Los desprecios de Uxue Barkos a los símbolos de Navarra

Ikurriña
La ikurriña lució en el Ayuntamiento de Pamplona en el chupinazo de los sanfermines. (Foto: Getty)

La permisividad de Uxue Barkos con la ikurriña en las instituciones navarras pese a que la Ley lo impide es sólo el último desprecio de la presidenta a los símbolos y a la mayor parte de los ciudadanos que debe proteger.

La dirigente de Geroa Bai ya llegó al Gobierno Foral de forma extraña, en coalición con otras cuatro fuerzas, todas ellas muy por debajo de UPN, la opción más votada, y obligada a compromisos con los socios que no quiso rechazar.

En su discurso de investidura, Barkos reconoció ser presidenta «abertzale» en una tierra que no lo es. En esa exposición y las siguientes, olvidó mención alguna a las víctimas del terrorismo, tema que solventó con un escueto «rechazamos el uso de la violencia con fines políticos».

Quizá por este motivo, el pasado 25 de septiembre la viuda del Guardia Civil Juan Carlos Beiro, asesinado por ETA hace 13 años, le recriminó su presencia en un homenaje en Leitza. Tiempo antes, para lograr el mando de la región, Barkos había garantizado «lealtad» a EH Bildu.

Pero no sólo lealtad. Los proetarras tienen la cartera de Presidencia, Justicia e Interior, la de mayor peso y con acceso a la información más sensible, motivo por el que el Ministerio del Interior ha optado por guardar distancia y cooperar lo justo, lo que perjudica en último término a los navarros pero otorga a EH Bildu la mayor de sus conquistas políticas hasta la fecha.

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