Análisis

Sanchismo: ¡en la cúspide de la mentira!

Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (EP)

«El capital no es un mal en sí mismo, el mal radica en su mal uso», Mahatma Gandhi.

Tengo plena conciencia hoy que a una exageradamente pronta edad elegí, guiada por destino, ser Trader. Sucedió en ese instante que vi, sentí y quizás aún ni había comprendido, que la esencia de la economía es el intercambio y que el capitalismo se ha creado alrededor del Trading y de los mercados de capital, protegidos en sí mismos mediante la innovación a pesar de la constante agresión por parte del poder en forma de papá Estado redentor. Por ello, soy anarquista del capital privado, puesto que comprendo en el fondo nuestro sistema de orden económico desde la base más profunda que suponen los mercados de capital y por ello, entiendo que los concatenados problemas a los que nuestra sociedad se enfrenta repetidamente tienen origen y fin en la propia concepción del Estado, curiosamente, el principal enemigo de la libertad y a su vez como es lógico, su principal crítico. Así pues lamentablemente para mi, es inconcebible un sistema revolucionario en el que el Estado se reduzca a su mínima expresión, puesto que para ello necesitaríamos una clase política preparada para el autosabotaje y saneada de influencia corruptiva, algo totalmente utópico puesto que poder y corrupción están tan unidos entre sí, como a la propia condición de ser humanos.

Tal vez por ello las voces más ‘progres’ del Marxismo traten de criminalizar constantemente a mi querido Mr. Market, puesto que detestan la iniciativa humana al pretender que todo sea para todos, en pro de una revolución del proletariado que cesa en el mismo instante que obtienen el poder. ¡Curiosidades de la vida, oigan! pero así son las cosas, tan acostumbrados a buscar un cabeza de turco en lo etéreo, que todo vale si se trata de culpar al mercado. Y es que al fin y al cabo, para señalar con nombre y apellido hay que ser un caradura o un irresponsable, algo que últimamente y de forma desafortunada estamos viendo diariamente en nuestro país con los empresarios.

Entre víctimas y verdugos andamos… les sonará si les digo aquello de que la culpa de que la cesta de la compra sea cada vez más cara es del Sr. Roig, que la culpa del encarecimiento de las hipotecas es de Botín, y Del Pino es un desagradecido que tiene que devolver lo que se le ha dado. Esta jerga encabezada por fanáticos analfabetos es tan ridícula como efectiva, y tan irresponsable como peligrosa. No en vano la crispación suele retorcerse hacia el fin común y sabemos que cuando las masas aguardan ciertas conductas, ¡voilà! cualquier cosa puede suceder. Así de duro y estremecedor es ver oficinas de una sucursal bancaria absolutamente apedreadas por fanáticos que lejos de ver gente honesta y trabajadora sufriendo por su integridad física mientras desempeñan su jornada laboral, parecen actuar contra el mal de todos los problemas. Es tan indignante como triste.

Me indigna principalmente por la injusticia del populismo. Y me indigna porque el populismo no solamente es injusto en sus mensajes, sino que es un palo en la rueda para las soluciones de largo plazo. Así por ejemplo, estamos viendo cómo los bancos tratan de recuperar sus maltrechos balances tras una década de tipos negativos, aprovechando la facilidad de depósito a su favor. Algo totalmente lícito, y que el mercado actuando libremente sabe corregir. Soy fiel en mi convicción acerca de que no necesitamos de tanta regulación e intervencionismos, necesitamos que los ahorradores se fijen en los activos remunerados de corto plazo para cambiar depósitos por otros instrumentos financieros, apretando a la solvencia de la banca comercial para que tengan que competir remunerando dichos depósitos.

Este hecho, no necesita ni de regulación ni de intervención; necesita libertad y competencia, necesita apretarles para fomentar dicha competencia y así beneficiarnos de ella a pie de calle. De la misma manera que las hipotecas no necesitan ni topes ni falsas historias, necesitan simplemente formación financiera para comprender que los que ahora más se quejan, han tenido 10 años para fijar sus cuotas señores, y que en esta década han tenido un súper precio que es muy poco probable se vaya a repetir.

¿Acaso alguien agradeció a la banca por el tipo negativo? No me suena la verdad, y entonces, ¿qué buscan ahora? Ironías del destino. En mi humilde opinión, si queremos solucionar el problema de base se ha de atacar el problema a largo plazo, y está claro que si queremos ser competitivos en el mundo del capitalismo necesitamos una mucho mejor formación financiera en materia de mercados de capitales, ya que eso es elemental para construir una sociedad que crea en sus posibilidades, que entienda el camino del éxito y lo recorra, en vez de convertirnos en una sociedad acomplejada e ignorante que necesite del poder para sentirse desacomplejada y protegida, machismo político le llamaría yo el de estas mujeres que pretenden abanderar el feminismo desde una única bandera, en la que mujeres como yo no nos sentimos reflejadas, ni mucho menos representadas.

Y hablando un poquito de todo, lo cierto es que en España la factura fiscal que vamos a heredar del gobierno actual hará llorar a más de uno sino a todos, puesto que cuando pase esta tormenta de gasto y déficit bajará la marea y ahí veremos quién se estaba bañando desnudo… Y créanme, entonces vendrán los lloros y quizás los recortes, obligados como sucediera antaño con el Gobierno de ZP a actuar, y encima tendrán la caradura de culpar al que venga exigido y obligado. Pero bueno, afortunadamente lo mejor del capitalismo es que la riqueza que se genera se acumula y que el capital siempre oscila en pro del bienestar, y la innovación en pro del progreso.

Cierto es, vivimos tiempos complejos, por lo que no estaría de más reflexionar sobre si lo que debe venir tiene que corregir necesariamente esta época nefasta en la que nos hemos adentrado, en la que parece que emprender sea un pecado y tener dinero un delito. ¿En cuanto a mí? Me conocen tanto como para saber que me niego a renegar de mis creencias capitalistas, como que vengo y siempre vendré a proteger y a defender que el capital no es un mal en sí mismo, sino que el mal radica en su mal uso, radica en ese simple y degenerado abuso del capital por aquellos que sin habérselo ganado, ni saber cómo hacerlo, les eligen para obtener su mandato de su gestión. Ya saben, cuando se trata del dinero de otro, todo vale. ¿No, Pedro?

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