El Tour teme que agredan a Froome en plena etapa
La protección de Chris Froome en el Tour de Francia es prioridad. El corredor teme convertirse en objeto de la ira de una parte del público, mientras que el Sky valora la opción de reforzar su propia seguridad.
Chris Froome fue absuelto por la Unión Ciclista Internacional en un largo proceso antidopaje que se alargaba desde el pasado mes de septiembre. Pero su imagen y sus cotas de popularidad se han resentido por el caso, y el cuádruple campeón del Tour teme incidentes en carrera con el público galo.
«Hago un llamamiento a todos los espectadores a proteger al conjunto de los deportistas y a respetar las decisiones de la justicia, y a posibilitar que Chris Froome pueda participar en un entorno seguro y tranquilo en el próximo Tour de Francia, como todos los demás deportistas». La petición lanzada por el presidente de la UCI, el francés David Lappartient, muestra hasta qué punto la situación preocupa a las instancias.
«El público del Tour es un público indulgente», indicó el director de la ronda gala, Christian Prudhomme, manifestando un deseo apaciguador. La presentación de equipos el jueves en Vendée dará un primer indicador del estado de ánimo. Aunque un recibimiento hostil al vigente campeón no significará que esa sea la tónica a lo largo de la carrera.
En el momento de la salida en 2011, el español Alberto Contador, que dio positivo por clembuterol durante el Tour 2010, se encontraba a la espera del veredicto del Tribunal Arbitral del Deporte, que le declaró culpable en febrero de 2012. El de Pinto fue abucheado en la presentación, pero después la carrera se desarrolló sin incidentes para el madrileño por parte del público.
La seguridad, cuestión de estado
Para Froome, sin embargo, la historia con el público francés es más complicada. La edición de 2015, desde el punto de vista de la seguridad, fue la más turbulenta. El corredor de origen keniano afirmó haber sido víctima del lanzamiento de orina por parte de un espectador, y varias imágenes mostraron a un espectador escupiéndole en una etapa de montaña.
«Los dispositivos de las fuerzas del orden son raramente planificados por un caso excepcional, incluso por una visita presidencial. La maniobra es siempre global», precisa el comandante de la gendarmería Gabriel Lothe. «Si nos centramos mucho en una cosa, pasaremos de lado de otras. El caso Froome está enmarcado en la responsabilidad global. También están los espectadores, el resto de corredores. Hay que englobar a todo el mundo en esta seguridad, a Froome como al resto», añade.
En el conjunto del Tour, son cerca de 29.000 personas encargadas de la seguridad, de las que 23.000 son policías y gendarmes. Pero con cerca de 12 millones de espectadores a lo largo de las carreteras del Tour, es difícil controlar cualquier tipo de incidentes.
«Cuando tú pones la seguridad en un estadio, una vez están controlados los siete u ocho puntos de paso está controlado el recinto. En 200 kilómetros lineales, la dificultad es controlar los miles de puntos potenciales», precisa el oficial de la gendarmería.
Las etapas de montaña suponen el mayor riesgo para Froome. Las barreras colocadas en los últimos kilómetros deberán controlar a la multitud. Sin embargo son raros los casos en los que la seguridad de un corredor se vio comprometida en el Tour. El caso más significativo sigue siendo el puñetazo recibido por el belga Eddy Merckx en la subida a Puy de Dôme el 11 de julio de 1975.
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