Aprender sobre energía es clave para frenar la pobreza energética
El término de pobreza –carencia o escasez de lo necesario para vivir- se ha ampliado en los últimos años. Hace alrededor de una década, cuando se hablaba de pobreza la mente se iba casi automáticamente a una población ubicada en un país subdesarrollado, sin embargo, la salvaje crisis económica mundial ha cambiado el escenario. Miles de familias en todo el globo han visto como la falta de empleo y las deudas han mermado sus recursos económicos viéndose privados de servicios básicos como el agua, el gas y la electricidad.
Este hecho se conoce como pobreza energética y en España, según datos de Eurostat, afecta a más de 5 millones de personas. A la reducción de recursos económicos hay que añadir otros factores como el aumento del precio de la electricidad o la gestión de la energía de manera poco eficiente.
Por ello, es importante levar a cabo unas buenas prácticas de ahorro y eficiencia energética que reduzcan el gasto de las facturas y poder hacer frente a los pagos. Pequeños gestos, según los expertos, como instalar burletes en las ventas, sustituir los electrodomésticos antiguos o usar radiadores en lugar de bombas de calor ayudan a pagar menos por la energía. Además, muchos de los afectados por esta llamada pobreza energética no conocen que pueden beneficiarse de ayudas como el bono social aprobado por el Gobierno.
Contra esta vulnerabilidad hay diversas iniciativas públicas, pero también privadas como es el caso de la Fundación Gas Natural Fenosa. La compañía española ha creado la llamada Escuela de Energía, un programa pionero inspirado en proyectos internacionales que brinda asesoría y formación a familias, organizaciones sin ánimo de lucro y personal de los Servicios Sociales de los ayuntamientos.
Esta Escuela de Energía comenzó a impartir formación el pasado mes de abril y cerró 2017 habiendo formado a alrededor de 1.500 personas vulnerables y prevé editar guías para divulgar consejos y medidas que los hogares pueden aplicar para optimizar su factura de la luz y minimizar las posibilidades de sufrir pobreza energética por no tener capacidad de pago.
Almudena Laguillo, responsable de la Escuela de Energía ha explicado que se trata de una acción que comenzó en “Cataluña, Galicia y la Comunidad de Madrid y ya está trabajando también en Castilla y León, Valencia y Castilla la Mancha”.
La formación, según explica la responsable del proyecto, se basa en cuatro aspectos: la factura, los hábitos de consumo, la vivienda y las ayudas disponibles. “El programa se adapta según el público, la formación es más amplia cuando se trata de trabajadores sociales”, señala Laguillo.
En primer lugar, las sesiones con las familias vulnerables y los profesionales de los Servicios Sociales comienzan con una explicación que, a priori, parece básica pero que no todo el mundo conoce, la diferencia entre distribuidora y comercializadora. En segundo lugar, explica la responsable de Escuela de Energía, se da una explicación de la factura propiamente dicha, así como los conceptos que encierra y cómo poder optimizarla”. También informan a los profesionales de asociaciones y ayuntamientos de las ayudas que existen para las personas vulnerables energéticamente como es el bono social, un mecanismo de descuento en la factura eléctrica, fijado por el Gobierno, con el fin de proteger a colectivos vulnerables.
Hasta el momento, la iniciativa ha tenido buena acogida y han participado un centenar de personas. Paula Torreadrado, coordinadora de Servicios Sociales del Ayuntamiento de la localidad madrileña de Tres Cantos, explica que con Escuela de la Energía han aprendido “cosas muy importantes para poder ayudar a la gente que viene a buscarnos”.
Por su parte, Monica Rodríguez, trabajadora social del Ayuntamiento de Tordoya (A Coruña), comparte la sensación positiva de la madrileña. “Aprendimos muchas cosas y, desde entonces, hemos contactado con las familias que atendemos y que sabemos que tienen problemas con las facturas energéticas para que vengan a visitarnos y les podamos trasladar ayudar”, concluye.
Además, la coordinadora madrileña reconoce que entender algunos aspectos del mundo energético es complicado. Por ello, confiesa que “si los trabajadores sociales, que somos consumidores y a la vez profesionales con habilidades formativas especializadas, tenemos problemas para entender facturas o normativas, te da un poco la dimensión de lo difícil puede ser para personas vulnerables comprenderlo y gestionarlo”.
A tenor de las palabras de Jesús Moix, profesor de Escuela de Energía, la comprensión de la factura es el punto más problemático. “Las personas vulnerables que acuden a las sesiones no saben si están el mercado libre o regulado, a veces no saben ni que existen estos mercados, qué tipo de tarifa tienen contratada, si tienen o no un servicio contratado (por ejemplo, de mantenimiento), si tienen o no discriminación horaria, etc”, relata.
Con respecto a los trabajadores sociales, Moix señala que su mayor duda está en el funcionamiento del bono social eléctrico. “Algunos no conocen bien la nueva normativa: ¿quién puede acogerse?, ¿qué se necesita para tramitarlo?, ¿dónde solicitarlo?”. Curiosamente, además, explica que a lo largo de las sesiones “hemos encontrado incluso profesionales que podían beneficiarse del bono social y no lo sabían”.
La Escuela de Energía de Fundación Gas Natural Fenosa está inspirada en modelos puestos en marcha por Hungría, Bélgica o Austria para paliar la pobreza energética. “En estos países ha resultado muy efectivo y esperamos que aquí también lo sea”, apunta Martí Solà, director general de la citada fundación.
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