El veto de China a la lana española destroza a los ganaderos: de 7.000 toneladas a 1.700 kilos en 2 años
La decisión de China de vetar la importación de lana española, como consecuencia de la detección de focos de viruela ovina, ha tenido un impacto devastador en el sector ganadero español. En sólo dos años, las exportaciones se han desplomado de 7.000 toneladas en 2021 a apenas 1.700 kilos en 2023, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Hasta que comenzó la pandemia, España era el segundo mayor exportador de lana en Europa, después de Reino Unido y seguido por Rumanía y Francia, y el principal exportador europeo de lana fina. China era el principal comprador de lana española, absorbiendo alrededor del 80% de la producción nacional. Pero el gigante asiático cerró las fronteras a este subproducto procedente de España cuando se detectó el primer foco de virus ovina a finales de 2022 y, a pesar de que España ya está libre de esta enfermedad, China no ha levantado la prohibición. Su veto ha dejado a los ganaderos sin su principal cliente y con toneladas de lana sin vender, acumulándose en sus almacenes desde hace un año y medio.
Antonio Punzano, responsable del sector ovino-caprino de COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos) explica a OKDIARIO que el principal problema para los ganaderos es el «económico» y el segundo la «conservación del producto». «No sabemos qué hacer con él», lamenta. Por ley, la lana no puede enterrarse ni quemarse y el Gobierno no ha dado ningún tipo de amparo a los ganaderos para que compensen las pérdidas del sector.
En este sentido, si el sitio de almacenamiento está en unas condiciones adecuadas la lana puede aguantar sin estropearse «unos dos años», pero el no tener un espacio de almacenamiento óptimo para cantidades tan elevadas debido al stock que se ha acumulado, hace que parte del producto se deteriore o se estropee por las inclemencias del tiempo. Además, estos costes también corren a cargo de los ganaderos «aparte de las pérdidas que ya nos han ocasionado». «Si finalmente se llega a una decisión, el ganadero también tendría que pagar el espacio para almacenarla o el porte del trayecto», señala.
El Gobierno olvida a los ganaderos
Las medidas de apoyo por parte del Ministerio de Agricultura no es que hayan sido insuficientes, es que han sido nulas. Los ganaderos no sólo tienen que cargar con el coste económico que le supone este veto, sino también con el coste de almacenamiento supone. «Hemos hablado con el Gobierno, pero aún no nos han dado una solución al respecto», admite Punzano.
Además, la falta de demanda ha provocado una caída dramática de los precios que ha llevado a muchos ganaderos a vender su lana por debajo del coste de producción. La pasada campaña el precio osciló en torno a los 30 céntimos el kilo, cuando en otras ocasiones se ha llegado a los 2,5 euros. Este ha sido el caso de la ganadería merina, «con una lana de excelente calidad y que se pagaba a un alto precio», con lo cual, la fuente de ingresos que pierde el ganadero es «total».
El futuro del sector lanero español depende en gran medida de la decisión de China de levantar el veto. Si esta situación se mantiene en el tiempo, el sector podría sufrir graves daños a largo plazo. De no encontrarse una solución rápida, miles de puestos de trabajo podrían perderse en el sector. Con todo, los ganaderos españoles buscan alternativas para vender su lana, como abrir nuevos mercados en Europa y Asia. Sin embargo, este proceso es «lento y complejo», y no garantiza que se pueda encontrar una salida para toda la lana acumulada.
El panorama para este sector es incierto. Si bien las autoridades chinas han anunciado que están trabajando para levantar el veto, no hay una fecha concreta para que esto ocurra. Aunque Punzano se muestra optimista y espera que para 2025 comiencen a abrirse las fronteras chinas para el «oro blanco».