Nadal deslumbra a Sinner y ya está en cuartos de Roland Garros
Rafael Nadal se impuso a Jannik Sinner en octavos de final de Roland Garros (7-5, 6-3, 6-0) y firma su pase a la antepenúltima ronda del torneo. El manacorense reaccionó como un campeón a un partido loco y espera a Diego Schwartzman en su próximo compromiso
Los cuartos de final de Roland Garros se abren para Rafa Nadal, después de cerrar con éxito su cuarta misión en el torneo parisino. Al manacorense le esperaba uno de los escollos más duros del circuito, el emergente Jannik Sinner, al que desquició en un partido de rachas en el que, aunque de forma intermitente, Nadal dominó (7-5, 6-3, 6-0) con un gran tenis que otorga esperanzas con respecto a la posibilidad de conquistar su decimocuarta Copa de los Mosqueteros.
Sinner llegaba a octavos de final de forma firme, después de un sustazo en primera ronda ante Herbert que a punto estuvo de despedirle del torneo a las primeras de cambio. El italiano, frío como el hielo, aparecía por segunda vez en su prolífica pero escasa carrera en la segunda semana en París. En la anterior, en 2020, Nadal le aleccionó en un partido que por momentos tuvo un enorme nivel. El duelo de generaciones se repetía una ronda antes, en octavos, en este 2021.
Nadal, limpio en cuanto a sets perdidos y con sensaciones positivas en sus primeros compromisos en París, sabía que necesitaría una marcha más para derrotar a Sinner, y la activó desde el principio. La primera tanda de saques fue íntegra para el balear, que sin embargo no podría mantener el nivel en los siguientes minutos. Jannik recuperaba su mejor versión y le daba la vuelta al luminoso, del 2-0 al 2-4, que sería un 3-5 nada positivo para las aspiraciones de Rafa en la manga. Y quién sabía entonces si en el partido.
Nadal golpea dos veces
Sin embargo, Nadal no le había perdido la carga al partido, y tenía un as guardado en la manga para detener la progresión de Sinner. La combinación de alturas y ritmos, con el revés cortado como elemento cambiante, provocó que fuera el italiano el obligado a tomar decisiones y analizar cada golpe de manera diferente al anterior. No pudo con tal examen. Era un partido de rachas, de coger olas, y Rafa agarró la primera ganadora. El primer set era suyo por 7-5.
Espoleado por proclamarse ganador de la partida de ajedrez del primer set, Nadal alcanzó niveles máximos de tenis en el comienzo del segundo, en el que Sinner no es que no pudiera leer sus golpes, sino que ni siquiera pudo devolverlos. Sobresaliente al resto, Rafa rompía hasta en dos ocasiones el saque de Sinner para poner un 4-0 que dejaba el encuentro virtualmente visto para sentencia. La cuesta arriba era demasiado pronunciada, pero el joven Jannik no iba a dudar en acometer el intento de subirla.
Centrado pese a los golpes recibidos por el mejor púgil de la arcilla tenística, Sinner confió en sus posibilidades y aprovechó la relajación de Nadal al saque en el quinto juego para arrebatarle el set y poner los cimientos de su remontada. El italiano sumaba también su saque y se postulaba como alternativa con una nueva rotura, en la que Rafa, errático al servicio y con más dobles faltas de las deseadas, llegó al enfado consigo mismo.
Estocada, rosco y victoria
No era fácil afrontar la situación pero, en pos de quitarle hierro al asunto, no era más que otro sube y baja en un partido en el que venía de apuntarse ocho juegos seguidos en el trasvase del primer al segundo parcial. La sexta rotura debía aparecer para hacer bueno el dominio del set y dicho y hecho, Rafa activaba de nuevo su derecha para ponerle el lazo y el sello al parcial, con una reacción de auténtico campeón.
La fórmula del segundo set, en su inicio, había resultado más que positiva en forma de colchón para resguardarse de relajaciones posteriores y Nadal, espoleado por un Sinner –ahora sí– despojado de toda fortaleza mental, iba a asestar el golpe definitivo al encuentro. Solucionando los problemas al servicio con juegos en blanco y con precisión quirúrgica en las pelotas de break, el manacorense acompañaba a la puerta de salida a Sinner, con un rosco como regalo de despedida en una nueva lección del doctor honoris causa de Roland Garros.
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