“El amor todo lo puede” Blanca Escuredo Quiroga.

Hasta siempre, mamá

Hasta siempre, mamá
Blanca María Carolina Escuredo

¿Cómo habré llegado aquí? Nací con apenas seis meses y 1700 gramos de peso, un 9 de septiembre a la 1:05 de la mañana. He luchado por la supervivencia en más ocasiones de las que quisiera recordar, pero siempre de su mano. Sólo ella y yo conocemos esta maravillosa historia, porque ella y yo la escribimos entre bestias, ángeles y locos. Ambas aceptamos con orgullo un viaje que nos enseñaría que no elegimos a los otros al azar, sino más bien nos encontramos con aquellos que existen ya en nuestra alma de algún modo, y yo sin lugar a dudas te elegí a vos.

Existe todo tipo de amor en este mundo, pero nunca el mismo amor dos veces, y menos con vos. ¡Por favor! Somos de esas personas que al mirarse sonríen cómplices, un tesoro donde los haya. Siempre he defendido que la amistad es más difícil y más rara que el amor, por eso hay que salvarla como sea. Pero vos siempre me hacías flotar sobre ese híbrido perfecto.

Como quizás hayan podido intuir, he perdido a mi mamá. Ella siempre me decía que las palabras tienen poder, y yo quisiera homenajearla a través de ellas. ¿Sabían que la luz no es realmente blanca? En el color blanco están contenidos todos los colores del mundo, y sin duda, por tu nombre fuiste descrita. Hoy mamá, debo aprender a vivir en un mundo hecho de fragmentos de tu luz donde la hora más oscura es siempre antes del amanecer. Pero una vez amanezca, que no te quepa duda de que tal y como me enseñaste, ¡volveré al ring! Creada a tu imagen y semejanza, sólo me queda darte infinitas gracias por ello.

¿Les cuento un secreto? Ella detestaba la ignorancia y la falta de clase, la consideraba extremadamente atrevida y siempre una elección personal. No había día que no me recordara que cualquiera que no sepa hablar de forma sencilla y con claridad, no debería decir nada y debería seguir trabajando hasta que pueda hacerlo, ya que lo más importante es tratar de inspirar a las personas para que puedan ser excelentes en lo que quieran hacer. Y así lo hiciste conmigo, y con infinidad de tus pacientes.

Me preparaste para que en las cosas profundas e importantes esté terriblemente sola, aunque contaba con vos. “Pero callar es peor», decía. “Todas las verdades silenciadas se vuelven venenosas Gisela, y el silencio es el orgullo de quienes siendo incapaces de edificar, destruyen”. De ahí radica la grandeza de mi madre, de inculcarme que la valentía no se riñe con la humildad y que más allá de las creencias, existen los hechos y los valores.  No recuerdo día en que no apuntalaras férreamente los sueños que hoy me definen como persona y profesional.

Mi leal mejor amiga, fuiste la confidente y el puntal que catalizó mi éxito sin un atisbo de duda en tu mirada. Bien o mal dadas, ahí estabas para mí con los brazos abiertos. Somos mamá, un gran ejemplo de reciprocidad, de lucha y amor, aunque esta vez nos tocó enfrentarnos a un brutal revés que no pudimos ver venir.

Gracias a la madre que fuiste sé que el amor es la única sensación que nos hace sentir vivos

Todas las pérdidas son duras, pero otras son trágicas. La diferencia parte del espacio vital que alguien ocupa en nuestra vida y la forma en la que se va. Yo he tenido la gran suerte de tenerte como madre. Mi admiración por tus valores y tu valentía ha sido para mí una guía de orientación para poder construir Blackbird Bank, y mi vida. Ella me infundió el significado del coraje y la autosuficiencia. Tatuó en mi piel el de ser auténticamente yo misma en cualquier parte. Me enseñó que jamás debo verme condicionada por mi entorno, sino que es mi entorno el que debe verse condicionado por mí a través del saber estar y la dignidad.

También me enseñó a valorar que si decides ir a la guerra tienes que tener muy claro lo que ganas. “No te rindas hija, yo confío plenamente en que finalmente vas a tomar la decisión correcta”. No hubo un solo segundo que no apoyaras mi sueño, y me disciplinaras en cuanto a que es nuestra escala de valores lo que nos define como personas, y así nos recordarán. Gracias a vos siento una profunda admiración por aquellas personas que han tenido éxito, pero mayor es mi admiración por aquellas que han fracasado en el intento y lejos de arrugarse, ¡siguieron intentándolo!

Tenacidad, perseverancia, mucho valor y ambición, más que la aparente simplicidad del éxito. Si los valores forman parte de nuestra calidad humana, la educación es la parte más esencial, y por ello nuestros padres son parte fundamental de aquello en lo que nos convertimos. Les confieso que aún mi dolor es desgarrador, pero si algo les debo a mis papás es la valentía de enfrentarme a aquello que me da miedo hacer. Esas lecciones vitales que yo tanto he admirado y necesitado, persistirán en un legado que me empujará diariamente a ser una mejor versión de la mujer en la que me convirtieron ambos.

¡Ay Blanqui! Nunca fuiste una etiqueta, nunca fuiste una mamá más. Esta familia está devastada, cierto, pero también empapada de tu olor, de tus gestos, de tu perspicacia, de tu generosidad y rasgos de personalidad, de tu calidez y picardía. Estamos llenos de los hilos invisibles de tu magia, y lo bendigo. Te reconozco que estoy muerta de miedo y que no le deseo a nadie que le abracen por última vez, pero como me enseñaste; un héroe sin miedo, es un héroe muerto, y aún quiero darte tanto… ¿Sabes? Tengo grabado todo lo que sé de vos y bien sabes lo que digo, fue tan sincero…

Gracias a la madre que fuiste sé que el amor es la única sensación que nos hace sentir vivos, y que tu legado será eterno en mi vida. Trataré de ocupar ese espacio sin buscar sustitutos, más bien aprender para mejorar como persona y que de ese modo sigas estando, como tanto repetías, tan orgullosa de mí. Y por favor, brillando como siempre, tanto, que ni vos misma te veías. Bendita conexión entre tu alma y mi voz.

Pero, ¿cómo asumir que ya no cubrirás mis espaldas? En mis nervios, tu calma… El espacio desgarrador que ocupa tu pérdida es difícil de describir. Primero el shock, luego la negación, después la ira y finalmente… ¿la asunción de los hechos llegará? ¿Por qué lo que fue hermoso, cuando miramos atrás, se nos vuelve quebradizo al saber que ocultaba verdades amargas? Si me aceptan el consejo, no desprecien la sensibilidad de nadie, la sensibilidad de cada uno es su genio, y sería bonito aprender a amarnos con todos nuestros defectos y debilidades, ya que a todos se nos quiebra la voz alguna vez en esta vida, esa que sin darnos cuenta se consume en un suspiro.

Creo que es el momento de enfrentarse a la verdad y recordar aquello que tan sabiamente me enseñaste: “El precio de los mejores momentos siempre es tener que echarlos de menos”. Y así es, echo de menos ese equipo invencible que juntas creamos para con los nuestros, un vínculo infranqueable que forjó sin casualidades a la mujer íntegra en la que me he convertido. Una mujer a la que hoy le grita el silencio, y que aturdida por esta explosión se enfrenta al reto más duro de su vida; mantener tu legado vivo y seguir valiéndome sin miedo alguno a los desafíos bajo una sonrisa. Con la humildad de no ser presuntuosa ni sentirme más que nadie, pero con el coraje y la determinación de no dejar que nada ni nadie me haga sentir en inferioridad, ni esperar de ellos lo que yo haría en su lugar.

Creo demasiado inmerecido un silencio como este. Francamente no nos pudo faltar más suerte, y sólo me queda ver como te alejas de mí con tu música a otra parte. Yo por mi parte prometo esperar a nuestro encuentro con las mismas prisas y ganas de crecer que adorabas ver en mí. También con esa casi inconsciente forma de atajar la vida tan mía.

Lo sé mamá, si te estoy escuchando: “Hay momentos para todo, pero nunca todos van a estar ahí en cualquier momento. No esperes a que las cosas sucedan hija, ¡haz que sucedan! Porque vos, mi bebé, todo lo que tenés es un sueño en nombre de otros”. Lo cierto es que la vida nos moldea a su gusto y mi madre decía que la felicidad son momentos, que nadie es siempre feliz. Por eso puedes cambiar lo que haces, pero no puedes cambiar lo que quieres.

Ella daba por seguro que estaría siempre y siempre estará, pues su recuerdo se hará eterno conmigo. Eres la mujer más generosa que la vida me ha regalado conocer, aquella que me enseñó que la fortaleza y la sensibilidad van de la mano. Te fuiste bajo tu propia ley y así me enseñaste a vivir y a morir, ¡gracias por tanta luz mamá! ¿La verdad? Es que no quiero no estar a tu lado, no me preparaste para poder vivir sin vos. Aunque eras muy sabia y debería suponer que sí, porque me enseñaste a ser valiente para entender de manera natural, como tú eras, qué camino debo escoger en tu ausencia, y que no hay excusa para ir en la dirección equivocada.

Así como también grabaste en mí que la reputación es una vana y engañosísima impostura, que muchas veces se adquiere sin mérito y se pierde sin culpa. He llegado hasta aquí porque nunca dejé de escucharte mamá, lo sabes perfectamente. Tenemos la estúpida creencia de que un corazón sólo se puede romper por un amor romántico, ¿no les parece? Pero el verdadero amor es aquel con el que no concibes poder seguir adelante si te falta.

A todos los efectos, Mrs. Blanca María Carolina Escuredo Quiroga era mi hogar, y me convirtió en la mujer que soy, sólo por eso estaré eternamente en deuda con ella, y vivirá en mí. Fue mi maestra, mi madre y mi amiga. Y la echaré mucho de menos.

Dicen que sólo existimos para ser superados. Nietzsche escribió; «el hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre -una cuerda sobre un abismo-. Un peligroso pasar al otro lado, un peligroso mirar atrás, un peligroso estremecerse y pararse». De ahí que su grandeza está en el hecho de ser un puente y no una meta, y que lo que en él cabe amar sea que es una transición y un ocaso, como lo has sido tú mamá. Mentora de vida, me inculcaste que por más que uno deba luchar por la grandeza individual ya que nunca viene dada, debe recordar siempre que ningún individuo es más fuerte que el colectivo. Los lazos familiares que nos unen nos hacen más fuertes de lo que somos por separado, nos harán inmunes al dolor y a las penurias que nos depara este mundo.

La oigo en mi cabeza decirnos: “Creedme cuando os digo; la vida será dura y dolorosa, pero podremos lograr cualquier cosa si asumimos la responsabilidad juntos, eso es lo que genera la confianza”. Pero incluso la gente que quiere ir al cielo, no quiere morir para llegar hasta allí. Tú me has apoyado incesantemente para que yo pudiera hacer de mi vida lo que quisiera, y eres la única capaz de apartarme del escenario. Por ello no puedo más que darte mi palabra con el alma encima de esta mesa, de que juntos es como permaneceremos plantando cara al reino del mal y esperando que la luz siempre te encuentre. Mientras tanto vos mamá, ¡carpe diem quam minimum credula postero. ¡Reina el cielo! Con la misma majestuosidad que reinaste en mí. Por siempre, mi gran orgullo.

Gisela Turazzini Escuredo, CEO de Blackbird Bank

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