Defensa

La industria de defensa española pierde empleo ante la inacción del Gobierno

Gestos como el del Gobierno español de desprenderse de aviones A400M dándoselos a Corea del Sur mandan un mensaje general de desconfianza en el futuro de la industria, que esta pasada semana ha presentado casi 1.000 despidos de alta cualificación en España.

La industria de defensa española pierde empleo ante la inacción del Gobierno
Trabajadores se concentran en su horario de descanso contra el plan de ajuste laboral presentado por Airbus. En la puerta de Airbus Tablada, Sevilla

La industria de defensa española y el empleo que trae consigo ha recibido dos fuertes varapalos la pasada semana. El primero, el anuncio de Airbus de que llevará a cabo más de 600 despidos en España de los más de 2.000 en toda Europa. Un recorte que, como anunciamos este lunes en OKDIARIO, puede concentrar a la división de satélites.

El segundo golpe, el despido colectivo de la empresa Maxam, especialista en explosivos, que pondrá en la calle a unas ochenta personas.

Ambos ajustes anunciados con apenas dos días de diferencia son muestra de las dificultades a las que se enfrenta la industria de defensa española y europea, presa de una falta de compromiso político que precisamente los representantes de los trabajadores reclamaban en recientes reuniones.

Quejas del Gobierno

Los propios representantes sindicales de Airbus explicaban a los trabajadores hace dos semanas, en una de las reuniones para informar de que irán a la huelga en el mes de marzo, cómo el Gobierno español había soliviantado a la dirección de la multinacional europea al llegar a un acuerdo con Corea del Sur para desprenderse de los aviones de carga militar A 400 M. «No sólo no compran nuevos aviones, sino que venden los que tienen», era la queja del representante del comité de empresa por CC OO, Francisco San José. El A 400 M ha sido una de las grandes apuestas de la división de Defensa de Airbus, precisamente la que está en cuestión ahora.

Esta medida del Gobierno de Pedro Sánchez es buen ejemplo del poco interés de las autoridades españolas por defender la industria española de defensa, ni siquiera prestigiando los productos que, como el A 400 M, se ensamblan en Sevilla y generan empleo nacional. Los representantes de los trabajadores están muy descontentos con los representantes españoles para la dirección de Airbus en Europa, «los que tienen que defender los intereses de España», en este caso la directiva Amparo Moraleda.

«Puntilla a la industria»

Como mar de fondo, la negociación en el seno de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), coalición militar heredera de la Guerra Fría en cuyo seno Estados Unidos lleva exigiendo desde la llegada de Donald Trump que las potencias europeas aumenten el gasto hasta el 2% del PIB. Un porcentaje que ni está ni se le espera, pues los países europeos tienden a bajar el gasto. La llegada de Unidas Podemos al Ejecutivo, un partido generalmente contrario al aumento del gasto militar y crítico con el propio Ejército, no mejora las perspectivas.

«Quizá por complejos históricos debido a las guerras que se han generado en suelo europeo, Europa ha dado la puntilla a su industria de defensa en el momento en que menos debería suceder», cuenta a este periódico Javier Santacruz, economista. «Encima de la mesa está el gran debate de la soberanía europea frente a Estados Unidos, China y Rusia. En el peor de los momentos es cuando se está haciendo un ajuste de la industria militar. Toda la parte de la industria aeronáutica colapsa y lleva a un ajuste de personal y de las cargas de trabajo frente a lo que debería ser la prioridad máxima para Europa que es el fortalecimiento de su industria de seguridad y defensa para enfrentarse a hackers, guerras cibernéticas, manipulaciones, robo de los datos, etc. Eso es lo que Europa debería hacer y no está haciendo. De ahí deriva que las empresas dentro de la industria de defensa tienen que recortar».

Con respecto a Maxam, fuentes conocedoras del mercado de defensa aseguran que su situación era crítica desde hacía mucho tiempo, también dañada por la falta de compromiso interno, ya que la empresa en 2013 crecía en un proceso de internacionalización y hasta se hablaba de una posible salida a Bolsa.

El futuro es incierto y las movilizaciones de marzo demostrarán la potencia que tiene la industria de defensa y si es capaz de parar su sangría de empleo a pesar de la falta de compromiso del Gobierno por mantenerla.

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