James, vete a la m…
No se puede ser ni más inoportuno, ni más egoísta ni más metepatas que James Rodríguez. Por mucho que uno quiera ponerse en sus zapatos y ser comprensivo con su incómoda situación de suplentísimo en el Real Madrid, no es de recibo que se orine en la copa del Mundial de Clubes que sus compañeros acababan de ganar.
No era ni el momento ni el lugar para reivindicaciones personales. James se ha querido marcar un Simeone e imitar al técnico argentino tras la final de Milán, con la diferencia de que Simeone había perdido y James había ganado. Que te quieres ir, James, pues vete, pero vete a la m…
Es una falta de respeto y una sobrada ponerte a hablar de tu futuro cuando te queda un viaje de avión para irte de vacaciones, James. Te vas, te lo piensas y decides. Ah, y cuando decidas, traes la pasta, majo, porque igual te crees que te vas a ir del Real Madrid por tu cara bonita, que los contratos están para cumplirlos en las buenas y en las malas.
Está claro que las palabras de James van a suponer un punto de inflexión en su futuro en el Real Madrid. Dicho de otro modo: el colombiano acabará lejos del Bernabéu, pero no será sólo cuando le venga bien a él, sino cuando les venga bien a todas las partes, entre ellas el club, que es el que generosamente le ha pagado y le ha defendido incluso en algunas conductas impropias de un futbolista del Real Madrid.
Las palabras de James Rodríguez no han sido un órdago al club, más bien han sido un suicidio. Y lo peor es que son premeditadas.