Inversión

Cómo armarse frente a la volatilidad que viene en los mercados

putin fed volatilidad
Bolsa de Nueva York donde cotiza el S&P 500.

Come on and let me know. / Should I stay or should I go” (Combat Rock, The Clash. 1982)

He ahí la cuestión. Gestión pasivo o gestión activa.

Los mercados alcistas que hemos disfrutado los últimos años pueden estar a punto de cambiar. La volatilidad se ha incrementado desde febrero, de forma que los inversores, acostumbrados a la tranquilidad, están empezando a necesitar formas de cubrirse del riesgo. La volatilidad ha sido provocada por una creciente incertidumbre geopolítica global, presiones inflacionistas en la economía global y la subida del precio del crudo.

La volatilidad en sí no es buena ni mala, solo refleja la amplitud de movimiento del precio o la desviación standard de una acción. Lo que sí es más difícil es decidir cómo cubrir mejor el riesgo; ¿con una gestión de la inversión pasiva o activa? La gestión pasiva intenta obtener la misma rentabilidad que su índice de referencia o mercado concreto, mientras que la gestión activa pretende seleccionar los mejores activos para incrementar los retornos o reducir el riesgo. La idea que hay detrás de la gestión activa es aprovechar las posibles ineficiencias del mercado, lo que puede permitir retornos mejores que el mercado en su conjunto.

En lineas generales, la gestión pasiva obtiene buenos resultados cuando los mercados van bien, como hemos experimentado los últimos años, y ayuda a distribuir el riesgo. En mercados volátiles o mercados que caen, una gestión activa puede ayudar a proteger la cartera y limitar las pérdidas. Lo cierto es que los fondos de gestión pasiva tienen un coste de gestión menor que los fondos de gestión activa, aunque es cierto que los costes de estos últimos han disminuido en los últimos tiempos. A su vez, el tratar de batir el mercado cuando éste cae, significa que el gestor se puede creer en posesión de una habilidad superior para identificar activos que otros han ignorado… lo que puede tener como resultado que este “elemento humano subjetivo” incremente el riesgo de la cartera.

La prueba de que no hay nada perfecto y de que esto no es una ciencia exacta, es que muy pocos gestores baten al mercado consistentemente. También es cierto que hay gestores que tienen unos conocimientos muy profundos de una industria o sector en concreto, lo que les da una ventaja competitiva frente a los demás, pero como regla general, nos gustan los gestores activos que mantienen los costes bajos y coinvierten con su dinero en el fondo.

Utilizar una forma de gestión u otra no es excluyente; tiene sentido que ambos modelos coexistan en una cartera porque nadie tiene la absoluta certeza de cómo van a comportarse los mercados. A lo largo de las próximas semanas analizaremos cómo seleccionar los fondos de gestión pasiva y activa en una cartera.

El mensaje de esta semana es que debemos estar preparados por si la volatilidad persiste y los mercados deciden tomarse un respiro, más allá del verano. A medida que nos acerquemos al final del ciclo, será más difícil encontrar valor y retornos, por lo que los fundamentales de los activos adquieren mayor importancia y la gestión activa debería ser más relevante en nuestra cartera.

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