Sin pegada no hay Liga

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Soldado marca el primer gol del Villarreal ante el Madrid. (Getty)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Volvía Benítez a confiar el equilibrio del Madrid a Casemiro, su jugador número doce, y recetaba a Kroos medicina de banquillo. Después del 0-4 del Clásico va a ser muy difícil que el brasileño no sea titular en los partidos complicados del equipo blanco, tanto en el Bernabéu como fuera. El resto del once, lo más parecido al de gala en ausencia de Varane. Con el retorno del jedi Ramos, el centro de la zaga blanca recuperaba la fuerza. A su lado Pepe, su pareja más estable en los últimos años. En los laterales Danilo y Marcelo ponían la samba.

Casemiro sostenía el centro del campo, escoltado por Modric y James. El colombiano parece haber recuperado definitivamente su estatus de titular, con Isco condenado al banquillo para generar otro debate interminable. Arriba, la BBC al completo dispuesta a sintonizarse tan bien como el día del Getafe. El objetivo del Madrid era aprovechar el pinchazo del Barça ante el Deportivo y colocarse al acecho de la cabeza, a dos puntos de los colíderes.

Salió marcando paquete el Villarreal, que apenas tardó 40 segundos en tirar a puerta. Marcelino situaba su defensa en el centro del campo y obligaba al Madrid a jugar en una baldosa. De Pamesa, claro. No le cogían los blancos el aire al partido y a punto estuvieron de encajar el primer gol a los tres minutos. Una cantada de Pepe la aprovechó Bakambu para montar una estampida en la que dejó a Ramos con el molde. Su pase derivó en un disparo de Dos Santos desde fuera del área que se estrelló contra el palo derecho de Keylor. A falta de pizarra, Benítez tenía flor.

El partido era de los amarillos y pintaba negro para los blancos. Hubo que esperar hasta el minuto 7 para ver el primer remate del Madrid. Fue un cabezazo alto de Bale después de un centro desde la izquierda de Marcelo. Fue un espejismo, porque un minuto después Soldado hacía justicia al repaso de salida del Villarreal.

El león Bakambu y la cebra Pepe

Modric, igual que el día del Clásico ante Luis Suárez, perdió un balón imperdonable ante la presión de Bruno. Bakambu recogió la pelota suelta y ante una defensa blanca lenta y pasiva como un burócrata con sueño, se la puso a Soldado, que definió colocando la pelota por debajo de las piernas de Keylor Navas. A los blancos les tocaba remar o al menos presentarse al partido. Benítez se desencajaba la mandíbula dándole vueltas a su chicle de un moflete a otro.

Empieza a ser preocupante que los arranques de partido del Madrid sean como los hijos de Ruiz-Mateos: todos se parecen muchísimo. Salen a jugar fríos, despistados, perdidos. Al menos de salida, los de Benítez parecen un hipster sin barba: muy poquita cosa.

Una media volea de Benzema a pase de Bale, que se fue alta, era el primer síntoma de vida inteligente en el juego del Madrid. El Villarreal, forzada o premeditadamente, había retrocedido quince metros, bien por verse por delante en el marcador, bien por intentar economizar esfuerzos. Pero buscaba la suya a la contra, con un Bakambu que enseñaba todas las miserias de Pepe a la menor ocasión.

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Cristiano intenta la chilena ante varios jugadores del Villarreal. (AFP)

Una galopada del francés retrató al central luso y a punto estuvo de convertirse en el segundo del Villarreal. Fue como si Bakambu fuera en la moto de Jorge Lorenzo y Pepe en el rucio de Sáncho Panza. En quince metros de esprint le sacó diez de ventaja, aunque su disparo en el mano a mano con Keylor se marchó fuera. Habría sido una sentencia casi definitiva para un Madrid más desdibujado que un cuadro pintado por un niño de tres años.

Sin noticias de Cristiano, ni de Bale, ni de Benzema, ni de James, con Modric naufragango en un mar de camisetas amarillas y con Casemiro desbordado para achicar agua, el Madrid volvía a las andadas. Otra vez Bakambu tuvo el segundo en sus botas, después de una combinación entre Bruno y Denis. La banda derecha de Danilo sí que era un agujero y no el de la capa de ozono. Si no espabila pronto, va camino de convertirse en el Coentrao diestro: un fiasco de 30 millones. Y así acababa el primer tiempo, con los blancos desbordados, más pendientes de protestar a Undiano que de jugar al fútbol.

Reacción en cadena

Pudo empatar Benzema en la reanudación después de un buen pase de Bale, pero el disparo del francés se marchó por poco a la derecha de la meta de Areola. El Madrid funcionaba como un móvil recién cargado. Estaba a tope de batería. Otra maniobra de Bale, esta vez por la izquierda, la falló inexplicablemente Benzema en boca de gol. Se mascaba el empate, a poco que al Madrid se le secara la pólvora mojada.

El partido, ahora sí, era del Madrid, que le comía terreno al Villarreal como Ciudadanos al PP. Una galopada tremenda de Bale la sacó Areola con una buena mano abajo cuando parecía que iba a ser el 1-1. Resistía el Villarreal, pero pintaba a que el segundo tiempo se les iba a hacer largo a los de Marcelino.

También la tuvo Cristiano en el 58 después de un balón largo de Ramos, pero su disparo se estrelló contra el palo derecho de un Areola que había hecho una estatua que ni las de Miguel Ángel. Perdonaban los blancos, que habían llegado al Madrigal con 45 minutos de retraso. Pero más vale tarde. Las diabluras de Marcelo y las apariciones por banda de Bale hacían daño a la defensa amarilla. A Cristiano se le escapaba otro remate dentro del área en el 72.

Benzema también se disfrazaba de Higuaín al fallar un cabezazo solo y de frente a la portería después de un buen pase de Bale. A Benítez no le quedaban uñas que morderse. Movía el banquillo el técnico madridista en el último cuarto de hora en busca de las luces que se le apagaban a sus delanteros en el área. Isco y Kovacic al verde, Modric y Casemiro a la ducha.

Una jugada maradoniana de James pudo ser el empate del Madrid, pero el disparo con la diestra del colombiano se marchó fuera. Era el decimoctavo remate de los blancos, negados de cara al gol como ya les ocurriera en su día ante el Sporting o el Málaga, rivales contra los que se quedaron sin marcar y se dejaron cuatro puntos en el camino. Fue la última ocasión clara para los de Benítez, que se desfondaron buscando hasta el final un empate que no llegó por falta de pegada. Y ya se sabe que sin pegada no hay Liga.

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