SECTOR ENERGÉTICO

El cierre nuclear de Sánchez impedirá la «soberanía energética» de Cataluña

El cierre de las plantas nucleares será especialmente perjudicial para Cataluña

ribera

El cierre nuclear decretado por el Gobierno de Sánchez e impulsado por la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, pondrá en jaque el suministro eléctrico de Cataluña y su “soberanía energética”, según un informe del sector con datos de la compañía pública Red Eléctrica al que ha tenido acceso OKDIARIO. Esta circunstancia podría abocar a nuevos problemas políticos con los socios independentistas que sostienen al Ejecutivo a la espera de lo que suceda en las próximas elecciones del 12 de mayo.

De acuerdo con el calendario actual, el primero de los reactores catalanes en cerrar será Ascó I, en 2030; el segundo, Ascó II, lo hará en 2032; y el tercero, Vandellós II, en 2035. Tras la clausura, Cataluña tendrá que depender en mayor medida del suministro eléctrico del resto de España, ya que más de la mitad de su consumo eléctrico proviene de la producción de origen atómico.

Las tres centrales localizadas en la provincia de Tarragona generaron 23.984,9 GWh de electricidad en 2023, lo que las convierte en la principal fuente de producción de energía en Cataluña, representando un 57,6% del total (41.620,2 GWh), según los datos de Red Eléctrica. Esta producción nuclear supuso más de la mitad (53,4%) del consumo eléctrico de la comunidad autónoma (44.894,2 GWh) en 2022. Con la clausura, la red de generación catalana perderá sus 3.033 MW de potencia instalada, de manera que su remplazo por plantas renovables supondría un ejercicio prácticamente irrealizable antes del cierre, señala el informe.

La razón es que, en Cataluña, una instalación fotovoltaica genera de media 1,3 GWh/año por cada MW instalado. En 2022, sus 298 MW instalados de esta fuente energética produjeron 384,7 MWh. Mientras tanto, Ascó I, Ascó II y Vandellós II, con sus 3.033 MW instalados, han generado 23.984,9 GWh, lo que supone un rendimiento seis veces superior al de las plantas fotovoltaicas. La conclusión es que se necesitarían 18.450 MW de potencia instalada de paneles solares para compensar el cierre de las tres centrales nucleares, algo que supondría tener que multiplicar por 62 las instalaciones actuales de Cataluña: un esfuerzo colosal, también en términos económicos, señala el informe.

Extrapolando las cifras que maneja la actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) —una inversión de 18.182 millones de euros para añadir 32.100 MW de nueva potencia fotovoltaica en el conjunto de España—, la inversión necesaria para construir 18.450 MW fotovoltaicos más en Cataluña ascendería a 10.258 millones de euros. Un elevado esfuerzo inversor, sobre todo teniendo en cuenta que Cataluña ha sido una de las comunidades autónomas que ha puesto más trabas, tanto burocráticas como sociales, al desarrollo de proyectos renovables.

De hecho, y según datos de Red Eléctrica, desde 2015 únicamente se han puesto en operación 38 MW de energía fotovoltaica, alcanzando una potencia instalada total en la región de 305. La evolución de la energía eólica ha corrido una suerte parecida, al crecer en solo 107 MW, hasta los 1.376 MW. Y la producción de energía eléctrica con fuentes energéticas no renovables en Cataluña fue del 84,4% en 2022 (últimos datos definitivos disponibles), de manera que la eólica solo representaba un 5,8% y la fotovoltaica, un 2,0%.

Planta de energía solar, cuya capacidad para sustituir a la producción eléctrica es dudosa.

Además, para disponer de un MW de potencia eléctrica en una fotovoltaica se necesitan dos hectáreas de terreno, por lo que sería necesario construir placas en 36.900 hectáreas del territorio catalán para compensar el cierre nuclear. Para poner en perspectiva esta cifra: supondría casi cuatro veces la superficie total de la ciudad de Barcelona o el 6,4% de la provincia de Tarragona.

El informe del sector señala que las centrales nucleares ofrecen estabilidad al sistema eléctrico al estar siempre disponibles. Funcionan, a excepción de las paradas de recarga de combustible y mantenimiento, prácticamente las 24 horas los 365 días al año, mientras que la fotovoltaica, por el contrario, solo genera electricidad cuando hay sol, obligando a tener que acumular en esos periodos la energía para ser utilizada en los periodos de sombra. Adicionalmente, la capacidad de las renovables no es flexible, y otras posibles tecnologías flexibles (baterías, almacenamiento, interconexión…) no se están desarrollando lo suficientemente rápido como para cubrir el calendario previsto de desmantelamiento de las centrales nucleares.

Otra cuestión trascendental, de acuerdo con el estudio, es que, además de la pérdida de soberanía energética, el cierre de la energía nuclear implicará un aumento de la producción de los ciclos combinados, cuyo mayor uso incrementaría de forma exponencial las emisiones de gases invernadero responsables del cambio climático. Estas centrales de gas generaron en 2022 el 19% de la energía eléctrica en Cataluña. Si elevaran su producción hasta compensar la generación de las tres centrales nucleares, las emisiones de CO2 se incrementarían alrededor de un 30%.

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