Siesta y punto
Huesca y Barcelona perpetraron uno de los partidos más aburridos de la Liga. Valverde reservó a casi todos sus titulares y los locales, colistas y con un pie en Segunda, lo intentaron desde la impotencia. Fue un partido de siesta y punto
Huesca y Barcelona completaron un partido ideal para echarse la siesta. Por la hora y por su fútbol, libre de sobresaltos, sin vértigo, sin áreas, sin intensidad. Plano y cansino, repetitivo como el hilo musical de un avión. Un partido para echarse una buena cabezada en el sillón. Los azulgranas, campeones virtuales desde la semana pasada, llegaron al Alcoraz con un equipo lleno de meritorios y al Huesca, colista, tampoco le alcanza. El 0-0 estaba cantado pero fue una canción triste.
Valverde ponía un equipo más propio de una primera ronda de Copa que de una jornada de Liga. Es lo que tiene ser ya campeón a primeros de abril, que uno se puede permitir el lujo de repartir días libres y economizar esfuerzos. Era un Barcelona descafeinado y rosita, lleno de tipos desconocidos, de esos que te los cruzas en la cola del Carrefour y lo nos reconoces.
Enfrente el colista Huesca, que lleva muchos menos puntos de los que ha merecido, con la exigencia de la clasificación y las llamas del infierno de la Segunda división empezando a propagarse por el Alcoraz. El dominio local de inicio parecía cantado, pero resistía el Barcelona sostenido por el imponente Todibo, que debutaba de azulgrana y tiene planta de centralazo.
Pasada la efervescencia inicial del Huesca, el Barcelona acumuló un par de ocasiones claras. La primera la tuvo Dembelé en un mano a mano que sacó Santamaría abajo. De resultas del córner posterior emergió Umtiti para cabecear y otra vez el meta del Huesca evitó el 0-1. Los suplentes del Barça empezaban a desperezarse.
Un partido sin historia
Fue un espejismo porque el partido tardó poco en caerse como un bebé que empieza a gatear. El Huesca lo intentaba desde el entusiasmo y la impotencia y el Barcelona jugaba al trantrán. Las áreas eran como los abdominales de Marcelo: invisibles. La pelota deambulaba sin gracia por el centro del campo e iba de un lado al otro sin sentido ni intención.
Nada ocurrió hasta el minuto 37 cuando, otra vez Dembelé aceleró y asistió para dar un pase de la muerte al que no llegó por poco un torpe Boateng. El Barça volvía a perdonar. Respondió el Huesca en el 39 con una maniobra individual dentro del área de Enric Gallego que él mismo culminó con un disparo defectuoso. Y con esta ocasión nos fuimos al descanso.
Se reanudó el partido con un punto más de intensidad en el Huesca, que acumuló un par de llegadas con sendos balones al área. Ambas se quedaron en susto para Ter Stegen. Corrijo: sustito.
Al Barça le iba bien el sesteo y que el ritmo del partido siguiera en la parsimonia. Aleñá y Puig demostraban buenas maneras pero al juego azulgrana le faltaba vértigo. Sólo Dembelé conseguía acelerar un punto el fútbol de los de Valverde. En el 56 la tuvo Malcom, que se plantó solito en el área tras el pase de Aleñá pero su disparo fue repelido por el palo. Otra vez perdonaban los azulgranas, que podían ganar en el Alcaraz hasta sin querer.
Pero volvieron a levantar el pie. El partido se fren´en seco y el tedio se apoderó de las gradas del Alcoraz. Los cambios variaron poco el panorama y los minutos cayeron lentos y pesados hasta llegar al final. Huesca y Barcelona firmaron un no por previsible menos triste 0-0. Fue un partido de siesta y punto.