Pánico por el aceite de oliva: el motivo que puede provocar un cambio drástico
Los expertos alertan de la demanda ante la poca oferta disponible
Las últimas lluvias podrían además afectar a la nueva cosecha
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El mercado del aceite de oliva atraviesa una crisis de abastecimiento sin precedentes que está generando nerviosismo tanto en la industria como entre los consumidores. Las reservas actuales de aceite refinado son insuficientes para cubrir la demanda, y las posibles soluciones que podrían provocar un cambio drástico se vuelven complejas dado que se relacionan con el elevado costo que supone el refinado. Esto ha puesto en una posición complicada a las empresas que procesan y distribuyen aceite de oliva suave e intenso, ya que no encuentran el tipo de aceite adecuado para satisfacer los compromisos comerciales adquiridos. Ante esta situación, la preocupación no solo afecta a los precios, sino también a la disponibilidad de este producto en el futuro cercano.
La demanda de aceite de oliva refinado representa entre el 35% y el 45% del consumo mundial, lo cual equivale a un consumo aproximado de 970.000 toneladas anuales. Sin embargo, las existencias actuales no alcanzan para mantener este ritmo, pues al cierre de la pasada campaña solo quedaban 160.000 toneladas disponibles. Esto crea un panorama incierto, pues las alternativas para responder a la demanda pasan por refinar aceite virgen extra, con el consecuente incremento de costos, o asumir una posible escasez en los supermercados. Las implicaciones de cualquiera de estas opciones son complejas y ponen en entredicho la estabilidad del sector. Las condiciones climáticas tampoco ayudan. Además, las lluvias recientes, aunque necesarias, han interrumpido la cosecha de aceitunas, provocando una presión adicional en un mercado ya tenso. Las fluctuaciones meteorológicas y la baja producción registrada en años recientes han contribuido a que los precios del aceite se disparen. Para entender mejor este escenario, a continuación, os desglosamos las causas y posibles consecuencias de esta situación crítica.
Pánico por el aceite de oliva
En la última campaña de recolección de aceitunas, la producción de aceite de oliva se situó en mínimos históricos. Las lluvias y las temperaturas inusuales han perjudicado las cosechas, reduciendo significativamente la disponibilidad de aceituna para producción. A medida que las reservas han disminuido, el sector refinador se ha visto en aprietos para encontrar aceite de calidad adecuada para elaborar las versiones suaves e intensas que son las preferidas de los consumidores. Tal y como señala el portal Olimerca, esto plantea una disyuntiva importante: refinar aceite virgen extra, que resulta mucho más costoso, o dejar de ofrecer estos productos, generando una potencial escasez en los puntos de venta.
¿Por qué es tan complicada la refinación del aceite virgen extra?
Refinar aceite virgen extra es una solución técnica viable, pero económicamente difícil de sostener. Actualmente, el precio del aceite virgen extra ronda entre 6,50 € y 7 €/kg, un costo que no resulta rentable si luego se comercializa a precios reducidos. La opción de utilizar aceite virgen extra para satisfacer la demanda de aceite refinado resultaría en pérdidas significativas para las empresas. Ante esta realidad, muchas compañías están considerando reducir la producción o modificar sus estrategias de oferta.
Además, la demanda global de aceite de oliva refinado, especialmente en Europa y América, ha aumentado a tal punto que la producción no alcanza a cubrirla. En la situación actual, las opciones son reducir el consumo o asumir precios elevados, lo que podría tener un impacto en el consumo habitual de las familias que dependen del aceite de oliva como un elemento básico en su dieta.
La influencia de las condiciones meteorológicas en la crisis
Por otro lado, Olimerca informa además que lluvias recientes, aunque necesarias, han detenido la recolección de aceitunas en algunas áreas, generando otro obstáculo para el sector. Los expertos advierten que la volatilidad del clima incrementa el riesgo de futuras fluctuaciones de precios. Este panorama de incertidumbre afecta tanto a los productores como a los distribuidores, que deben adaptarse rápidamente a las variaciones en la disponibilidad de materia prima y sus costos. En este contexto, los consumidores podrían enfrentar incrementos aún mayores en el precio del aceite de oliva en los próximos meses, o en el peor de los casos, una escasez temporal.
Cambios en los hábitos de consumo: la respuesta a los altos precios
El aumento de los precios del aceite de oliva ha llevado a que algunos consumidores opten por alternativas más económicas, como el aceite de girasol o el aceite en spray, o bien han empezado a emplear freidoras de aire para reducir el uso de aceite en sus cocinas. Esta adaptación ha provocado un descenso del consumo de aceite de oliva en España, aunque en el último año se ha recuperado parte de la demanda interna. Según declaraciones del el director-gerente de Oleoestepa, Álvaro Olavarría que recoge Olimerca: «De 598.400 toneladas en 2021-2022, hemos bajado a 367.400 t en la campaña 2022-2023, si bien en la campaña de 2023-2024 hemos recuperado la fidelidad de muchos consumidores y el consumo ha subido a 409.900 toneladas; no obstante, queda mucho por hacer, lo ideal es llegar a las 500.000 t de consumo» y de hecho, mientras persista la tendencia de precios altos, el sector podría enfrentarse a un cambio de hábitos de consumo a largo plazo, donde otros aceites más accesibles ganen popularidad.