El co-presidente de Samsung dice que la compañía «es un barco sin capitán»

El co-presidente de Samsung dice que la compañía «es un barco sin capitán»
Lee Jae-Yong, presidente de Samsung. (Foto: Getty)

Los convulsos tiempos que vive Samsung ha hecho que importantes miembros de su cúpula directiva pierdan el miedo a dar un paso adelante y expresar públicamente su preocupación por la situación de la empresa. “Un barco sin capitán”, así describe este mismo lunes el co-presidente ejecutivo de la compañía, Yoon Boo-Keun, desde Berlín, donde estos días se celebra la feria de electrónica IFA.

“Nadie subiría a un barco sin un capitán porque sabes que eso es peligros, y así es como nos encontramos”. Esa es la peliaguda escena que ha descrito el también jefe de la división electrónica del coloso coreano Samsung en declaraciones al Süddeutsche Zeitung.

Lo cierto es que la importante feria IFA no llega en el momento más feliz para Samsung, apenas unos pocos días después de que el heredero de la compañía, Lee Jae-Yong haya sido condenado a cinco años de prisión tras haber sido declarado culpable de diversos cargos de corrupción, incluyendo soborno, malversación de fondos, perjurio y ocultación de bienes en el extranjero.

Lee Jae-Yong era el líder de facto de la compañía desde 2014, cuando su padre y patriarca de Samsung, Lee Kun-Hee, sufrió un ataque al corazón que le mantiene incapacitado.

El caso que ha mandado a prisión al máximo dirigente de Samsing es el mismo que ya acabó con la presidencia de Corea del Sur de Park Geun-Hye, destituida en pleno escándalo en marzo de este mismo año 2017 tras haber estado implicada en una trama de tráfico de influencias. La ex presidenta se enfrenta próximamente a otro juicio por esta misma cuestión cuyas penas pueden comprender entre los 10 años y la cadena perpetua.

La propia Samsung ya fue negativamente protagonista el pasado año 2016 tras el gran fiasco protagonizado por el que iba a ser terminal estrella de la compañía, el Galaxy Note 7. Después de haber salido a la venta, la compañía se vio obligada a recuperar todos los teléfonos vendidos al comprobar que la batería era potencialmente explosiva: las pérdidas de la compañía superaron los seis millones de wones (4.900 millones de euros).

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