España agua la fiesta a Ramos
España quiso ganar andando en Noruega y acabó pagando cara su indolencia. Un postrero penalti de Kepa abortó el gol de Saúl y dio a los locales un empate que se habían merecido. Ramos batió el récord de internacionalidades con España y la selección hizo un partido muy gris que se resume en un titular: el mejor de España fue Albiol.
Robert Moreno hizo la alineación como si estuviera en un bufett de sushi: eligió a uno de cada. Por primera vez en la historia, en el once de España no había dos jugadores del mismo equipo. Dato curioso que les ofrezco por el mismo precio que el resto de estas líneas. Hablando de líneas la selección jugaba con una suerte de 4-3-3 mutante. Sí, mutante, porque cambiaba al 4-5-1 e incluso con Oyarzabal como falso nueve en la mayor parte de las acciones.
Quizá la gran novedad del equipo era la presencia de Albiol como pareja de centrales de un Sergio Ramos que batía el récord de Casillas y se convertía en el tipo que más veces ha vestido la camiseta de España. Y las que le quedan. También estaban por ahí escoltando a Busquets los Fabián, Saúl y Ceballos, igual que Rodrigo, delantero disfrazado de falso extremo.
De salida dominó España pero sin alacridad. Era un pegapasismo horizontal sin demasiado sentido frente a una Noruega pertrechada atrás y sin muchas ganas de destaparse. sería por el frío. El mando del partido era abusivo pero el caudal de ataques se secaba en las inmediaciones del área.
Transcurrieron lentos los minutos hasta el 20 sin sustos ni para Kepa ni para su homólogo noruego. En los locales los pocos balones con criterio pasaban por los pies de Odegaard, ese muchacho que tiene el Real Madrid a préstamo en la Real Sociedad como quien deja un Ferrari a un vecino para que le haga el rodaje. Bueno, en realidad, eso no lo hace nadie, claro.
Un partido al trantrán
Me gustaría contarles que el partido era entretenido, vertiginoso, interesante, bueno, pero no quiero que se me ponga la nariz como a Rossi de Palma. Era un truño. España jugaba no ya con calma sino con parsimonia y Noruega sólo podía crear peligro a balón parado. En algún córner contuvimos la respiración tanto porque Kepa no quería salir como porque los noruegos son unos bigardos de no te menees.
Aburría España y progresaba Noruega a medida que el partido se asomaba, a Dios gracias, al descanso. Un disparo de Fabián al filo del 40 fue la mejor ocasión de la selección mientras que los nórdicos se habían asomado un par de veces a los dominios de Kepa.
Los jugadores de España eran faquires que disfrutaban de jugar con fuego. Un par de barullos estúpidos en el área nos habrían salido caros sin Noruega hubiera tenido un delantero de nivel conque seguía el 0-0. Venga a córners y venga a llegadas al área, pero nada de nada. Afortunadamente, entre el tostón sobrevino el descanso.
Del que volvimos sin cambios en ninguno de los dos equipos pero con otra velocidad. La que puso Bernat en un par de acciones hasta que, de resultas de una de ellas, le llovió una pelota a Saúl que se sacó un derechazo que se comió el meta Jarstein después de que la pelota le botara delante de las manos.
España marca y tontea
El gol metía virtualmente a España en la Eurocopa. Vamos, más metida de lo que ya estaba. Algo mejoró el juego de la selección aunque tampoco fue una cosa para tirar cohetes. Tuvo en sus pies el 0-2 Fabián con un derechazo enorme que repelió el travesaño. Para entonces ya había salido Cazorla por un desdibujado Ceballos.
Como España seguía tonteando con el empate Robert Moreno decidió apostar por un doble pivote y quitar a Oyarzabal para meter a Rodri al doble pivote con Busquets. Ramos se empeñó en darle emoción al partido con un par de regalos o tres a Noruega, quizá para celebrar su récord. La selección pedía la hora.
Y Sergio Ramos acabó viendo una amarilla en las postrimerías del duelo que le impedirá jugar en Suecia su partido internacional número 169. Toda la celebración que estaba prevista para el próximo lunes, quizá ahora tenga que posponerse para el próximo parón invernal. Fue la mala noticia de un partido en el que España quiso jugar andando, desfilando. Cuando parecía que la victoria estaba en el bolsillo Kepa atropelló a un noruego e hizo penalti.
Noruega lo marcó y se llevó un botín merecido y preciado: el empate. España pagó cara su desidia y la clasificación matemática para la Eurocopa todavía tendrá que esperar.