Economía
Pensión de jubilación

Los mayores de 55 años están de enhorabuena: pueden mejorar su pensión de jubilación sin trabajar

Llegar a los 55 años supone un punto de inflexión para muchas personas. Es una etapa en la que se empieza a mirar con más atención a la jubilación, a los años cotizados y a la cuantía de pensión que les va a quedar una vez se deje de trabajar. Pero para muchas personas, este cálculo trae consigo cierta preocupación: ¿será suficiente la pensión para mantener el nivel de vida? ¿Qué pasa si ya no se puede trabajar más, pero aún faltan años para jubilarse? La buena noticia es que, en España, existe una alternativa para quienes se encuentran en esta situación.

Desde hace un tiempo, la Seguridad Social ha abierto la puerta a una opción poco conocida pero muy útil: cotizar sin necesidad de estar trabajando. Se trata de una posibilidad pensada especialmente para quienes han quedado fuera del sistema laboral pero quieren seguir sumando años de cotización y así asegurarse una pensión más alta cuando llegue el momento de retirarse. El mecanismo no es nuevo, pero ha cobrado una especial relevancia recientemente ante los cambios sociales y laborales que afectan a la población de más edad.

Esta modalidad, aunque puede parecer compleja en un primer momento, es más sencilla de lo que parece. Es un recurso completamente legal, gestionado por la propia Tesorería General de la Seguridad Social, y que permite a muchos ciudadanos mejorar su pensión sin necesidad de volver a trabajar. El secreto está en los convenios especiales de cotización, una herramienta voluntaria con beneficios reales para quienes cumplen ciertos requisitos. A continuación, explicamos en detalle cómo funciona, quién puede acogerse y qué pasos hay que seguir para activarlo.

Cómo mejorar la pensión de jubilación sin trabajar

Los convenios especiales son acuerdos voluntarios que un ciudadano firma con la Tesorería General de la Seguridad Social. A través de ellos, una persona que no está trabajando puede seguir cotizando por su cuenta, como si lo estuviera. Es decir, paga mensualmente una cuota a la Seguridad Social para mantener o aumentar su base de cotización, lo que influye directamente en la cuantía de la pensión que recibirá en el futuro.

Este tipo de convenio está pensado especialmente para quienes han dejado de trabajar por diferentes motivos: personas que han agotado sus prestaciones por desempleo, quienes han sido despedidos y no han vuelto a encontrar trabajo, trabajadores autónomos que han cesado su actividad o incluso quienes, por decisión propia, han salido del mercado laboral antes de alcanzar la edad de jubilación. También pueden beneficiarse aquellos que hayan visto reducida su base de cotización en los últimos años y quieran evitar que esto afecte negativamente a su futura pensión.

Requisitos clave para poder cotizar sin trabajar

Ahora bien, esta opción no está abierta a todo el mundo. La Seguridad Social exige una serie de condiciones mínimas que hay que cumplir para poder acceder a estos convenios especiales. La más importante es haber cotizado al menos 1.080 días (tres años) dentro de los doce años anteriores a la fecha en la que se produjo la baja en el sistema de cotización. Esta exigencia garantiza que quienes acceden a esta modalidad han tenido una vinculación laboral reciente y significativa.

Además de este requisito, también es necesario no estar dado de alta en ningún régimen de la Seguridad Social en el momento de solicitar el convenio. Tampoco se puede estar disfrutando de una pensión contributiva (salvo en casos concretos de incapacidad permanente que hayan sido revisados o anulados). En resumen, es una vía especialmente útil para quienes han salido del sistema laboral pero aún quieren cuidar su jubilación sin necesidad de reincorporarse a un empleo.

¿Cuánto cuesta mantener esta cotización?

Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta es el coste. Cotizar sin trabajar no es gratuito, y depende de la base de cotización que elija la persona interesada. En 2025, existen varias opciones disponibles: se puede optar por la base mínima del régimen de autónomos (RETA), por la media de las bases de cotización de los últimos años o por la base máxima correspondiente al grupo profesional anterior. En función de esa elección, la cuota mensual será más o menos elevada.

Sobre la base seleccionada se aplica un porcentaje del 28,30%, que es el tipo general de cotización. A esto se suma un pequeño coeficiente reductor que varía según el momento en que se firme el convenio. Aunque puede parecer un trámite complejo, la Seguridad Social ha facilitado el proceso para que cualquier persona pueda hacerlo sin grandes dificultades. El modelo oficial para solicitarlo es el TA-0040, y se puede presentar tanto de forma presencial como online, a través de la Sede Electrónica de la Seguridad Social. Solo es necesario tener preparado el DNI electrónico, un certificado digital o Cl@ve permanente.

Ventajas de seguir cotizando por cuenta propia

Más allá de aumentar la futura pensión, esta modalidad tiene otras ventajas importantes. Por ejemplo, permite seguir generando derechos a prestaciones como la incapacidad permanente, y contribuye a mantener el acceso a determinadas coberturas del sistema de protección social. Además, ofrece cierta tranquilidad a quienes, por distintas circunstancias, se ven fuera del mercado laboral a edades en las que encontrar un nuevo empleo resulta especialmente difícil.

También es una herramienta útil para quienes desean planificar su jubilación con más precisión. Muchas personas se encuentran en un limbo entre los 55 y los 65 años, sin trabajo pero aún lejos de la edad legal de jubilación. Poder seguir cotizando, aunque sea por una base mínima, les permite tener un mayor control sobre su futuro económico y afrontar esa etapa con mayor seguridad. Incluso puede ayudar a reducir la penalización que conlleva jubilarse anticipadamente.