Economía
¡Es el mercado, amigo!

El carajal del Gobierno con el precio fijo de la luz

  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

Que el Gobierno no tiene ni idea de cómo hacer bajar el recibo de la luz es algo que todos tenemos claro a estas alturas. Este lunes, el ministerio de Teresa ‘talibán’ Ribera entró en pánico y no fue capaz de idear un sistema para aprovechar la excepción que nos ha concedido Europa para salirnos del sistema común (en un caso claro de «sujétame el cubata», más adelante se lo cuento). Luego acabó pidiendo topar el gas en 30 euros (lo que dejaría el MWh en unos 110) para ver si nos dejan ponerlo en 50.

Pero si hay algo en lo que se ve claramente la incompetencia (e ignorancia) del Ejecutivo en los temas eléctricos es en la parte fija del recibo: los llamados costes y peajes. La  evolución de los mismos es la que aparece en el gráfico que ilustra este artículo (cortesía de @eruizvel). Un carajal de líneas imposible de entender, cada una correspondiente a los diferentes cambios normativos adoptados desde 2020; y van cuatro, nada menos. Pero lo más importante es que este coste está ahora por encima de donde se encontraba antes de empezar a tocarlo, teóricamente para rebajarlo. Para ese viaje hacían falta pocas alforjas.

Sin entrar en mucho detalle, el gráfico muestra los euros que pagamos por estos costes no relacionados con lo que gastamos de luz en el eje vertical y las horas del día en el horizontal. Al principio, los costes eran de dos tipos: una línea horizontal azul (igual en todas las horas) en torno a 0,04 euros para los que tenían factura normal y otra variable que llegaba a un máximo de 0,06 en los que tenían discriminación horaria (ambas de color azul oscuro).

El tarifazo y las bajadas de impuestos

En 2021, llegó el tarifazo del Gobierno que obligaba a la discriminación horaria -lo de las hora valle, llano y punta-, lo que implicó un subidón en las horas de más consumo (línea roja). ¿Se acuerdan de cuándo había diferencia entre poner la lavador a una hora u otra? Qué tiempos aquellos, la de memes que se hicieron. Ahora casi da igual con el subidón del megawatio/hora desde la segunda mitad del año pasado.

Luego bajó un poco (línea verde) en el cuarto trimestre de 2021 cuando el Gobierno aprobó la bajada del IVA, el impuesto de generación y el impuesto especial eléctrico, que se prorrogó en el primer trimestre de este año (línea amarilla). Y ahora, con las medidas del Decreto-Ley de este martes, baja algo más respecto a donde estaba, pero muy poco (línea morada). Y, sobre todo, sigue por encima de las líneas azul oscuro. Es decir, estamos peor que al principio.

En esos costes fijos se meten cosas como el déficit de tarifa de años anteriores, las primas de las renovables, la compensación a las minas de carbón o que las islas tengan el mismo precio de la luz que la Península, además de los peajes de transporte de la electricidad. Y es bastante discutible por qué debemos pagarlos en el recibo.

El parto de los montes parió un ratón

Esta semana, el Gobierno ha hecho dos cosas, a falta de mejores ideas. Por un lado, adelantar (que no cobrar de más) 1.800 millones de primas que las renovables han cobrado en exceso porque el precio de la luz ha superado con creces la rentabilidad que tienen garantizada (7,1%). Pero este parto de los montes ha parido un ratón, ya que la disminución de los costes fijos gracias a ese adelanto va a suponer apenas un 2,6% del recibo, o entre 5 y 6 euros al mes según el propio Ministerio de Transición Ecológica. Un gran alivio para las familias que ya no llegan a fin de mes con la inflación -y falta el alza de las hipotecas cuando empiecen a subir los tipos- y para las pymes y autónomos que necesitan la electricidad para trabajar.

Por otro lado, va a meter otro hachazo a las eléctricas, adelantado por OKDIARIO, por los supuestos ‘beneficios caídos del cielo’ que obtienen las diferentes tecnologías al cobrar el precio que marca la más cara, el gas, en la subasta. Lo intentaron en septiembre y fracasaron por desconocer que hay muchos contratos a precio fijo (PPA) que no se benefician del sistema porque no recogen la variación del precio diario. Como no les pueden meter el rejón, ahora se lo van a meter a los contratos nuevos y a los que se renuevan, que no podrán tener un precio superior a 67 euros; lo que se pase, va a al sistema.

«Sujétame el cubata»

Y esta es la parte que tienen clara. Porque la que se supone que va a obtener la rebaja gorda tiene una historia que sería hasta divertida si no fuera porque juegan alegremente con nuestro dinero. Ha sido algo así como esto:

Pedro Sánchez: Teresa, tienes que bajarme el precio de la luz como sea, esto es insostenible y nos va a costar el Gobierno.

Teresa Ribera: Presidente, yo lo bajaría, pero es que no nos deja Europa. Hay un sistema común del que no podemos salirnos.

P.S: ¿Que no nos deja Europa? Sujétame el cubata…

(…)

P.S: Hale, arreglao. He liado al portugués y nos han dado una excepción ibérica. Así que, venga, Teresa, bájame la luz

T.R. (en pánico): Sí, sí… claro, presidente… ahora mismo nos ponemos con ello. (Por lo bajini) Madre mía, a ver qué hago yo ahora…

Sánchez y Costa comparecen tras el Consejo Europeo.

El lunes pasado será el día más recordado en muchos años en ese ministerio creado por escisión del de Industria, como tantos otros hasta llegar a 23. Reuniones, frenéticas, propuestas, contrapropuestas, pegas de los abogados del Estado porque no se cumplía tal o cual ley, llamadas de Presidencia del Gobierno diciendo que «el decreto tiene que aprobarse mañana»… la locura, vamos. «A las 10 decían una cosa, a las 10:30 otra, a las 12 volvían a la primera, etc.», explica una fuente cercana al departamento.

Pedimos 30 euros a ver si cuela 50

Así que no hubo propuesta para el Consejo de Ministros del martes, que aprobó todas las medidas -la mayoría cosméticas- del pomposo «plan de respuesta a la guerra» menos esa, la más importante. El jueves se filtró que lo que le vamos a pedir a Bruselas (nos tienen que aprobar la exención de la que tanto presume Sánchez porque Alemania no se fía, con razón) es poner un tope de 30 euros al gas en la subasta de la luz, lo que implica un precio del MWh en torno a 110 euros. Esto se puede interpretar como que Podemos se impone a Calviño o -más creíble para mí- como que hemos pedido 30 a ver si nos dejan ponerlo en 50 con suerte. Como si esto fuera un mercado persa.

La gran cuestión aquí es quién paga la fiesta, es decir, la diferencia entre ese tope y lo que le cuesta el gas a las centrales que lo queman para generar electricidad (ciclo combinado). Sánchez ya descartó en Bruselas que fuera a ser con dinero público -a nuestros socios se les ponen los pelos como escarpias sólo de pensar en que España se meta más déficit y deuda- y el Ministerio, el propio martes (antes de tener propuesta) explicó que se les imputaría a las demás tecnologías mediante un confuso sistema de reparto horario que ni ellos mismos tienen claro.

Sánchez y la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en el Senado. (Foto: EFE)

Pero la cuenta no sale. El Banco Santander calcula que una parte tendrá que ser asumida por los consumidores porque la broma nos puede costar 11.200 millones (asumen que habrá que prorrogar la medida más allá de los tres meses iniciales autorizados por Bruselas). Eso significa un nuevo déficit de tarifa que tendrá que ser pagado por los consumidores a partir de 2023 en la parte fija del recibo, cómo no. Otra raya más de color en el gráfico.

En el ministerio son conscientes y admiten que una parte tendrá que asumirla el consumidor, pero que «el efecto neto será muy positivo, de bajada del recibo». Veremos. Pero visto lo visto, mejor nos preparamos para lo peor. Pan para hoy y hambre para mañana.