Una desesperada Generalitat presiona a Fitch para que le quite la calificación de Bono Basura

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El nuevo presidente catalán, Carles Puigdemont, en el Palau de la Generalitat (Foto: Efe)
Borja Jiménez

El Govern catalán intenta a la desesperada que la agencia de calificación Fitch reevalúe su deuda y la suba hasta el considerado nivel de ‘investment grade’, es decir, grado de inversión.

La deuda que emite Cataluña en la actualidad es solo apta para inversores, ya sean institucionales o minoritarios, con un perfil de riesgo elevado. Toda vez que las casa de rating, como Fitch, tienen a los bonos catalanes en el denominado ‘bono basura’, es decir, en un rating no apto para compra por la mayor parte de fondos de inversión, fondos soberanos, fondos de seguridad social, fondos de pensiones, grandes aseguradoras o incluso el propio BCE.

Todas estas grandes instituciones tienen, por estatutos, la prohibición de comprar deuda que no sea ‘investment grade’, es decir, que sólo pueden comprar deuda que esté por encima del denominado ‘bono basura’ o, dicho de otra manera, solo pueden comprar bonos de calidad.

Es por ello por lo que el Govern catalán está centrando todos sus esfuerzos en convencer a la agencia de rating Fitch de que le suba dos escalones su rating, es decir, de BB (que es claramente high yield), a BBB-. “La salida del bono basura implicaría menores costes de financiación, porque se reduce progresivamente la tir cuando va subiendo de rating”, explica Robert Casajuana, de SLM-AFI.

Según ha admitido el propio Oriol Junqueras en el parlamento catalán, la vicepresidenta del Govern está en contacto directo con la agencia de calificación. Unos contactos que, de manera oficial, se han mantenido para trasladar toda la información que la agencia ha considerado necesaria.

Según han reconocido a OKDIARIO desde el propio Govern, el contacto ha sido para tratar la calificación de la deuda. Algo que, en todo caso, es habitual entre los Gobiernos con problemas para financiarse. Y es que emitir deuda con calificación de ‘bono basura’ implica que sea complicado cubrirla, y más en contextos económicos como el que atravesamos, donde el inversor es cada vez más aversivo al riesgo. Y más si cabe, en entornos políticos tan bañados de incertidumbre como es el catalán.

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