Economía

¡Armagedón financiero!

¡Armagedón financiero!

“El destino de un inversor lo marca su estómago, no su cerebro” Peter Lynch

Las calamidades de la naturaleza humana hicieron necesaria la sociedad. La sociedad se agregó a los desastres de la naturaleza. Los inconvenientes de la sociedad hicieron necesario al Gobierno, y el Gobierno se agregó a los desastres de la sociedad. Esta es la historia de la naturaleza humana, citaba mi querido Chamfort, al fin y al cabo la civilización es una carrera entre la educación y la catástrofe.

Y es precisamente con la vejez, la pérdida o la tragedia personal cuando, tradicionalmente, la dimensión espiritual entra en la vida de la gente. Es decir, su propósito interior sólo emerge a medida que su propósito exterior se va hundiendo y la concha del ego empieza a resquebrajarse. Por ende, señores, sólo en el peor de los desastres conoce uno la auténtica valía de los hombres y mujeres.

El optimismo ha ocasionado grandes catástrofes, y si no que se lo digan a la tortuosa semana pasada bursátil que tuvimos que acontecer ante un miedo nuclear que empieza a asomarse en el horizonte, con la irreverente, absurda e irresponsable amenaza nuclear de Putin, tras anexionar de manera ilegal los territorios invadidos de Ucrania como les exponía la semana pasada en mi última tribuna de opinión “¡Bienvenidos al crash de la deuda pública!”.

La tensión provocada con la crisis energética parece ser la baza en la negociación de Vladímir Putin, que sigue muy interesado en dar carpetazo a esta guerra cuanto antes, para evitar cometer el error de cálculo que llevó a la derrota de Napoleón y Hitler, por el abastecimiento del ejército Ruso en el duro invierno ucraniano.

Putin probablemente se refugie en la baza de la dependencia energética de Europa y el asqueroso chantaje de un invierno nuclear como únicos argumentos de poder que le alejan de ser condenado como un tirano más de los muchos que han fracasado en la historia de la humanidad.  Ya saben, lamentablemente siempre ha habido y habrá personas que quieren ver el mundo arder.

Joe Biden advertía de que un Armagedón nuclear está más cerca que en la crisis de los misiles de Cuba. Y creo necesario recordar que durante la crisis de los misiles cubanos los buques de guerra estaban estacionados frente a las costas de Cuba, y la Unión Soviética y los EEUU tenían armas nucleares apuntándose entre sí en el estado de alerta militar más alto posible.

En esa época de máxima tensión, Mike Epstein en el centro del NYSE nos dejó una anécdota para la historia cuando se giró hacia su jefe de mesa y le preguntó qué debía hacer. Su jefe le dijo; – “¡compra todo lo que puedas!”. Epstein cuestionó cortésmente la cordura de su jefe al pensar que el mundo podría estar llegando a su fin debido a un holocausto nuclear. Y su jefe insistió; – “¡sigue comprando! si no nos bombardean el mercado se recuperará y si lo hacen, ¡no quedará nada por lo que preocuparse!”.

Este hecho, nos explica que un Trader profesional maduro en el mercado, comprende y acepta los riesgos con la misma disciplina y sangre fría con la que toma sus decisiones vitales, y es por este motivo por el que Wall Street no teme el Armagedón nuclear, como sí teme el Armagedón financiero.

Y es que Mr. Powell desató una semana de ida y vuelta tras reaccionar el mercado de manera muy favorable a los malos datos macroeconómicos. Estamos en una era en la que únicamente importan los malos datos, señores. Al mercado sólo le importa la liquidez y en ello está. Son los malos datos de empleo o el techo de inflación los que presionarán a Jerome Powell a pisar el freno en su normalización monetaria, algo que el mismo viernes pasado éste se encargó de ratificar. Me temo que la FED necesita mucho más para dar marcha atrás a su plan, siendo claro el mensaje de que el primer enemigo es la inflación y solamente cuando la inflación sea domada, se encargará de este chantajista mercado.

Esta situación puede parecer peligrosa y por supuesto no gusta a Wall Street, pero en las mesas de negociación de Blackbird estamos felices ante esta reacción de la FED, puesto que nos encontramos en un momento absolutamente decisivo para nuestra economía, y considero que la FED tiene la oportunidad de enmendar los errores que Bernanke cometió en 2.009. Hay algo más que claro para mí; ¡no podemos construir un tejido productivo a través del mercado de la mentira!

Inflar el mercado en una burbuja es un problema, y ahora hay que pagar las consecuencias queridos. Mr. Market ha provocado un colapso en la Renta Fija, y en el nuevo orden del mercado de divisas se aprecia claramente como el USD, a través de la determinación de Powell, se está consolidando más si cabe como el principal refugio de los inversores. El dinero es cobarde, pero no es estúpido, aquí lo que vale es la paciencia, la liquidez y el sentido común. No lo olviden.

Si algo tengo claro, es que mi amado mercado nos propondrá un camino tortuosamente ambiguo y proporcional al sentido absurdo de esta burbuja sinrazón. Pero lo cierto es que limpiar dicho mercado era un mal endémico que necesariamente debíamos sanear para construir las bases del futuro. Existen argumentos racionales en los que edificar una correcta asignación de activos, y existen argumentos emocionales con los que perder a corto plazo nuestro dinero, ¿no les parece?

Al fin y al cabo el destino de un buen inversor lo marca su estómago, no su cerebro, algo que tiene mucho que ver sobre cómo entendemos y aceptamos la volatilidad de los mercados, en nuestro caso a través de decisiones inteligentes que nos permitan pensar no tanto en lo que hoy valen nuestras inversiones, y siempre en lo que pueden valer en el fin de la tormenta. ¿Por qué? bueno, no existe en la historia de los mercados Armagedón financiero alguno que haya destruido la inversión inteligente, esa que se sujeta con argumentos racionales y toneladas de paciencia.

Lo contrario, es ir directamente a un dolor absurdo e innecesario provocado más por el miedo y la codicia, que por la auténtica realidad de los mercados, una realidad que sigue premiando la liquidez por encima del riesgo sin olvidar que cualquier destino consta de un solo momento, el momento en que uno sabe quién es y qué hacer. ¿En resumen? Esto es un caos, bienvenidos a mi mundo.

Gisela Turazzini, Blackbird Bank Owner Founder CEO.

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