IMPUESTOS

Tener una cuenta de ahorro será de ricos si Yolanda Díaz saca adelante su reforma del IRPF

España ya es uno de los países europeos que más grava las rentas del capital, tales como los rendimientos del ahorro

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Yolanda Díaz apuesta por subir el IRPF a los ricos sin entender que la clase media también dispone de rentas del ahorro.
Patricia Sanz
  • Patricia Sanz
  • Abogado, periodista y máster tributario de Garrigues. Antes, asesora fiscal por Luxemburgo y España, ahora, redactora jefe de Economía de OKDIARIO.

La última idea de la ministra de Trabajo, que no de Hacienda, Yolanda Díaz, es aumentar los tipos impositivos que se aplican a las rentas del capital en el IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas). Es decir; sobre los intereses que generan las cuentas bancarias, los bonos, las obligaciones y cualquier título de renta fija, o los dividendos de acciones. En opinión de la líder de Sumar, la medida «atacaría» el 60% de los ingresos de los altos directivos. La realidad es que la mayoría de los españoles afectados por la subida impositiva serán ciudadanos con rentas medias.

La propuesta planteada por Sumar al PSOE se basa en la intención de la vicepresidenta segunda por que las rentas del capital y del trabajo «reciban un trato más igualitario», pues la «mayor parte de las remuneraciones» de los grandes contribuyentes «proviene de la inversión, de los dividendos, de los productos financieros o de las plusvalías por la transmisión de activos», según la propuesta adelantada por el diario Cinco Días.

Para Julián Salcedo, doctor en Economía del Colegio de Economistas de Madrid, se trata de «una vieja aspiración de la izquierda en general, no solamente de Sumar, que dice que los rendimientos del capital tributan menos que los rendimientos del trabajo: en términos generales, no es así». El economista explica cómo la base imponible del IRPF, puede tener un gravamen de hasta el 47% para rentas cuyas bases imponibles sean superiores a 300.000 €. Ahora bien, «ahí se integran ya las rentas del capital, incluido las del capital mobiliario. Por tanto, no es que unas tributen al 47% y otras al 48%, sino que el tope, cuando la suma de los rendimientos supera los 300.000 euros, tributa al 47%». Por ejemplo, «si alguien tuviera el 50% fueran de rendimientos del trabajo y el 50% fueran rendimientos del capital, las rentas del capital se integrarían si supera más de 300.000 euros al 28% y el resto de rentas podrían tributar hasta el 47%, que no es poco».

Para Salcedo, lo que en verdad persigue Díaz es «gravar con tipos muy altos en el IRPF los salarios de los grandes ejecutivos». Ahora bien, «no puede porque la Ley impide impuestos confiscatorios y la suma de lo que se paga por IRPF e IP (Impuesto sobre el Patrimonio) no puede superar un límite». En concreto, el 60% de lo que se gana en un año, con la excepción que la cuota del IP no se reduzca más de un 80% -pensado para contribuyentes con salarios bajos pero con patrimonio. El economista estima que el 60% es más que confiscatorio y se pregunta incluso por el sentido de mantener el Impuesto sobre el Patrimonio: «Ya no existe en casi ningún país del mundo y nunca ha tenido carácter recaudatorio, sino de control, para que no se escaparan los bienes y derechos, pero no tanto para recaudar».

La clase media será la que pague

«Todos sabemos que la recaudación se obtiene de las rentas de la clase media. Las grandes fortunas o grandes patrimonios no tributan por el IRPF, lo hacen por el Impuesto sobre Sociedades», subraya Salcedo. En este sentido, según fuentes de Hacienda confirman a OKDIARIO, aquellos obligados tributarios con ingresos por encima de los 150.000 euros brutos anuales, apenas suponen el 16% del total de recaudación por IRPF.

De ese 84% restante, una buena parte corresponde con salarios anuales inferiores a los 30.000 euros. Estas cifras, sin embargo, nunca se harán públicas de forma oficial porque la realidad es que es la clase media española la que financia el sistema. El conjunto de los contribuyentes con esa cantidad de ingresos brutos anuales ya aporta más en términos absolutos de recaudación, de lo que le tocaría por número.

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Díaz quiere que los altos directivos paguen más IRPF pero su propuesta afecta a las rentas medias.

Por tanto, cuando la líder de Sumar busca gravar los rendimientos de capital, se refiere a instrumentos que, como el caso de una cuenta de ahorro, son muy comunes entre las modalidades de ahorro utilizadas por los ciudadanos de renta media. Los grandes contribuyentes también disponen de estos instrumentos de inversión o ahorro a su disposición, pero, dado el enorme tipo impositivo efectivo al que se ven sometidos, buscan otras alternativas de planificación fiscal.

Por ejemplo, a través de la creación de fórmulas o entramados societarios cuando están obligados a disponer de su residencia fiscal en España. En otras ocasiones, optan directamente por situar su residencia fiscal fuera de España con el objeto de aliviar la carga fiscal tanto de sus rentas del trabajo, como de los rendimientos de sus productos de ahorro e inversión. En esta misma línea, Salcedo apuntala: «Si nos meten a todos mucho más la mano en el bolsillo, las rentas medias son las que terminamos pagando el pato porque las los grandes patrimonios, las grandes fortunas, siempre encuentran instrumentos de tributación más favorables y si no los encuentran se radican fuera de España y no tributan en España».

Una de las justificaciones de la propuesta de Sumar es que «los rendimientos más elevados del trabajo llegan a tributar por encima del 40%», cuando «las mismas cantidades lo hacen a un máximo del 28% en el caso del ahorro».

La comparativa de Yolanda Díaz entre estos rendimientos gravados por el IRPF no tiene mucho sentido. En primer lugar, por las diferencias entre unas y otras rentas: las del trabajo provienen de los salarios, mientras que las del ahorro se trata, en el caso de la clase media, como una forma de completar el cobro de la pensión tras la jubilación. Además, como explica Salcedo, siguiendo la teoría de la Hacienda Pública, «los rendimientos del capital son los que derivan del ahorro y, por tanto, el ahorro que tiene una persona física ya ha contribuido previamente. Es decir, si yo ingreso 100.000 € de rendimientos del trabajo, me gasto 40.000 o 50.000 y ahorro el resto, ese resto tributa, luego el ahorro que yo he generado procedente de otros rendimientos como las rentas del trabajo, tributa dos veces: primero como rendimiento del trabajo y la parte de la renta no consumida que se ahorra vuelve a tributar en forma de rendimiento del capital. Por eso, esta teoría asume que como es una doble tributación, debe de ser inferior».

En segundo lugar, porque, siguiendo un análisis del think tank Tax Foundation, España se convirtió el año pasado en uno de los países europeos que más gravan estas rentas de capital de las personas físicas. En concreto, subió tres posiciones en tan sólo un ejercicio, dejando atrás a países similares como Italia (26%) o Portugal (28%).

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