Guerra comercial

La guerra comercial: una medida inconsciente

La guerra comercial: una medida inconsciente

La guerra comercial entre China y Estados Unidos persiste en el escenario geopolítico. El Presidente Donald Trump, pese a la aplicación continua de tasas arancelarias al mayor bloque económico asiático, dice mantener una postura negociadora. Sin embargo, las continuas riñas entre ambos países siguen deteriorando las relaciones, ya que, nuevamente, el líder estadounidense ha vuelto a anunciar nuevas cargas de impuestos a los países de origen asiático.

El escenario, pese a que muchos economistas quieran llamarlo de otra forma, sigue mostrando una actitud proteccionista por parte del Gobierno norteamericano. La desaceleración que vive la economía norteamericana ha vuelto a suscitar los deseos del presidente Trump de incrementar las barreras de entrada a los productos extranjeros, limitando aún más su entrada en el país y forzando al país asiático a ceder en su postura comercial.

Obviamente, dado el escenario económico que presenta la economía global, los distintos auges que vive la guerra comercial no son un buen agregado para la economía, pues como indica el Fondo Monetario Internacional, el comercio internacional y las relaciones comerciales entre los distintos países favorecían un agregado a los crecimientos, ahora nuevamente amenazado por este tipo de disputas.

Las exportaciones suponen el 20% del PIB de China

China ya está viviendo los efectos de la guerra comercial. Y es que, para China, las exportaciones suponen casi el 20% de su Producto Interior Bruto (PIB), lo que nos muestra la gran dependencia que tiene el país de las mismas. Pero es que, con casi un 40% de su PIB supeditado al comercio exterior, China es uno de los países más inmersos en el comercio global, pues hablamos del mayor exportador del mundo, así como el segundo mayor importador del mundo, por detrás de los Estados Unidos.

Su principal socio comercial, con el que mantiene la disputa comercial impulsada por el saldo exterior y el déficit que percibe la economía, es Estados Unidos. No obstante, la guerra comercial ha provocado que México, vecino estadounidense y principal beneficiado del renovado TLCAN, se haya convertido en el nuevo socio comercial prioritario para Donald Trump, con el que ha mantenido grandes relaciones comerciales, llegando a superar a China como principal emisor de exportaciones al país.

Según el Peterson Institute, la producción china en su conjunto, el 96,7% de los bienes producidos en el país, ya se encuentran sometidos a nuevas cargas arancelarias y barreras de entrada en el país. Pese a que las exportaciones en el país siguen creciendo, estas lo hacen a ritmos moderadamente bajos. El país asiático, tras cosechar unos registros en materia de crecimiento económico que muestran una debilidad de la economía asiática, afirma que impondrá nuevas medidas para contrarrestar las amenazas arancelarias.

Y es que, el crecimiento de la economía asiática se debilita, cosechando el peor registro de crecimiento económico de los últimos 30 años. Ni los planes de estímulo, ni las rebajas fiscales, nada parece devolver el dinamismo a una economía que, como ha pretendido desde la última gran depresión, pretendía doblar su PIB para el año 2020. Un ambicioso plan del país asiático con el que pretendía reducir la pobreza en el país y corregir problemas estructurales en el país como la desigualdad.

Para ello, hemos visto al país asiático aplicar medidas para paliar los efectos sancionadores de Estados Unidos. La última consistía en una enorme rebaja fiscal que dotase a las empresas de una mayor libertad económica en materia de impuestos para impulsar la actividad económica y el empleo en el país. Ante la ralentización de la economía y la amenaza de crecer a ritmos inferiores al 6%, el Gobierno norteamericano, ante la posibilidad de destruir empleo, decidió aplicar reformas liberales para generar un mayor empleo en el país y no perder la trayectoria cosechada.

Acuerdos comerciales con nuevos países

Entre las medidas adoptadas también se encontraba la de establecer nuevos acuerdos comerciales con otros países, estableciendo nuevas rutas, como la ruta de la seda, compensando así la caída que está  viviendo la compra de bienes y servicios por parte del Gobierno Norteamericano, con otros bloques económicos, como el Europeo. Y es que, como he dicho, los ambiciosos objetivos del Gobierno chino les está llevando a adoptar reformas y planes de contingencia que traten de revertir la situación.

Pero esta situación no solo es mala para China, pues para la economía norteamericana también podría suponer un fuerte lastre al crecimiento económico, el cual, hasta ahora, seguía creciendo a ritmos muy acelerados, pero, como hemos podido observar en los últimos registros, ya va notando la pérdida de dinamismo. La economía norteamericana se apaga y la Reserva Federal ha tenido que intervenir, dando en el gusto al Presidente y recortando los tipos por primera vez desde 2008. Una situación que, ante unas próximas elecciones, hacen la estrategia perfecta para la promoción del Presidente.

Y es que, el Presidente Trump, deseoso de mantener el cargo durante una nueva legislatura, pretende inyectar un mayor impulso, un impulso extra, a la economía con el fin de dotarla de fuerza y crecimiento de cara a las elecciones. Para Trump, el crecimiento económico y el desempleo han sido sus mejores bazas para competir en la lucha presidencial y pretende seguir haciendo lo mismo de cara a las nuevas elecciones. Los aranceles con China y un nuevo recorte futuro posible de la FED podría ser su jugada maestra para lograr su objetivo.

En definitiva, la guerra comercial no es buena. Vivimos en un mundo en el que la globalización y el mercado global ha vencido a los históricos proteccionismos que existían, consolidando así economías cada vez más interdependientes y abiertas al mercado exterior. El crecimiento mundial se debilita y el comercio global, como muestran datos del Banco Mundial, representa un gran agregado al crecimiento que experimenta la economía a nivel global. Debemos seguir favoreciendo las economías abiertas y excluyendo los proteccionismos, pues añadir más incertidumbre solo podría traer una mayor intensificación en la decrementos que vive la economía, hoy.

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