US Open 2018

Nadal resucita de madrugada y acaba con Thiem en una batalla de héroes

Rafa Nadal venció en cinco sets (0-6, 6-4, 7-5, 6-7, 7-6)

Rafa Nadal
Nadal celebra un punto ante Thiem. (AFP)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

Un tie break para resumir casi cinco horas de uno de los mejores partidos de la historia moderna del tenis. A Rafael Nadal hay que ganarle mil veces para hacerle abdicar, y en ocasiones no es suficiente con ello. Dominic Thiem, en uno de los partidos más brillantes de su carrera deportiva, se vio obligado a claudicar (0-6, 6-4, 7-5, 6-7, 7-6) ante una figura histórica del deporte que completó un partido que hace honor a su condición, la que le coloca entre los mejores de siempre. Debió hundirse tras el 0-6 inicial en contra y estuvo a punto de morir, agotado, tras ceder en el tie break del cuarto, pero Rafa siempre encuentra el camino para seguir escribiendo la historia, y tras resucitar de madrugada, firmó su pase a las semifinales del US Open, donde se encontrará con Juan Martín del Potro. Nadal es indestructible.

El nivel de Thiem de salida fue absolutamente inverosímil, un auténtico vendaval que estaba arrasando la pista central del complejo de Flushing Meadows, con el número uno del mundo delante. Podía dibujarse como una venganza por lo ocurrido en la final de Roland Garros, o el arrebato de uno de los candidatos a derrocar al Top 4 que viene reinando en la última década en la ATP, pero todo puede resumirse en la más absoluta inspiración de un tenista capaz de llegar a límites escandalosos cuando se encuentra en trance.

El rosco del primer set pudo sorprender a aquellos que se levantaron sin ver el partido por el cambio horario, pero no a aquel que pudo comprobar en directo los continuos estacazos de Thiem, incapaz de fallar unos golpes que, por ritmo, prácticamente ningún jugador en el circuito puede igualar. El desconcierto llevaba a Rafa a ni siquiera perseguir unos golpes al 99% imposibles de devolver, y el 6-0 del marcador era un reflejo inmejorable de lo sucedido en la Arthur Ashe, tan inesperado como justo.

Lejos de perder las formas ni la paciencia, la versión más imprecisa de Nadal hizo un atisbo de desaparecer con su primer juego, el inaugural del segundo set, que levantó algo los ánimos dentro de la consciencia de que el nivel de Thiem no había bajado ni un punto. La noticia de la manga, sin embargo, era que Rafa había comenzado a escalar hasta su nivel máximo, el que iba a necesitar para pelear el partido y el pase a semifinales.

Cada contendiente, brindando una batalla a sartenazo limpio, mantenía su saque con considerable facilidad, hasta llegar al punto de inflexión del set y, dependiendo del resultado, quizá del partido. Rafa jugaba largo como pocas veces se le ha visto, mientras esperaba a que Thiem tuviera un atisbo de desconcentración para entrar a robarle el servicio. La mentalidad del pitbull le funcionó a la primera al manacorense, pero el juego de Dominic volvió a superarle cuando servía para igualar a uno la contienda. Tocaba seguir remando, y donde todos hubieran buscado mantener la igualada, Rafael encontró el tercer break seguido del partido, que le daba el set y la posibilidad de celebrar algo tangible por fin en el choque.

El tercer set iba a dar, de forma irremediable, ventaja a uno de los dos contendientes, y ninguno quiso ceder un mínimo para caer. Rafa dejó cierta relajación como sensación al servicio, dejando juegos que debieron ser en blanco relativamente cerca del bolsillo de Thiem. No sufrió daños en los dos primeros, pero a la tercera, el austriaco se adelantaba para poner el cuarto, y después el quinto juego en su haber, por los tres de un Nadal al límite.

Servía al austriaco para colocarse a una sola manga de las semis, pero la presión acabó con sus esperanzas, dando pie a una remontada dentro de la remontada, a un Nadal absolutamente desatado y que cambio su tradicional derecha martillo por un revés paralelo que maniató a un super agresivo Thiem hasta dar la vuelta a la manga con un parcial de 4-0 sólo a la altura, sí, de uno de los mejores deportistas de la historia. Nadie camina sobre el alambre como Nadal, que pasaba de agarrarse con los dedos a poner un pie en la penúltima ronda del US Open.

Igualdad máxima entre dos genios

Con 1-0 y 15-40, Rafa se encontró más cerca que nunca de encarrilar el partido, pero el felino que estaba al otro lado de la pista estaba lejos de decir su última palabra. Tres zarpazos de Thiem daban la vuelta al juego y también al set, pues Nadal acusaba el golpe y cedía su servicio, para verse obligado a remontar una vez más en el partido. Su juego estaba siendo positivo, pero el nivel de inspiración de Domi, cuando estaba en su tope, hacía imposible la consigna.

De nuevo con 4-3 y servicio, Thiem afrontaba el momento clave para colocar su segundo set en el casillero, pero Nadal, con mucho esfuerzo y el ojo de halcón como aliado de justicia, conseguía romper el servicio y devolver la igualada al luminoso parcial. La concentración ya no era la máxima y las fuerzas empezaban a fallar para ambos, superadas las tres horas de partido, y repetimos: nadie se maneja mejor en estas situaciones en el tenis, y posiblemente en el deporte, como Rafael Nadal.

Notablemente cansado y afectado por el tremendo calor y humedad que se vive en Nueva York, el balear sacó de la chistera golpes mágicos para levantar una vez más una situación adversa al saque y con Thiem jugando en su máxima expresión. Llegado el 6-5, Rafa estuvo a una volea, clara no, clarísima, de colocarse con pelota de partido, pero hasta el superhéroe falla en ocasiones y el español golpeó la pelota con la red, viéndose mermado mentalmente en la posterior muerte súbita, en la que sus errores le dieron a Thiem la oportunidad, que no iba a desaprovechar, de colocar el 2-2.

Rafa vence en el límite

El cansancio comenzaba a hacer mella de forma preocupante en Nadal, mientras que Thiem parecía seguir fresco para correr y golpear con fuerza. El revés del número uno apenas podía pasar la red, pero la casta le permitía mantener sus saques y permanecer en el partido. Las dudas de Dominic le dieron a Rafa dos oportunidades de break que pudieron ser claves, pero dos martillazos de Thiem le quitaron de un plumazo a Nadal la oportunidad de adelantarse en el luminoso.

Los juegos siguieron avanzando de forma épica, sumando minutos y gotas de sudor que completaban un mar en la Arthur Ashe. La experiencia de Nadal contra el físico de Thiem se medirían en un tie break definitivo por conocer quién sería el semifinalista, después de que Rafa dejara escapar tres pelotas de break con 5-5 en el quinto. Un toma y daca que fue el colofón a un encuentro histórico entre dos auténticos héroes y en el que, como tantas otras veces, se impuso el tesón, el autocontrol y el talento inabarcable de Rafael Nadal Parera, que tuvo la misma clase para vencer como para acto seguido cruzar el campo y fundirse en un abrazo con Dominic Thiem, después de completar entre ambos un partido para el recuerdo.

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