Los bandazos de Sánchez con el Clásico: de pedir a la Liga que se jugara a suplicar el aplazamiento
El gobierno de Pedro Sánchez pasó, en sólo 24 horas, de pedir a la Liga que se juegue el Clásico, aun conociendo los incidentes que se vivían en Barcelona, a suplicar su aplazamiento o el cambio de sede.
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El Clásico del fútbol español se ha convertido en protagonista de la actualidad mucho antes de lo previsto por fecha. Los constantes altercados vividos en Barcelona desde la sentencia que condenaba a los golpistas puso en jaque la celebración del choque entre Madrid y Barça en la fecha estipulada en el calendario. El partido no se celebrará el 26 de octubre tal y como anunció la RFEF a través del Comité de Competición, después de una vorágine de acontecimientos que comenzó con la petición de aplazamiento por parte de la Liga. Una solicitud que llegó a instancias del Gobierno después de un bandazo en el que el ejecutivo pasó de garantizar la seguridad en el Clásico a suplicar por su suspensión en cuestión de 24 horas.
La sentencia del Procés del pasado lunes convirtió Barcelona en un núcleo de revolución y protesta, en un importante porcentaje por parte de radicales que acudieron a la violencia como única forma de manifestación. Las reivindicaciones por la condena de los golpistas acusados de sedición provocaron también la convocatoria de una manifestación para el día 26 de octubre, fecha en la que estaba fijado el Clásico del fútbol español, un Barcelona-Real Madrid que ejercería de perfecto escaparate para el independentismo.
El Gobierno decidió actuar ante los acontecimientos vividos en Barcelona y se puso en contacto con la Liga con un mensaje claro. El Clásico debía mantenerse en fecha y sede «como símbolo de normalidad», aseguraban desde el ejecutivo, donde se garantizó la seguridad para un encuentro de alto riesgo que coincidiría en fechas con la revolución en que se había convertido la Ciudad Condal.
La Liga recibió la petición del Gobierno con positivismo y voluntad de análisis del caso para llegar a la mejor solución con respecto al Clásico. Sin embargo, los incidentes vividos en Barcelona en la noche del lunes al martes iban a provocar un cambio repentino en los acontecimientos, con un volantazo de Pedro Sánchez a la hora de gestionar la situación. El miedo pasaba a inundar al ejecutivo, que volvió a ponerse en contacto con la Liga 24 horas después de su primera llamada.
De la seguridad al miedo
En esta ocasión, lo que era garantía de seguridad para el encuentro entre Barcelona o Real Madrid se convertía sin explicación coherente en una nueva petición, prácticamente una súplica, para que «se hiciera todo lo posible» por aplazar el Clásico o al menos se cambiase de sede para pasar a jugarse en el Santiago Bernabéu, a cientos de kilómetros de los potenciales altercados de Barcelona.
Fue entonces, a partir de la segunda llamada del Gobierno y su ruego en busca de la suspensión del encuentro, cuando Javier Tebas comunicó la solicitud de la Liga de aplazar el Clásico a una fecha o sede en la que la seguridad de los miembros de los clubes y sus aficionados no fuera puesta en peligro. Las alarmas saltaban en torno a la celebración del encuentro más esperado en el fútbol español y las filtraciones de estamentos y clubes pasaron a formar un culebrón del que se ha obtenido una solución en forma de aplazamiento, a la espera del acuerdo final entre clubes, para fijar la fecha definitiva de celebración del duelo entre Barcelona y Real Madrid.