Wall Street, ¿explosión o implosión?
“El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar” Sun Tzu
La rutina que pone en efecto el paso del tiempo en nuestras vidas tiene cierto reflejo en nuestra forma de pensar. El ser humano se adapta al entorno y al colectivo formando parte del grupo y tratando de adaptarse a lo comúnmente establecido como correcto o corriente. Y ante eso, yo me pregunto: ¿es lo comúnmente establecido lo correcto? ¿es éticamente moral o amoral?
Para mi el sentido moral es de gran importancia. Cuando desaparece de una nación, toda la estructura social va hacia el derrumbe. Al fin y al cabo, un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo.
La enorme crisis de valores en la que está sumida nuestra sociedad hoy día nos invita a pensar que los hábitos conductuales de esta podrían ser desacertados, y que la simplicidad que ha permitido un ciclo económico expansivo basado en la expansión barata del crédito y el desarrollo tecnológico, han implantado de facto en la cómoda falta de exigencia y por ende, la falta de valores tan importantes y necesarios como la meritocracia, el espíritu de superación, el esfuerzo y el sacrificio. La cómoda sociedad que hemos logrado instaurar ciertamente nos otorga muchas ventajas, pero también origina los defectos que enumero. El mercado es caprichoso y no entiende de orden ni de moral. Mr. Market es reflejo de codicia y miedo por parte de los inversores, que llegados a este punto del camino me pregunto, ¿estamos preparados para una era de complejidad?
En la última década hemos vivido en un mercado ambiguo y divergente en el que los excesos se han purgado relativamente entre dicotomías en los precios de muchos activos, lo cual se acerca mucho a la realidad de nuestra sociedad. Y es que la riqueza se ha distribuido de manera injusta y poco equitativa. Parece que esta crisis de valores ha reinado, y de hecho reina en los mercados, tal y como lo estamos viviendo en la vida real.
Entiendo siempre la bolsa a largo plazo desde los movimientos macroeconómicos, puesto que la bolsa es el principal indicador adelantado de la economía al cotizar expectativas de beneficios empresariales a 12 meses vista y claro, estas expectativas hacen referencia de modo indirecto a inversión, consumo y paro entre otras muchas variables. Y la macroeconomía, como no podía ser de otra manera, nos explica los motivos de tanta divergencia.
Esta semana conocimos datos más que interesantes que llegaban de Wall Street. Un mercado laboral que responde a los bancos centrales con contundencia, dando un mensaje de robustez como si la subida de tipos poco importara. Los principales indicadores adelantados que hemos venido conociendo, como el ISM, los PMI y los datos del mercado laboral, parecen indicar que la economía resiste y es resiliente, tal vez instauradas las compañías en una era de márgenes disparados o tal vez por una atrofia propia de los mercados bajistas (me refiero al de la renta fija durante 2.022), lo cierto es que los precios responden de manera dispar por inapropiado. ¿Qué sentido tiene un yield spread negativo en favor de la renta variable? ¡ninguno! La bolsa premia el riesgo de la RV (renta variable) y castiga la volatilidad de los bonos por vez primera en la historia reciente de las bolsas. Este acto tiene solución de 3 maneras; con una drástica caída en las bolsas, con un proceso de reducción en los tipos de interés o con la explosión de los beneficios de las compañías. Uno de estos tres eventos debe corregir lo inapropiado, y es que de otro modo el mercado nos estaría indicando que invertir en bonos tiene una prima de riesgo latente y exagerada. Y eso, sólo puede reducirse a una palabra: ¡Inflación! ¿Pero qué sentido tiene plantear un proceso inflacionario con los datos actuales? ¡Ninguno! Lo dicho, lo más probable es que todo sea tan incierto, que ni el propio mercado sepa qué hacer. ¡Curioso!
Ante tanta duda, el mercado sigue a lo suyo marcando nuevos máximos en lo positivo, pero sin apenas tiempo de disfrutarlos. Es como si Mr. Market avanzara a trancas y barrancas esperando que algo bueno suceda para estallar de manera definitiva, al menos en Europa, tras 7 años de soporífero mercado lateral en el que las principales empresas del viejo continente apenas han rentado su dividendo. Sin embargo, lo cierto es que las compañías tecnológicas en sobrecompra siguen avanzando sobre dicha sobrecompra, y que la amplitud de mercado sigue mejorando, siendo ya un 52% de los subsectores los que pasan a la tendencia alcista y únicamente un 14% de los mismos, empeñados en discutirlo.
Ante tal panorama, lo que nos queda desde la mesa operativa de Blackbird Bank es seguir firmes en nuestra tesis de inversión, mantenernos cuerdos ante la incertidumbre y mirando con perspectiva de tiempo que la apatía del mercado no reste un ápice de concentración comprendiendo que por estos lares, la paciencia y visión de largo plazo tiene premio. Así lo hemos visto en Elecnor, una de nuestras principales inversiones que al fin tiene recompensa por parte del mercado. Y es que poner a la venta Enerfin refuerza nuestra tesis de inversión. Indiscutible es que el botín de la división de concesiones de Elecnor podría recaudar un botín igual o superior a su capitalización actual, algo que sin duda pone en valor que los 24€ por acción que consideramos desde nuestra división de ‘research’ que vale, no son para nada una quimera. Y es que a veces, en el trading, ¡menos es más! o como diría el propio Sun Tzu, el supremo arte del trading consiste en doblegar al mercado, a veces, sin siquiera operar. ¡Get ready!
Temas:
- Bolsa
- Wall Street