¿Es sostenible la deuda pública? Alcanza máximos en las cuatro grandes potencias de la eurozona
La deuda pública de las cuatro economías más grandes de la eurozona (UEM-4) -incluida España- se disparará en 2020 y seguirá siendo elevada a largo plazo. A esto hay que sumar que los Gobiernos están siendo demasiado optimistas sobre el crecimiento futuro. Son algunas de las conclusiones del último informe de Scope, elaborado por Bernhard Bartels, responsable de calificaciones de deuda soberana y del sector público de la firma y Giulia Branz, analista del equipo del sector público y soberano de Scope.
«El cambio de paradigma hacia una consolidación fiscal impulsada por el crecimiento aumenta la importancia de una recuperación más rápida y de las perspectivas de crecimiento sólido», señalan. A su juicio, «la lucha contra la pandemia de Covid-19 ha exigido que los Gobiernos europeos flexibilicen su política fiscal y se endeuden enormemente en 2020, lo que suscita preocupación sobre la evolución de la deuda soberana después de la crisis».
Europa se encuentra en pleno cambio de paradigma, en el que ya no importa tanto la austeridad: «Nuestro análisis de los objetivos fiscales en el marco de los planes presupuestarios para 2021 de la Unión Económica y Monetaria (UEM-4) nos lleva a dos conclusiones principales. En primer lugar, los presupuestos propuestos reflejan el cambio de paradigma de la UE hacia la apuesta por el crecimiento en lugar de la austeridad para lograr la consolidación fiscal. En segundo lugar, las previsiones oficiales suponen un impulso fiscal efectivo y duradero de los paquetes de estímulo, a pesar de desafíos como el envejecimiento de la población y los costes de ajuste relacionados con el medio ambiente».
El problema es si la deuda pública en la eurozona será sostenible a largo plazo o no: «Sin embargo, creemos que un crecimiento menos boyante, incluso con políticas fiscales expansivas, impedirá que los Gobiernos de las 4 economías más grandes de la UEM reduzcan los coeficientes de deuda pública a los niveles anteriores a la crisis en un futuro previsible», afirma Bernhard Bartels, responsable de calificaciones de deuda soberana y del sector público.
Concretamente, la entidad estima que la deuda pública alcance máximos históricos en estas cuatro grandes economías (España, Alemania, Francia e Italia) durante este año, debido a la crisis de Covid-19. «Esperamos que la deuda pública aumente entre 9 y 23 puntos porcentuales en las cuatro economías, lo que supone un total ponderado del 107% en 2020, frente al 90% del PIB a finales de 2019», recuerdan.
Por otro lado, los déficits presupuestarios en la UEM-4 -los números rojos- se han ampliado de forma similar en medio de las repercusiones de la pandemia en este año, pero el motivo por el que han aumentado difiere notablemente. «El papel dominante del apoyo fiscal discrecional en Alemania contrasta con el impacto de los estabilizadores automáticos, como la disminución de los ingresos fiscales y el aumento del gasto en planes para el mercado laboral a corto plazo, puestos en marcha en Francia, Italia y España (en estos dos últimos países han sido inducidos por la mayor gravedad de sus recesiones)».
«El aumento sustancial de los coeficientes de deuda pública en Francia, Italia y España, en más de 20 puntos porcentuales este año, refleja el doble impacto de una grave contracción del crecimiento y una disminución automática del saldo primario, siendo mucho más significativo que los efectos de creación de deuda de las medidas fiscales discrecionales», apunta Bartels.
La estabilización y luego la reducción de los ratios de deuda dependerán de que los Gobiernos hagan ajustes presupuestarios. En España, por ejemplo, no están muy por la labor pese a la exigencia de los organismos internacionales. «Además, las estimaciones del FMI para el crecimiento futuro de estas economías son menos generosas que las previsiones de sus propios Gobiernos nacionales. Los propios Gobiernos se apoyan más en el crecimiento, que, en los ajustes presupuestarios rápidos, para lograr la consolidación fiscal, basándose en escenarios optimistas de potencial de crecimiento a largo plazo, impulsados por los supuestos efectos permanentes del estímulo fiscal», remachan.
«La atención prestada al estímulo fiscal supone un hito histórico para la eurozona, con un cambio del paradigma anterior de restricción fiscal por una dependencia más duradera de las políticas favorables al crecimiento. Sin embargo, para aprovechar la oportunidad de aumentar el potencial de crecimiento hay que sopesar los riesgos de que las previsiones de crecimiento resulten demasiado optimistas», alerta Branz.
Previsiones demasiado optimistas
Los Ejecutivos de Alemania, Francia, Italia y España esperan un importante impulso a su crecimiento en los próximos años. En Italia proyectan una tasa de crecimiento promedio del 2,7% en 2022-24, en comparación con el 0,9% en los tres años anteriores a la crisis. El Gobierno de Pedro Sánchez, por su parte, ha aumentado su previsión de crecimiento por encima del 4% para 2023 en comparación con el 2% de crecimiento en 2019. En cambio, nuestras previsiones son más conservadoras y esperamos que el crecimiento converja más rápidamente hacia los niveles anteriores a la crisis.
«El Gobierno español espera que se duplique y las autoridades italianas incluso que se triplique el crecimiento en los próximos tres años en comparación con las tasas de crecimiento anteriores a la crisis», dice Branz. «Las incertidumbres sobre los multiplicadores fiscales, los riesgos de ejecución de proyectos y los desafíos estructurales, como la disminución del crecimiento de la productividad y el envejecimiento de las sociedades, presentan riesgos para las previsiones oficiales», avisa. Sin duda, la deuda pública de la eurozona, que ya dio más de un quebradero de cabeza en 2012 a los líderes europeos, volverá a la palestra.
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