. No hay ninguna duda. Entre el Pujol taimado de los años 80 que se paseaba por Madrid, y lo que ahora sucede, no hay ninguna diferencia. Lo que sucede es que ahora se han quitado la máscara, pero ya entonces era lo mismo. La instigación de esto que llaman el ‘sentimiento catalán’, que no es otra cosa que la xenofobia y el odio al vecino, ya empezó a funcionar con Pujol. Él organizó toda la trama: la corrupta y de los medios. Lo que tenemos ahora es la consecuencia. El golpe del 23-F se organizó como máximo con un mes y medio. El de Cataluña ha sido organizado en 35 años, ha sido un golpe magistral.

P.- Para un director como usted ¿son mejores actores los de ahora que Pujol y los suyos?

R.-La hipocresía de Pujol rayaba lo genial, no olvidemos que el ABC que dirigía Ansón lo nombró español del año. Pero lo suyo era una genialidad, porque mientras en Madrid hacía eso, aquí estaban adoctrinando ya a los parvularios. En ese sentido, sin duda que eran mejores, Lo de ahora es un grado de desfachatez que no tiene parangón.

El papel de los medios

P.- ¿Tienen responsabilidad los medios?

R.- Sin duda, en Cataluña han sido un ‘colaborador necesario’. Han sido muy bien comprados. Cuando han tenido problemas económicos, la Generalitat los ha hinchado de dinero, y ellos han sido fieles vasallos a su señor. Y el señor lo que quería era esto, han entendido perfectamente el mensaje. Y algunos tan relevantes como ‘La Vanguardia’, que ha sido fundamental para contaminar a la burguesía catalana, cosa que ha hecho con todo el cinismo. Quitó de su cabecera la palabra ‘española’ y se convirtió de ‘La Vanguardia Española’ en sólo ‘La Vanguardia’, pasando de ser un medio conservador, a un medio instigador del caos. Y los medios del resto de España, pues le diré que donde hay jaleo hay posibilidad de supervivencia en el mundo mediático, y el jaleo catalán va fantástico en audiencia.

P.- ¿Y el resto de España?

R.- La política española ha colaborado en esta historia, muchas veces por omisión, y otras por intereses electorales o de otro tipo. Pero puedo salir en defensa del resto de los españoles, diciendo que a quien no ha vivido en el interior de un cotarro privado como el que yo he vivido en Cataluña, pues le es muy difícil hacerse cargo de lo que allí sucede. De lo que pasa en una comunidad en la que se ha instigado una especie de paranoia contra España, pues entiendo que el conjunto de los españoles se sientan no ya sorprendidos, sino pasmados de lo que ha ocurrido. Yo, no. Y como yo, bastante gente en Cataluña. Porque ya en 1989 escribí un artículo en ‘El País’ que se llamaba ‘El virus’ y en el que hablaba de pandemia. Sí que entiendo que los españoles se sientan consternados.

«La reforma constitucional es un invento con el que hacer tragar una nueva píldora de la desigualdad a los españoles”

P.- ¿Qué le parecen las soluciones políticas que se barajan?

R.- Ahora nos encontramos con ese nuevo invento de la reforma constitucional, y en síntesis ¿qué es esto? Pues de nuevo estamos en las mismas que cuando se hizo la Constitución, que se hizo mirando de reojo a Cataluña y al País Vasco. Y ahora se trata de hacer lo mismo. Se dice ‘vamos a arreglar el tema manipulando la igualdad de los españoles, y vamos a ver cómo le hacemos tragar la píldora de la desigualdad al resto de españoles organizando unas diferencias en cuanto a catalanes y vascos’. Y están viendo a ver cómo lo hacen para que no se cabreen.

P. ¿Hay que reconocer singularidades?

R.- Es que la desigualdad la quieren justificar en esos pretendidos sentimientos singulares que tienen los catalanes, los vascos e incluso los gallegos. Y le aseguro: no son nada singulares. Al contrario, son sentimientos enormemente vulgares que han provocado dos guerras mundiales el siglo pasado y más de mil muertos en España. No son singulares, son los bajos instintos de los individuos en relación a su territorio.

P.- ¿Qué se puede hacer ante el golpe y cómo ve lo que está promoviendo el Gobierno para detenerlo?

R.- Creo que hay que acabar con la autonomía de Cataluña y volver a recomponer la historia, pero hay que cortar. Porque esto está a unos niveles de ejemplaridad pública realmente deprimentes. El Estado, a medida que pasa el tiempo de esta forma, se va desautorizando, y su prestigio va cayendo, mientras ellos van ganando terreno y chotéandose de lo que hace el Estado. Y considero que la broma tienen que acabar con la máxima contundencia. Porque si hay alguna solución, cosa que dudo, es ésta. No hay otra.

«Por la buenas no hay nada que hacer»

P.- ¿Cree en el diálogo con los independentistas tras el 1-O?

R.-Ni antes, ni después. Es que por las buenas, no hay nada que hacer. No hay otra posibilidad. Y el diálogo es mentira. Solamente la hay mostrando que ellos pertenecen a un Estado que no son las Islas Caimán, sino que es un Estado importante, porque es un estado democrático de derecho. Hay que hacerles notar que los catalanes ‘díscolos’ (risas) pertenecen a este Estado, les guste o no. Y que noten la fuerza del Estado. Esa es la única posibilidad. No hay diálogo posible porque no están por dialogar. Hay que vencerles.

P.- ¿Qué se debe hacer?

R.- Esto lleva unas consecuencias muy graves, es la división de un territorio, del español y del propio catalán, sobre los intereses incluso personales de millones de personas. Eso hay que cortarlo de raíz. Si no es por las buenas, es por las malas. No queda otra cuando unos auténticos sinvergüenzas que han jugado con los bajos sentimientos de la gente desde hace tantos años. Y sólo con la ley es suficiente. Si alguien la quebranta, hay que detenerlo . Y si insiste, encarcelarlo. Es que esto es así en todos los códigos, civil, penal, militar…Y en todo el mundo democrático.

P.- Si tuviera que adjudicar un papel a los principales actores políticos en esta hora definitiva para España, ¿cuáles serían?

R.- Es complicado y hacerlo dentro del teatro clásico sería excesivo, como farsa ya sería otra cosa. Pero Rajoy sería Mr. Chance, el magnífico personaje que interpretó Peter Sellers, y lo haría de una manera genial, como un autista de la política. En el caso de los de aquí son simples pícaros, rinconetes y cortadillos de una trampa clásica y barata. Porque no tienen ni la inteligencia ni la sutileza de los grandes estafadores de sentimientos, que los ha habido en la Historia pero estos son muy bastos. Y cómo no, Pujol, sería un tartufo.

P.- Ha abandonado usted Cataluña, harto de la asfixia separatista. ¿Tiene la sensación de amargura del que ha sido echado de su tierra?

R.- No, he tenido la suerte de desprenderme de aquello en el momento oportuno. Quizá hubiera preferido hacerlo años antes, pero en fin, creo que lo he hecho en el momento adecuado y eso me ha generado una gran felicidad y un gran bienestar. Estoy muy feliz por no hacer nada en Cataluña ni tener prácticamente ninguna relación en ella, casi ni familiar. Estoy encantado con ello. Hombre, cuando las cosas suceden siempre te daña más que sean los de tu alrededor, pero estas son las consecuencias que mi oficio lleva consigo y de decir lo que uno piensa y hace aquello que piensa. Cuando lo haces, sobre todo en público, es lógico que aparezcan contrapartidas. Las he aceptado perfectamente y me siento muy honrado de ser el traidor nacional de Cataluña. Es un honor.

“Cataluña necesita un electroshock, y potente. Si no lo es, saldrán enfervorizados y no habrá quien los pare”

P. ¿Qué va a pasar después del 1-O?

R.- Seguirá todo en la misma senda. Al menos si el electroshock no tiene la cantidad de voltios necesaria. Si son 125 voltios, seguiremos en las mismas. Si sube de vatios es posible que veamos una senda un poco diferenciada. Quizá se sientan algo fracasados y que entonces, algunos reflexionen. Pero si la descarga no es potente, harán lo mismo, y pasará todo lo contrario: saldrán enfervorizados y no habrá quién los pare.

P.- Escuchándole o leyendo sus últimos artículos parece transmitir que está todo perdido ¿es la sensación a día de hoy de Albert Boadella?

R.- Cuando hay dos generaciones educadas en el goteo constante contra todo lo español en escuelas, medios o asociaciones y en todas partes, se hace muy difícil la convivencia con España y el conjunto de los españoles. Quizá si la mayoría silenciosa toma un cierto protagonismo y reequilibra la situación se pueda reconducir. Pero si esa mayoría, aunque sea un 50 por ciento, sigue en silencio y nos encontramos con toda esa pandilla de tibios (los que yo llamo ‘los de la puntita nada más’ y que están dentro y fuera de Cataluña, los de aquello de que ‘hay que respetar los sentimientos, sus diferencias, y toda esa patraña), pues esa mayoría tendrá que largarse de España. Le tengo más manía a esa gente que juega al doble juego, la odio más que a los Junqueras y Puigdemont: por lo menos estos no engañan. Son los que hablan también en el resto de España, de ‘que hay que reconocer de todas formas las singularidades’ de Cataluña y todo ese conjunto de mentiras, porque es un cuento inmenso: ni la cultura es distinta del resto de la cultura española. Y lo hacen porque no buscan más que ganancia de pescadores en río revuelto. Son muchos políticos y periodistas, los que también han sido colaboradores necesarios en el crimen.

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